Por Juan García
10 de julio de 2024La revista científica Environment International ha publicado un estudio en el que se ha detectado la presencia de varios metales tóxicos en tampones de higiene menstrual. El equipo de investigadores, de la Universidad de California (EE.UU.), encontró “concentraciones mensurables de los 16 metales evaluados”, con niveles medios “elevados” de plomo, cadmio y arsénico.
Para llegar a estos resultados, el estudio analizó 30 tampones de 14 marcas y 18 líneas de productos adquiridos en Nueva York, Atenas y Londres, así como varias tiendas online. Usando técnicas avanzadas de espectrometría, un método analítico para analizar sustancias químicas, la investigación apunta a una presencia generalizada de estas sustancias, ya que “ninguna categoría tuvo concentraciones consistentemente más bajas de todos o la mayoría de los metales”, señalan los autores.
Los investigadores encontraron diferencias en la presencia de estos metales tanto entre los lugares de adquisición de estos productos y entre las diferentes marcas, aunque no señalan qué marcas presentaban mayores niveles de contaminación. “Las concentraciones de metales diferían según la región de compra del tampón (EE. UU. frente a la Unión Europea/Reino Unido), según el material orgánico frente al no orgánico, y entre los tampones de tienda y los de marca”, recoge la investigación.
Así, señalan que las concentraciones de plomo eran mayores en los tampones no orgánicos, mientras que en los orgánicos había más arsénico. La presencia de estos metales en productos en contacto directo con una zona tan sensible a las infecciones podría implicar importantes riesgos para la salud, por lo que los autores determinan la necesidad de realizar más estudios para concluir si esos metales estarían pasando al cuerpo de las mujeres.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que la presencia de plomo en el organismo se distribuye por los órganos y es especialmente nociva para las mujeres en edad fértil. El arsénico, por su parte, se conoce que puede ser cancerígeno y está asociado a enfermedades cardiovasculares. Con estas preocupaciones en mente, los autores subrayan la necesidad de obligar a “los fabricantes a analizar sus productos para detectar la presencia de metales tóxicos”.
Sobre la procedencia de estos metales, el propio estudio indica varias posibilidades. “Los tampones pueden contener metales provenientes de procesos agrícolas o de fabricación, que podrían ser absorbidos por el tejido altamente absorbente de la vagina, lo que daría lugar a una exposición sistémica”. Se sabe que las plantas de algodón, principal material de estos productos de higiene femenina, absorben fácilmente los metales del suelo, aunque también podrían haber aparecido durante el proceso de fabricación.