Por Andrea Martín
29 de abril de 2024La vitamina D es fundamental para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y ahora, una investigación publicada en la revista científica “Science”, ha demostrado que podría convertirse en un gran aliado para luchar contra el cáncer. Según el estudio, la vitamina D estimula en ratones el crecimiento de un tipo de bacteria intestinal que mejora la inmunidad contra el cáncer.
Investigadores del Instituto Francis Crick, el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE. UU. y la Universidad de Aalborg en Dinamarca encontraron que los ratones que recibieron una dieta rica en vitamina D tenían una mejor resistencia inmune a los cánceres trasplantados experimentalmente y mejores respuestas al tratamiento de inmunoterapia.
Sorprendentemente, el equipo descubrió que la vitamina D actúa sobre las células epiteliales del intestino, lo que a su vez aumenta la cantidad de una bacteria llamada Bacteroides fragilis. Este microbio dio a los ratones una mejor inmunidad contra el cáncer ya que los tumores trasplantados no crecieron tanto, pero los investigadores aún no están seguros de cómo.
Caetano Reis e Sousa, jefe del Laboratorio de Inmunobiología del Crick y autor principal, explico que lo que han demostrado “fue una sorpresa. La vitamina D puede regular el microbioma intestinal para favorecer un tipo de bacteria que brinda a los ratones una mejor inmunidad contra el cáncer. Pero no sabemos cómo ni por qué la vitamina D tiene este efecto a través del microbioma. Se necesita más trabajo antes de que podamos decir de manera concluyente que corregir una deficiencia de vitamina D tiene beneficios para la prevención o el tratamiento del cáncer”.
Para comprobar si la bacteria por sí sola podía proporcionar una mejor inmunidad contra el cáncer, se administró Bacteroides fragilis a ratones con una dieta normal. Estos ratones también fueron más capaces de resistir el crecimiento del tumor, pero no cuando los ratones fueron sometidos a una dieta deficiente en vitamina D.
Margarita Poza Domínguez, investigadora en Microbiología del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña y profesora asociada de la Universidad de A Coruña, en declaraciones a SMC, explicó que “el microbioma humano, conjunto de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo, desempeña funciones esenciales para nuestra existencia. Además, las bacterias que viven en nuestro intestino intervienen en la eficacia y en la toxicidad de numerosos tratamientos como es el caso de la inmunoterapia contra el cáncer. Aunque el trabajo se haya realizado en ratones, resalta el papel de la vitamina D como modulador de la configuración del microbioma intestinal y de la respuesta inmunitaria en otros organismos, incluyendo los humanos. Se pone de manifiesto que la suplementación dietética de vitamina D puede modular el microbioma, mejorando la inmunidad contra el cáncer y la eficacia de la inmunoterapia”.
Estudios anteriores han propuesto un vínculo entre la deficiencia de vitamina D y el riesgo de cáncer en humanos, aunque la evidencia no ha sido concluyente. Para investigar esto, los investigadores analizaron un conjunto de datos de 1,5 millones de personas en Dinamarca, que destacó un vínculo entre niveles más bajos de vitamina D y un mayor riesgo de cáncer. Un análisis separado de una población de pacientes con cáncer también sugirió que las personas con niveles más altos de vitamina D tenían más probabilidades de responder bien a los tratamientos contra el cáncer de base inmunológica.
Aunque Bacteroides fragilis también se encuentra en el microbioma de los humanos, se necesita más investigación para comprender si la vitamina D ayuda a proporcionar cierta resistencia inmune al cáncer a través del mismo mecanismo. “Estos hallazgos contribuyen al creciente conjunto de conocimientos sobre el papel del microbiota en la inmunidad contra el cáncer y el potencial de las intervenciones dietéticas para ajustar esta relación para mejorar los resultados de los pacientes. Sin embargo, se necesita realizar más investigaciones para comprender completamente los mecanismos subyacentes y cómo pueden aprovecharse para desarrollar estrategias de tratamiento personalizadas”, concluye Romina Goldszmid, investigadora Stadtman en el Centro de Investigación del Cáncer del NCI.