Por Juan García
29 de julio de 2024La sanidad vive una constante transformación de la mano de la innovación en campos como la medicina, la farmacia o la tecnología sanitaria. Cambian las técnicas empleadas, las tecnologías, los equipamientos y el perfil de los propios profesionales, dando lugar a un ecosistema sanitario con nuevas necesidades para hacer frente a los problemas de salud de la población. Si a todo ello sumamos el envejecimiento poblacional, con el consiguiente aumento de los problemas de salud y la desactualización de los profesionales más veteranos, así como los problemas para dotar adecuadamente las plantillas, nos encontramos ante una tormenta perfecta que requiere de cambios estructurales para adaptarse a los nuevos tiempos.
Para profundizar en estos retos, el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) ha elaborado un informe sobre cómo abordar las necesidades de competencias en el sector sanitario desde el punto de vista empresarial y de los inversores. El informe se basa en la encuesta anual de capital riesgo del Fondo Europeo de Inversiones (FEI) que incluye las respuestas de 472 administradores de fondos de capital riesgo de la Unión Europea (UE).
La principal conclusión que arroja el estudio es la necesidad de invertir en formación y desarrollo profesional para los trabajadores del sector sanitario. Desde EIT señalan que, a pesar del “fuerte conocimiento académico” y las “robustas habilidades técnicas” que caracterizan al sector de la sanidad en la UE, existen importantes carencias que deben ser abordadas para fomentar la innovación”.
Los avances en el sector salud llegan a un ritmo tan vertiginoso que requiere de una constante actualización de conocimientos y competencias para no dejar de estar al día. Además de mejorar los resultados de las compañías, la formación se prueba como una herramienta eficaz para retener el talento sanitario.
Ante la tendencia a una mayor flexibilidad en las condiciones laborales, “la importancia de la retención de talento está también creciendo”, recoge el informe. “Los programas de formación, en particular aquellos que involucran a los empleados en comunidades de expertos, se han vuelto clave para impulsar la lealtad y la retención. Además, también pueden ayudar a mejorar las habilidades de liderazgo y gestión de personas”, subrayan desde EIT.
Los departamentos de recursos humanos juegan un papel clave en este sentido, para lo que deben poner en práctica “estrategias efectivas y proactivas” que logren fomentar una cultura de la innovación entre los trabajadores, retenerlos en las empresas y paliar las carencias a nivel competencial que tengan.
Entre las principales carencias a nivel profesional en el sector, desde el informe destacan las conocidas como competencias “blandas”, es decir, las relacionadas con las habilidades sociales, la comunicación o la inteligencia emocional. Entre ellas apuntan a al liderazgo, la comunicación, el desarrollo de negocio o la planificación estratégica. Si bien inversores y las propias empresas del sector “reconocen la importancia de estas habilidades para potenciar la innovación, son las habilidades que más faltan en los equipos”, señala el informe.
Las nuevas posibilidades que ofrecen las herramientas de Inteligencia Artificial, así como el desarrollo de disciplinas más recientes como el análisis de datos, la ciberseguridad o las herramientas digitales son algunos de los aspectos en los que los profesionales del sector se quedan más rezagados. Por ello, el informe considera la formación como elemento indispensable para asegurar que los equipos cuenten con las competencias necesarias para hacer frente a los retos presentes y futuros.
Para conseguirlo, desde EIT exponen la necesidad de aunar esfuerzos entre “la academia, los gobiernos y las entidades corporativas” para cumplir con las demandas de la industria. El principal objetivo es que las empresas del sector de la salud sean capaces de adaptarse y ser partícipes de la innovación para crear un “sistema de salud resiliente y sostenible”, lo cual “requiere una inversión continua en la formación y el desarrollo de habilidades, así como un enfoque proactivo para identificar y abordar las brechas de habilidades a medida que surgen”.