Por Gema Puerto
14 de febrero de 2023La venganza por despecho amoroso siempre ha existido en la historia y en la literatura. Ejemplos hay muchos: “Otelo”, “Las amistades peligrosas”, la famosa “Madame Bovary” de Flaubert… Todas estas obras fueron duramente criticadas en su momento desde un punto de vista moral.
El deseo continuo de revancha, rencor y no aprender a perdonar siempre vende. Lo hemos visto últimamente en las letras de las canciones escritas por las artistas Shakira o Miley Cyrus, dedicadas a sus exparejas. Sin embargo, de acuerdo con los expertos, la sed de venganza puede fomentar una inestabilidad emocional importante y dificultar nuevas relaciones sentimentales, además de perjudicar a la persona en otras áreas de su vida. Los psiquiatras y psicólogos aseguran que “el deseo de venganza tras una ruptura sentimental puede convertirse en emociones problemáticas que hagan necesario recurrir a la psicoterapia”.
El duelo romántico “es un proceso doloroso, consecuencia de la finalización de una relación personal” y autores como Kübler-Ross o Clapp “defienden que este es similar al vivido con el fallecimiento de un allegado, ya que implica un proceso de cambio y adaptación a un nuevo escenario”.
Sofía Carazo, psiquiatra del Hospital Universitario de Torrejón recuerda que “una ruptura sentimental supone la pérdida de un vínculo, por lo que superarla conlleva un necesario proceso de duelo”. Por tanto, es habitual que una o las dos partes lo pasen mal.
Emociones como el enfado, la ira, la culpa, la tristeza, la confusión, la frustración, la decepción, o los celos son habituales en este tipo de duelos, explican los expertos, acompañados en ocasiones, incluso, por síntomas físicos como el cansancio, la angustia, la sensación de un nudo en el estómago, la falta de energía, el insomnio y el llanto. Sin embargo, como apunta la psicóloga del Hospital Ribera Juan Cardona en Ferrol, Belén Vázquez, estas emociones no tienen por qué entenderse siempre como negativas. “Aunque sean desagradables, pueden ser útiles para poner distancia emocional con la expareja”, siempre dentro de unos límites, puesto que estos sentimientos “suelen diluirse al cabo de un tiempo, a la vez que la persona va elaborando la pérdida, conectando con otras emociones y recibiendo apoyo social y/o familiar”.
Otros síntomas de que hay un problema para superar la ruptura, además del manejo de la ira y del rencor, es “cuando la relación ocupa gran parte de nuestro tiempo, abandonamos actividades agradables que hacíamos antes, empeoramos nuestros niveles de atención y concentración en el ámbito laboral o mostramos irritabilidad y enfadado frecuentes y dificultades para gestionar conflictos”, asegura Vázquez.
En estos casos, para la psicóloga, es importante no idealizar la relación de pareja. “Hay que tener presente todos los momentos que se han vivido juntos, y no solo aquellos que han sido agradables”, y si no es posible hacerlo solos, “reflexionar o compartirlos con alguien que nos ayude a analizarlos de una manera más objetiva”. Aconseja, además, evitar el contacto, tanto presencial como a través de las redes sociales.
“A pesar de que con el tiempo pueda establecerse una nueva relación con esa persona, al principio lo más sano para los dos es bloquear la recepción de información del otro o establecer límites, si el contacto cero no fuese posible o recomendable”, explica. También es clave buscar el apoyo emocional de la familia y los amigos. Al sentirnos escuchados y acompañados en ese momento nos permitirá “aceptar las emociones que sentimos”.
Relaciones sentimentales, rupturas, reconciliaciones y acuerdos o enfrentamientos con la expareja son situaciones frecuentes en nuestro entorno y, además, son objeto muchas veces de programas de televisión y revistas del papel “couché”. Nadie es ajeno a sufrir por amor.