Por Virginia Delgado
5 de agosto de 2024Los podólogos recomiendan andar descalzos, unos minutos al día, para que nuestros pies no pierdan sus capacidades de movimiento y equilibrio. También, para que se liberen de la presión y humedad que provocan los zapatos.
Si lo hacemos sobre superficies naturales, como la arena de la playa, los beneficios se multiplican porque, no sólo se estimulan y trabajan músculos que con el calzado quedan anulados, además, fortalecemos nuestra musculatura, articulaciones y huesos, mejoramos la circulación sanguínea, quemamos calorías e incluso mejoramos nuestra salud mental.
Para lograr todo ello, hay que tener en cuenta el tiempo y el lugar idóneo de la playa. Los expertos recomiendan paseos de entre 15 y 20 minutos sobre zonas de arena compacta y estable. De esta manera, se evita el hundimiento del pie que genera tensión muscular e inestabilidad. La orilla del mar es un buen sitio siempre y cuando no esté demasiado inclinada, ya que la pendiente hace que forcemos un solo lado del cuerpo, afectando a las articulaciones, piernas y tobillos.
Cuando andamos descalzos en la playa hacemos más esfuerzo para levantar el pie de la arena y, por tanto, fortalecemos sus músculos, tendones y articulaciones. Además, estas últimas no sufren el impacto que provoca una superficie dura. La tonificación que conseguimos nos ayuda a aumentar la fuerza y a prevenir lesiones.
Por otro lado, esta práctica mejora nuestra densidad ósea. No sólo por el ejercicio físico que hacemos, también porque, al estar expuestos al sol, obtenemos vitamina D que es la responsable de la absorción del calcio y este de que tengamos los huesos fuertes.
Para personas que tienen varices y edemas en las piernas o sufren hinchazón de tobillos, caminar sobre la arena es una oportunidad para estimular el flujo sanguíneo.
Otra de las ventajas de pasear en la playa descalzos es que podemos exfoliar la piel de nuestros pies. La estructura de grano fino de la arena ayuda a eliminar las células muertas y las impurezas, manteniendo la piel suave y tersa.
También puede ayudarnos a adelgazar, ya que andar sobre la superficie blanda de la arena nos hace gastar más energía porque hacemos un mayor esfuerzo a la hora de mover la musculatura.
El ejercicio en una zona sin aglomeraciones y con buen clima, además de ser saludable, nos relaja. Por ello, andar en la playa, donde también respiramos aire limpio y sentimos la brisa del mar y la frescura del agua, nos ayuda a disminuir la ansiedad y el estrés y, por tanto, a mejorar nuestra salud mental.