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El daño de los bulos sobre la salud

El enfermero de emergencias, Jorge Prieto, la psicóloga Elena Daprá y la matrona Laura Cámara nos explican los principales problemas de las falsas informaciones de salud y cómo podemos luchar contra ellas

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El daño de los bulos sobre la salud
Unsplash

Por Andrea Rivero

9 de agosto de 2023

A diario nos llegan cientos de noticias e informaciones, a través de las redes sociales, que, aunque puedan sonarnos extrañas, es posible que nos creamos sin miramientos. Un reciente ejemplo ha sido la muerte del cantautor José Luis Perales, un fallecimiento falso que el propio artista tuvo que desmentir mediante un vídeo en el que aseguraba “estar más vivo que nunca”. Con los temas de salud ocurre lo mismo; dietas milagro que pueden llegar a poner en riesgo nuestra vida o tratamientos milagrosos para curar algunas enfermedades son solo algunos de los temas más recurrentes. El problema está en que mucha gente cae en estos bulos y los comparte. 

Paul Karason es uno de los ejemplos más conocidos sobre el daño que pueden hacer las falsas informaciones sobre salud. Este estadounidense padecía varias patologías, una de ellas era una dermatitis muy grave, que le llevó a tomar medidas sin supervisión médica. En concreto, había leído que frotar plata sobre la piel ayudaba a promover la salud y al rejuvenecimiento y, aunque no le ayudo a aliviar la dermatitis, según el propio Karason, al principio sí notó que aliviaba el reflujo ácido y la artritis de sus hombros. Tras esto, comenzó a beber un vaso de plata líquida todos los días y a aplicarla con un algodón directamente sobre su piel. Todo esto conllevó a que desarrollara argiria, un envenenamiento por plata que dio como resultado que su piel terminase de color azul. 

Para contrastar el efecto de estos bulos, los divulgadores sanitarios juegan un papel fundamental. Profesionales acreditados y con titulación que ocupan parte de su tiempo en compartir informaciones veraces y en luchar contra las mentiras que se mueven por las redes sociales. Este es el caso de Jorge Prieto (@enfermero_emergencias), el famoso enfermero del Wanda, que se hizo viral durante la pandemia por sus charlas sobre la vacunación contra la Covid y, ahora, se ha convertido en uno de los influencer sanitarios que informan por las redes sociales. “Lo de la información es un problema en la actualidad. Antes, cuando no había acceso a internet, o al menos no era fácil acceder, las personas preguntaban a su personal sanitario de referencia, bien al médico de Atención Primaria o a la enfermera. ¿Qué pasa ahora? Pues que todos tenemos un teléfono móvil con acceso a internet y buscamos en Google preguntas como ‘¿qué ocurre si me duele la cabeza?’ Y nos sale cualquier tipo de información”, explica Prieto

En este sentido, la psicóloga Elena Daprá (@elenadapracastro), habitual colaboradora en medios de comunicación, destaca que en su campo es algo que ve comúnmente. “La gente viene a consulta con información de internet. La cuestión es que no saben de dónde viene esa información, cuál es la fuente o la base de autoridad que tiene la web que la ha escrito y esto es peligroso”. Al darle autoridad a este tipo de informaciones podemos comenzar a hacer cosas que no tienen reputación ni base científica y, “a lo mejor, nos hacen más mal que bien”, añade la psicóloga. Por su parte, Laura Cámara (@lauracamara.ginesex), enfermera especialista en ginecología y obstetricia, añade que "caer en bulos y noticias sensacionalistas es fácil porque las redes se inundan de contenido y a la gente en general le cuesta diferenciar lo que es cierto de lo que no. Y porque en general creo que nos gusta creer en soluciones 'milagrosas', 'sin esfuerzo', remedios caseros, etc…que tenemos al alcance". 

Por qué surgen los bulos en salud

La aparición de estos bulos puede tener motivos ocultos. De acuerdo con el Instituto Salud sin Bulos, avalado por las sociedades científicas más importantes de nuestro país, cuando se lanza un bulo de salud la intención es perjudicar a un tercero y sacar provecho del desprestigio de otros. Además, también se busca fomentar la alarma social y difundir mensajes implícitos con un interés real de quien lo lanza.  Uno de los problemas más difíciles de atajar es el de ponerle freno. “La facilidad para crear cuentas en redes sociales y las lagunas legislativas propician este tipo de delitos informáticos, por lo que los usuarios deben estar alerta cuando naveguen por la red”, destacan desde Salud sin Bulos. 

¿Cómo luchar contra ellos?

“Lo primordial es decirle a la gente que tiene que saber buscar en fuentes fiables, por ejemplo, asegurándose de que lo que está leyendo esté firmado por un profesional sanitario”, asegura Jorge Prieto, quien además destaca que desde las instituciones se puede hacer más para parar estos bulos, ya que existen maneras de filtrar y de resaltar los artículos veraces escritos por divulgadores científicos, colocándolos entre los primeros resultados de las búsquedas. Algo en lo que coincide Cámara, que además señala que "las autoridades podrían hacer campañas de concienciación, quizá con perfiles conocidos, para que la gente fuera consciente". 

Tal y como explica el enfermero, “durante la Covid se vio que había mucha desinformación causada por una sobreinformación. La gente estaba muy desinformada porque todo el mundo hablaba de la Covid y todo el mundo era un experto en el tema. Y, en este caso, las instituciones se encargaron de poner un mensaje con la información más importante y veraz sobre la pandemia, cuando la gente buscaba la palabra Covid en internet. Esto es una manera de filtrar los resultados”. 

Daprá también insiste en que hay que contrastar la información, “no hay que quedarse con una sola versión. Es mejor preguntar a varios profesionales, ya que nosotros mismos filtramos la información. Un médico puede ver que una operación de rodilla es demasiado complicada y otro sí puede estar dispuesto a hacerlo”. En el campo de la psicología, por ejemplo, existen diferentes orientaciones psicológicas, no todos los profesionales trabajan igual, es decir, “no trabaja igual una persona que tiene una orientación psicodinámica, que una persona con una orientación humanista u otra que tiene una orientación cognitivo-conductual. Por ejemplo, la psicodinámica no tiene comprobación científica y la cognitivo-conductual sí”, explica la psicóloga. 

La población general desconoce este tipo de información, ya que, evidentemente, no son expertos en el tema y por eso se recomienda consultar a diversos profesionales, en este caso, antes de comenzar un proceso psicoterapéutico para conocer las diferentes formas de abordar un problema. En resumen, “hay que dar autoridad a los expertos que sí la tienen, escogiendo al profesional adecuado para cada problema”, concluye Daprá.   



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