Por Medicina Responsable
6 de febrero de 2024La Inteligencia Artificial (IA) está en completo auge y, sin duda, puede cambiar la vida de muchas personas. Mientras que en algunos casos esta tecnología busca mejorar y ayudar en sectores como el de la salud, por ejemplo, en el diagnóstico de enfermedades, en otras ocasiones esconde un oscuro uso del que muchas personas, sobre todo gente mediática, han sido víctimas. Entre ellas la artista pop más influyente del mundo, Taylor Swift.
La cantante ha sido víctima de la difusión y viralización de cientos de imágenes y vídeos pornográficos falsos creados con IA. Los “deepfakes” son archivos de vídeo, imagen o voz manipulados mediante IA para imitar la apariencia de una persona cuyo objetivo, normalmente, se centra en afectar a la reputación de las personas afectadas.
En tan solo unas horas las imágenes de Taylor difundidas en X (antiguo Twitter) contaban con más de 47 millones de visualizaciones y cientos de “me gustas” que, a pesar de los esfuerzos de la compañía por eliminar la cuenta que publicó las imágenes, fueron compartidas y descargadas por millones de personas circulando sin cesar por las redes sociales. Sin embargo, los autores de dichos actos no contaban con el increíble poder de los admiradores de esta artista, conocidos como como swifties, que iniciaron un movimiento de defensa de la cantante tapando todos los deepfakes de la red social con contenidos inofensivos de la misma. De esta manera todas las búsquedas que se relacionaban con contenidos pornográficos fueron cubiertos con otro tipo de imágenes.
El caso de Taylor ha sido muy sonado debido a su influencia actual, aunque no es la única famosa que ha sido víctima de estos deepfakes. La actriz Scarlett Johansson o la cantante Rosalía también se han visto envueltas en esta situación. Además, en los últimos meses se ha comprobado que este tipo de acciones no solo afecta a las personas mediáticas, ya que, en nuestro país, hace tan solo unos meses, un grupo de madres denunció ante la policía que varios menores estaban compartiendo imágenes de sus hijas menores desnudas creadas mediante Inteligencia Artificial.
El daño de estas acciones es enorme. Este tipo de suplantación personal tenta contra la privacidad, la intimidad, el honor y la propia imagen de las personas, pero, sobre todo, la salud mental es la más afectada causando vergüenza, ansiedad, depresión o enfado, entre otros. Según el doctor Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable, “los ataques dirigidos a la estima personal generan situaciones de vergüenza y culpa, las cuales pueden desembocar en ansiedad y depresión. Sentimos vergüenza por ser expuestos de una manera íntima y vulnerable, en donde la difusión ilícita ha violado nuestra privacidad. La ansiedad es una respuesta a las preocupaciones sobre el juicio y la reacción de quienes vean las imágenes, nos preguntamos cómo seremos percibidos y qué impacto va a tener en nuestras relaciones personales, profesionales y sociales. En cuanto a la depresión se desarrolla como resultado de sentirnos invadidos y despojarnos de nuestra anatomía. Y es que la pérdida de control sobre nuestra imagen y la sensación de acoso puede desencadenar sentimientos de tristeza y desesperanza”.