Ocho de cada diez jóvenes españoles presenta algún síntoma de insomnio

Un correcto descanso es parte fundamental de los hábitos saludables que recomiendan los expertos. Lo ideal es dormir al menos siete horas, en un horario adecuado y sin estímulos, internos o externos, que dificulten conciliar el sueño. Esto es algo que, sin embargo, no parece ser la norma entre los jóvenes de 18 a 34 años en España, según revela el estudio “¿Cómo duermen los jóvenes? Hábitos y prevalencia de trastornos del sueño en España”.

Este estudio, elaborado por la Fundación MAPFRE, la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española del Sueño (SES), concluye que un 83,5% de los jóvenes reconoce tener síntomas relacionados con el insomnio. En base a una muestra de 3.405 participantes, se observa que, a pesar de que los jóvenes son mayoritariamente conscientes de la importancia del correcto descanso, solo un 24% reconoce dormir bien y lo suficiente. Por el contrario, un 33% de los encuestados admite dormir de forma insuficiente, es decir, menos de siete horas. 

Marta Rubio, investigadora principal y neuróloga del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell, subraya que “la falta de descanso supone un problema grave entre los jóvenes, especialmente por encontrarse en un periodo vulnerable de desarrollo y maduración cerebral, y por el impacto que puede tener en su rendimiento académico”. Asimismo, ha indicado que “la falta de sueño también perjudica a los de mayor edad, sobre todo por las consecuencias que tiene en su rendimiento laboral, estado de ánimo y condición de salud, y cuyas consecuencias son, mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas”.

Entre los síntomas de insomnio que se encuentran entre los jóvenes, un 46% tiene dificultad para conciliar el sueño, un 47% se despierta más temprano de lo deseado y un 36% se despierta por la noche y tiene problemas para volver a conciliar el sueño. Únicamente el 12,8% cumpliría criterios clínicos de trastorno de insomnio crónico (TIC), de los cuales, solo 4,5% habrían sido diagnosticados por un médico. El TIC es más frecuente entre las mujeres, aquellos que viven en zonas rurales, los que tienen un horario de trabajo de tarde y disfrutan de menor exposición al aire libre en días laborables.

Los problemas de salud mental, los trastornos del sueño diagnosticados, los efectos secundarios de algún medicamento o el consumo de alcohol y drogas son las principales causas detrás de la aparición de esos síntomas vinculados al insomnio. Otro hábito muy común entre los jóvenes que dificulta la conciliación del sueño es el uso de dispositivos electrónicos con pantalla antes de dormir. Un 83% reconoce hacer uso de ellos, lo cual conlleva que tarden, de media, una hora más en dormirse. 

Estos síntomas pasan factura a lo largo del día, como recoge la encuesta. Las consecuencias de dormir mal son cansancio o fatiga (54%), dolor de cabeza (40%), mal humor o irritabilidad (34%), problemas de atención, concentración o memoria (30%), somnolencia diurna (29%), falta de motivación o iniciativa (29%), dificultades de rendimiento académico o laboral (21,5%), complicaciones en la conducta, como hiperactividad o impulsividad (12%) y propensión a cometer errores o accidentes (11%). Todos ellos son más frecuentes en mujeres, excepto los problemas de impulsividad y la propensión a errores y accidentes, que son más comunes entre los hombres.

La mayoría de los jóvenes reconoce no echarse la siesta de forma habitual (70%), pero que aquellos que sí (30%), suelen hacerlo en sus días libres y entre 15 y 45 minutos (49%), seguidos de un 44% que dedica a este momento una duración de más de 45 minutos, una cantidad mayor de la recomendada y que, según los expertos, puede llegar a distorsionar el sueño nocturno.

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