Por Europa Press
18 de noviembre de 2024La esperanza de vida al nacer en la UE alcanzó los 81,5 años en 2023, superando en 0,2 años los niveles anteriores a la pandemia. Sin embargo, persiste una brecha de ocho años entre los países con la esperanza de vida más alta y más baja, según el informe “Panorama de la salud: Europa”, que anualmente publican la Comisión Europea y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Durante la pandemia se produjo un gran descenso. Se observó hasta 1,2 años de media en su pico, por lo que este informe “muestra que la esperanza de vida media en Europa no solo se ha recuperado, sino que ha superado ligeramente los niveles anteriores a la pandemia”, ha señalado Marco Marsella, director en Comisión Europea de Digital, EU4Health y Modernización de los sistemas de salud
España, Italia y Malta registraron una esperanza de vida más de dos años superior a la media de la UE, mientras que Letonia y Bulgaria se situaron más de cinco y medio por debajo.
Por sexos, las mujeres viven de media cinco años más que los hombres en toda la UE, pero la mayoría de este tiempo lo hacen con problemas de salud. “Esa brecha es mayor en los países con la esperanza de vida general más baja. En otras palabras, se trata de una especie de muerte prematura de los hombres, lo que se convierte en la cuestión clave de por qué algunos países tienen un rendimiento inferior en su esperanza de vida general”, ha añadido Marsella.
Las enfermedades cardiovasculares y los cánceres siguieron siendo las principales causas de mortalidad en 2021, representando el 54% de todas las muertes, seguida de la COVID-19, con un 11%.
El informe deja patente que Europa se enfrenta a un “profundo cambio demográfico”, y se prevé que la proporción de personas mayores de 65 años en la UE aumente del 21% en 2023 al 29% en 2050. “Dentro de 25 años, la población de edad avanzada superará los 130 millones de personas, lo que conllevará una mayor demanda de atención sanitaria”, ha advertido Marsella. Por otra parte, ha señalado que, con este crecimiento de la población de edad avanzada, “se prevé que la fuerza laboral activa de entre 25 y 64 años disminuya aproximadamente un 10%, unos 26 millones de personas menos entre 2022 y 2050”.
En cuanto a la salud física y mental, apuntan a un deterioro en los adolescentes. La proporción de jóvenes de 15 años que notificaron problemas aumentó del 42% en 2018 al 52% en promedio en todos los países de la UE. Según señalan, hay varios factores que explican esta tendencia: el impacto de los confinamientos de la COVID-19, el aumento de las tasas de uso problemático de Internet y las redes sociales y el incremento de la exposición al ciberacoso.
El informe señala que es “imprescindible” una acción eficaz en materia de políticas públicas para promover la longevidad saludable dando prioridad a la prevención de enfermedades, “en particular mediante la vacunación, apoyando la salud mental en todas las edades y capacitando a las personas para que gestionen su propia salud”.
“Los modelos de proyección indican que un escenario concertado de 'envejecimiento saludable' podría ralentizar el crecimiento del gasto sanitario como porcentaje del PIB en las próximas décadas y contribuir a contener los costes de los cuidados de larga duración, reduciendo la demanda de trabajadores sanitarios y de cuidados de larga duración”, añade el documento.
El gasto en salud en los países de altos ingresos de Europa occidental y septentrional puede ser cinco veces superior al de algunos países de bajo gasto de Europa central, oriental o meridional. En 2022, Suiza fue el país que más gastó en salud en Europa, con un coste de 5.630 euros por persona, seguida de Noruega (5.376 euros). En Alemania (5.317 euros) fue casi un 50% superior a la media de la UE, que fue de 3.533 euros. En el caso de España, no se llega a esta media europea y el dato se queda en 2.822 euros.
El gasto en salud per cápita en la UE fue más bajo en Hungría, Croacia, Bulgaria y Rumanía, con menos de 1.900 euros por persona. Mientras que en algunos países fuera de la UE, el gasto en salud fue mucho menor. Turquía solo gastó alrededor de 1.000 euros per cápita, mientras que en Albania la cifra fue inferior a 800 euros.