
Por Nuria Cordón
21 de noviembre de 2025La búsqueda de la felicidad es un anhelo constante del ser humano desde los comienzos de la vida. Según el psicoanalista y escritor argentino Gustavo Dessal, “la felicidad es el sueño más antiguo de la humanidad” y encontrarla se ha convertido en una de nuestras metas principales.
Pero ¿qué es ser feliz? ¿Es posible realmente alcanzar ese estado de plenitud? Aunque la creencia popular nos puede llevar a pensar que la felicidad está en los logros y objetivos que vamos consiguiendo a lo largo de nuestra existencia, muchos de ellos materiales, ese anhelado estado de bienestar tiene mucho más que ver con el equilibrio de nuestras emociones. Así lo afirma Javier Quintero, jefe de Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Infanta Leonor y autor del libro “¿Cómo estás? 21 días para crear el hábito de ser feliz”.
Para el doctor Quintero, alcanzar esos logros generan placer, satisfacción, pero no felicidad. “La felicidad yo la defino cuando consigues alinear lo que piensas, lo que haces y lo que sientes. En ese estado todo fluye y te hace alcanzar un estado de bienestar”. Y eso, “no es momentáneo. Si consigues que esas tres cosas estén alineadas en tu día a día”, es lo más cercano a lo que podemos considerar un estado de felicidad.
Pero llegar a ese punto no es sencillo y, “como para casi todo lo importante en esta vida, no hay atajos ni soluciones fáciles”. Al igual que otros aspectos de nuestra vida, la felicidad es, un hábito saludable que es importante trabajar y así lo explica en su libro. “Hablo de 21 días para construir el hábito de ser feliz, para ir acompañando al lector en ese proceso de alinear esos tres aspectos”. Pero ¿por qué 21 días y no más ni menos? Según la neurociencia, hacer una cosa durante 21 días de manera consecutiva genera un hábito, una plasticidad cerebral y se produce una modificación de la estructura de nuestro cerebro que deja sentadas las bases para que eso pueda continuar”, explica.
“Hola, ¿cómo estás?”. Esta pregunta tan sencilla que nos formulan en diferentes situaciones cotidianas, como en el ascensor o al llegar a la oficina, y que solemos contestar con un simple “bien”, sin profundizar mucho en cómo realmente estamos, es mucho más importante de lo que creemos y una oportunidad perdida y muy valiosa de conectar con nosotros mismos. “Es la forma de conocerse, una autoconciencia emocional donde nuestro cerebro nos va dando información de forma constante de cómo estoy, sobre todo de cómo me siento”, explica el doctor Quintero. “Es muy difícil alinear lo que piensas con lo que sientes si no sabes cómo te sientes. Hay que empezar por ahí”.
Para ello, el doctor recomienda parar, pensar y preguntarse: “¿Cómo estoy? ¿Estoy inquieto, motivado, con miedo…? Hay muchísimas emociones que dan sentido a mi existencia y una respuesta a esa pregunta, pero requiere una pausa consciente, un momento de introspección que a menudo se nos escapa”.
Ese descubrimiento del “cómo estoy” tiene mucho que ver con la comunicación interna, “con el lenguaje interior que nos habla y nos dice cómo lo hacemos”, explica el médico psiquiatra. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, habitualmente, “tendemos a tener una autocríitica desproporcionada y nos aleja de ese camino de la búsqueda de la felicidad”.
Cuando somos capaces de entender de dónde vienen mis emociones, qué es lo que hago con ellas y cómo las afronto, conseguimos, según el doctor Quintero, acercarnos a ese equilibrio emocional. Y es que, al final, “uno de los aspectos más importantes relacionados con ese equilibrio tiene que ver con el análisis de nuestro día a día”. Para el doctor, los seres humanos “tendemos a hacer un análisis reduccionista de que mi bienestar depende de un sitio y mi malestar de otro. Y no es verdad. Mi equilibrio vital tiene que ver con tres áreas importantes: mi vida personal, relacional y profesional”. En cada una de esas áreas vamos a tener presiones, cambios o satisfacciones que se pueden compensar las unas con las otras, como una balanza. “Caer en el reduccionismo de que mi felicidad depende de lo que tengo es una equivocación importante”.
Por ello, según el doctor, nosotros “somos los únicos responsables de cómo nos sentimos. Tu familia, tu jefe, te lo puede poner más fácil o difícil, pero la última decisión es tuya y debe ser así, porque qué triste que nuestro bienestar, nuestras emociones dependieran de un tercero”.
Pero ¿tenemos las herramientas necesarias para trabajarlo? Según el doctor Quintero, no, “por eso este libro. En él he tratado de plasmar un catálogo de herramientas para que cada uno utilice las que necesite. Cuantas más herramientas tengas, más fácil va a ser que puedas resolver los problemas que tienes. Si solo te doy martillos, resuelves todo a martillazos”.
Aunque la palabra “psiquiatrizar” no se encuentra en la Real Academia Española (RAE), es un término que cada vez se utiliza más y hace referencia al proceso de interpretar los problemas cotidianos como si fueran enfermedades que precisan un tratamiento médico.
Esta tendencia está ganando terreno en los últimos años, debido a que hablar de salud mental está dejando de ser un tabú, y parece que es necesario tratar todo lo que nos pasa. “Nuestra salud mental siempre ha sido importante pero ahora lo es mucho más porque tenemos una sensación de pérdida de funcionalidad en general y el grado de satisfacción y presión es importante”. Pero esto no significa que todos tengamos que ir a terapia, como afirman muchos ‘pseudo expertos’. “Hay mucha gente diciendo muchas cosas con no mucho sentido. Estamos desvirtuando lo que es hacer terapia”, afirma rotundo el doctor. “Si tengo una dolencia, un trastorno, lo tengo que resolver. Otra cosa es que necesitemos una conexión social y eso lo hayamos vinculado a determinados acompañamientos. De hecho, es como una moda, en EE.UU., por ejemplo, hay psicólogos, terapeutas, coachs… una estructura que, en realidad, muestra una sociedad hiperconectada que de lo que padece es de una falta de conexión; lo que necesitamos es tener conexión con la gente, buscar conexiones informales”.
Por ello, es muy importante trabajar esa autonomía emocional y el autocuidado; y este libro está pensado para gente sana. “No todo hay que psiquiatrizarlo”. De acuerdo con el doctor, “somos plenamente capaces de afrontar las cosas”.
La profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Riverside, Sonja Lyubomirsky, sostiene que aproximadamente el 50% de nuestra felicidad está determinada por la genética. El 10% restante se atribuye a las circunstancias vitales, mientras que el 40% depende de las acciones intencionales y los pensamientos de cada persona.
Es verdad que ese 50% genético pesa mucho, explica el doctor Quintero, “pero eso no quiere decir que sea imposible ser feliz, simplemente que es más difícil”. Esto significa que tendrán que trabajar más esa búsqueda, pero, sin duda alguna, “también merecen ser felices”.