Por Clara Arrabal
14 de octubre de 2025La resistencia a los antimicrobianos ya es una de las principales amenazas contra la salud pública a nivel mundial. En 2023 una de cada seis infecciones bacterianas no respondió correctamente a los tratamientos disponibles, como afirma el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado este 13 de octubre, que se suma a una larga lista de advertencias que muchos expertos ya han respaldado.
Entre estos profesionales, Bruno González-Zorn, uno de los más destacados científicos y microbiólogos especializado en resistencia a los antimicrobianos y en enfoque One Health, que ha recibido a Medicina Responsable para analizar qué papel juega España en la lucha contra esta realidad. “Estamos a la cola en desarrollo de antimicrobianos. La gran industria ya no invierte en ellos porque no es rentable, pero hay buenas noticias: mientras los nuevos antibióticos llegan, podemos avanzar en prevención”, ha explicado a este medio de comunicación.
Los datos le respaldan: según dos informes recientes de la OMS, actualmente hay 90 agentes antibacterianos en desarrollo clínico en todo el mundo, frente a los 97 que había en 2023; y en fase preclínica contamos con 232 programas activos repartidos en 148 grupos de investigación, siendo el 90% de estos pequeñas empresas de menos de 50 empleados. “Esto demuestra la fragilidad de nuestro sistema de innovación”, apunta el experto. Además, desde 2017 se han aprobado 17 nuevos fármacos frente a patógenos prioritarios, y solo dos de ellos forman parte de dos nuevas clases químicas.
Ante esta situación el especialista advierte de que es necesario un “mayor esfuerzo en la inversión de nuevos antibacterianos”, ya que actualmente la iniciativa reside en pequeñas empresas de microbiología de menos de 50 trabajadores. “La gran industria ha abandonado la investigación de los antimicrobianos porque no resulta rentable”, explica González-Zorn.
Además, sobre la rentabilidad de la investigación en nuevas moléculas que palien la resistencia a los antibióticos, el experto señala que “las industrias prefieren desarrollar una patente contra el cáncer, los niveles altos de colesterol o la obesidad”, ya que “mucha gente estaría dispuesta a pagar por ellas durante mucho tiempo”. Sin embargo, en el caso de los antimicrobianos, tratan a poca población en un periodo temporal corto. “En definitiva, las industrias no son ONGs, por lo que se centran en otro tipo de moléculas”, señala.
Por ello, las autoridades europeas ya cuentan con planes de actuación para estimular la inversión y la innovación en antimicrobianos, y una de las vías más exploradas es la colaboración público-privada. “En la Unión Europea se ha establecido una política donde se están intentando alinear las instituciones públicas con las privadas, basándonos en aportar mayores incentivos al sector privado”, explica el experto.
Esta nueva “amenaza creciente para la salud mundial”, como ha definido la OMS la resistencia antimicrobiana, ha consolidado su tendencia en un contexto de incertidumbre geopolítica y económica, donde las industrias farmacéuticas de Europa miran con recelo a sus homólogas en Estados Unidos y China. “Es que Europa se está quedando a la cola del mundo en innovación”, explica González-Zorn, ya que “años antes estábamos detrás de Estados Unidos, pero China ha irrumpido y se ha convertido en una potencia mundial de la investigación.
Y si Europa está a la cola del mundo, “España está a la cola de Europa”, afirma el microbiólogo. Según este, “nuestro país compite con el resto con mucha menos financiación nacional, por lo que jugamos en desigualdad de condiciones”. Además, añade: “Investigar en España es heroico, necesitamos mucha más investigación y también priorizar la innovación, y de esta forma también evitaríamos otros problemas como la fuga de cerebros”.
Sin embargo, no todo son malas noticias: “Mientras se desarrollan antimicrobianos resistentes, podemos seguir insistiendo en la prevención, que es básica porque si desarrollamos nuevos fármacos y no los utilizamos bien, nos vamos a quedar igual. Hay que estimular el desarrollo de antibióticos, pero también el de su uso prudente”, explica.
Además, hace hincapié en que la lucha contra los antibióticos no se basa solo en la investigación, pues hay que poner en el lugar que se merecen medidas como frenar el uso de antibióticos o avanzar en el desarrollo de vacunas o de diagnósticos rápidos. En este sentido, también aboga por establecer las herramientas necesarias con un enfoque One Health que permita integrar la salud humana, animal y el medioambiente en un mismo entramado.