Por Nuria Cordón
25 de septiembre de 2025El sector de la Tecnología Sanitaria aporta un valor añadido de 11.500 millones de euros (5.100 directos y 6.400 indirectos) a la economía española. De hecho, cada euro empleado por esta industria en su actividad genera 1,27 euros adicionales al país. Estos son algunos de los datos compartidos por Pablo Crespo, secretario general de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), durante el Seminario de Periodistas 2025 organizado en Toledo, quien recordó la importante influencia del sector como motor económico y de progreso para la sociedad española, con una facturación de 17.000 millones anuales.
Gracias a estas cifras, la industria, según Crespo, se posiciona como sector referente en la generación de empleo de calidad y estable, destacando además su apuesta por el talento femenino. Así, las empresas del sector generan, en su conjunto, más de 54.000 empleos directos (y cerca de 85.000 indirectos o inducidos), de los cuales el 96% son indefinidos y un 46% de ellos empleo femenino. En términos de inversión en capital humano, las compañías destinan 60.000 euros de media por empleado al año, un 102% más respecto al promedio industrial nacional (29.766 euros).
De acuerdo con Pablo Crespo, la industria de tecnología sanitaria es, además, líder en innovación, con una inversión directa y anual en España de 264 millones de euros en I+D+i y 163 nuevas patentes de tecnologías sanitarias en Europa de origen español. Esta cifra supone un incremento del 14% de los registros de patentes en el último ejercicio, situándose en el segundo puesto en el ranking nacional de registros de patentes por sectores de actividad. “Invertimos casi 400 millones de euros en I+D en España y se traducen en algo tangible, en patentes que luego llegan al mercado. Este es el principal dato que nos hace ver que hay transferencia de innovación”, explicaba Crespo.
A pesar del gran impacto del sector, no solo en salud de los pacientes sino en la economía española, Crespo ha advertido de los diferentes retos a los que se enfrenta la industria. Uno de ellos, que ya ha empezado a afectar a nuestras compañías, es el de los aranceles del 15% impuestos por la administración Trump a las exportaciones a Estados Unidos, unido a la medida de la Unión Europea (UE) de restringir la participación de las empresas de China en las licitaciones de más de 5 millones de euros, con la que el país asiático ha contratacado limitando a las empresas europeas su participación en contratos públicos por encima de 5,4 millones. “Esto nos lleva a la reflexión de la autonomía estratégica”, ha recordado Crespo, quien defiende la necesidad de reducir la dependencia exterior ya que, en la actualidad, Europa es el principal destino de las exportaciones de tecnología sanitarias españolas con un 65%, seguido de Norteamérica con un 14%, Asia con un 9% y Latinoamérica con un 7%. “Estamos trabajando con el Ministerio de Industria para tener un plan de industrialización que nos ayude a tener una mayor capacidad productiva”, ha explicado el secretario general de Fenin.
Y es que, de acuerdo con los datos aportados por Crespo, en 2024, el 21% de las empresas de tecnología sanitaria perdieron dinero, especialmente las pymes, datos que suponen “un problema de competitividad en la industria”. Las causas, de acuerdo con Crespo, no son sólo los aranceles de EEUU, sino también el IPC acumulado de los últimos cuatro años que ha llevado a las compañías a afrontar unos “costes inasumibles”. Por eso “pedimos que se indexen los contratos públicos, ya que se puede poner en peligro el acceso de los pacientes a la tecnología y producirse una pérdida de empleo y de valor añadido”.
Otra de las medidas defendidas por Crespo es la necesidad de mantener los planes de modernización del equipamiento tecnológico del Sistema Nacional de Salud, como Inveat o Amat-I, que han permitido “mejorar resultados en salud y la productividad”. Aun así, cree que hace falta “una voluntad política de entender que nuestro sector es un sector diferente al sector farmacéutico, que tiene connotaciones distintas y que nuestro marco regulatorio no puede ser equiparable, por ejemplo, al de la industria farmacéutica, porque, entre otras cosas, tenemos unas condiciones de mercado muy diferentes". Luego, recalcó, "necesitamos un marco normativo propio que atienda las peculiaridades de nuestro sector".