Por Julia Porras
4 de mayo de 2023¿A quién no le gusta cabecear un rato por el sofá después de comer? La siesta es una costumbre arraigada en la cultura mediterránea y un auténtico placer, pero, como todo, en su justa medida. A lo largo del tiempo diferentes investigaciones han demostrado que dormir la siesta puede favorecer la calidad del sueño nocturno, mejorar las funciones cognitivas del individuo y mejorar los procesos metabólicos. La siesta reduce el estrés y, por tanto, las cardiopatías, ayuda a regular la tensión arterial, ayuda a rendir más, estimula la creatividad y mejora el estado de ánimo. Pero si nos pasamos de tiempo también puede perjudicarnos.
Un estudio llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Murcia, liderado por la investigadora Marta Garaulet, en colaboración con científicos del hospital Brigham and Women’s Hospital, vinculado a la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, ha descubierto mediante el análisis de datos de 3.275 personas que aquellos que duermen siestas de 30 minutos o más tienen índices de masa corporal más altos y son más propensos a tener síndrome metabólico; es decir, a desarrollar problemas cardiovasculares y diabetes. Por el contrario, aquellos que duermen siestas cortas reducen este riesgo de obesidad y de alteraciones metabólicas. Los resultados de esta publicación han sido publicados en la revista ‘Obesity’.
“No todas las siestas son iguales. La duración, dormir en el sillón o en la cama y otros factores de estilo de vida asociados con la siesta pueden afectar al efecto que tiene sobre nuestra salud”, afirma Garaulet. Los investigadores españoles se basaron en un estudio previo que analizó los datos de una gran población del Reino Unido y que encontró evidencias de que la siesta larga está asociada con un incremento del riesgo de obesidad. En este caso, “nosotros queríamos determinar si esta conclusión también podía ser aplicable en un país como España, en el que las siestas están más asentadas culturalmente; así como conocer si la duración de este descanso está relacionada con la salud metabólica”, explica Garaulet.
Con este estudio, los investigadores también concluyeron que, entre los factores que influyen en que la siesta larga engorde, está acostarse tarde por la noche, comer tarde y mucho al mediodía o fumar. En cuanto al aumento de la tensión arterial, el estudio determinó que hacerla en el sofá es mucho más beneficioso que hacerla en la cama,
Los resultados del informe abren la puerta a futuras investigaciones sobre si una siesta corta es más ventajosa que una larga. “Si futuros estudios pueden respaldar los beneficios de las siestas cortas sobre la disminución del riesgo de hipertensión y otras enfermedades metabólicas, eso podría ser el impulso para saber cómo deben ser nuestras siestas, qué duración deben tener y cuáles son sus efectos a largo plazo para la salud y para la productividad en el trabajo y en la vida”, afirma Frank Scheer, coautor del artículo y neurocientífico de la División de Sueño y Desórdenes Circadianos del Brigham’s Hospital.