Por Virginia Delgado
12 de agosto de 2024En España, la obesidad afecta al 21,6% de la población adulta, unos 8,5 millones de personas. Un porcentaje que no se espera que descienda en un futuro. Al contrario, para el año 2035 la previsión es que a aumente al 37%, lo que supone un incremento anual de más del 1%.
La acumulación excesiva de grasa es más que un problema estético; es una enfermedad y debe tratarse como tal. De hecho, en nuestro país representa la segunda causa de muerte evitable. Además, la obesidad incrementa el riesgo de desarrollar otras patologías, como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares (ECV), siendo estas últimas la principal causa de mortalidad entre los pacientes con obesidad. Por ello, las principales sociedades científicas de cardiología a nivel mundial consideran esta enfermedad como un desafío importante para la salud cardiovascular.
Según datos de Novo Nordisk, el 20% de las personas con obesidad en España tiene, al menos, una enfermedad cardiovascular (cardiopatía isquémica, ictus, enfermedad arterial periférica). Además, el estudio REALITY de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha mostrado que el 25,2% de los pacientes que sufren un evento cardiovascular tiene un segundo y el 8,9% muere.
La obesidad produce resistencia a la insulina, hipertensión arterial, dislipidemia (concentración elevada de colesterol), inflamación crónica, diabetes tipo 2, hipertrofia ventricular izquierda y apnea del sueño. Patologías que aumentan significativamente el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular.
Entre las principales ECV que se dan más en las personas con obesidad destacan la hipertensión arterial, la cardiomiopatía, la insuficiencia cardiaca, el accidente cerebrovascular, la enfermedad arterial periférica, la fibrilación auricular, la trombosis venosa profunda y embolia pulmonar. “Esta última se caracteriza por la formación de coágulos sanguíneos en las venas profundas de las extremidades inferiores. Estos trombos pueden desprenderse y convertirse en émbolos, viajando a través del torrente sanguíneo hasta alcanzar los pulmones, lo que resulta en una embolia pulmonar que es una condición potencialmente mortal porque puede causar obstrucción de las arterias pulmonares, comprometiendo el intercambio gaseoso y la función respiratoria”, explica a Medicina Responsable la doctora Lilliam Flores, de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic (Barcelona) y vocal de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).
La doctora subraya que, para reducir la carga de enfermedades cardiovasculares en este colectivo, a la pérdida de peso se le han de sumar “intervenciones adaptadas a las necesidades individuales y al perfil de riesgo cardiovascular”. Además, “la participación en programas de rehabilitación cardiaca puede mejorar los factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial, el perfil lipídico desfavorable y el control de la glucosa en pacientes que viven con obesidad, además de mejorar la capacidad de ejercicio y la calidad de vida”, concluye la doctora Lilliam Flores.