Así afectan las altas temperaturas al cerebro

¡Qué calor hace hoy! ¡Menudo bochorno!  ¡No puedo con mi cuerpo! Estas son algunas de las expresiones más repetidas durante los meses de julio y agosto. Y es que, un verano más, España está registrando temperaturas que superan los 40º e incluso los 45º, como ocurrió hace dos semanas en el municipio onubense de El Granado.

Lo de no poder con nuestro cuerpo lo decimos como exageración, pero no lo es. Cuando el termómetro marca estos grados podemos sufrir agotamiento, síncopes, náuseas, calambres, dolor de piernas e, incluso, nuestro cerebro se puede ver afectado. “Las altas temperaturas generan fatiga mental y reducen el rendimiento cognitivo. Esto es, afectan a nuestra memoria y atención. También, provocan un aumento de las hormonas del estrés, lo que influye en el estado de ánimo generando, en ocasiones, irritabilidad”, explica a Medicina Responsable el doctor David Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.

Dos de los trastornos que podemos sufrir cuando el mercurio marca altas cifras son la deshidratación y los golpes de calor. Ambos también ocasionan efectos negativos a nivel cerebral. “Las neuronas se ven perjudicadas y, con ello, nuestra capacidad para concentrarnos. Por otro lado, la pérdida de líquidos produce ansiedad, dolores de cabeza, confusión mental, mareos y pérdidas de conocimiento”, añade el facultativo. Cuando llegamos a este límite, es recomendable tomar bebidas isotónicas, ya que los iones ayudan a que el cerebro funcione correctamente.

Respecto a los golpes de calor, como señala el doctor Pérez, “se producen cuando falla la termorregulación en nuestro organismo y la temperatura corporal alcanza los 40º. En esta situación, puede haber un edema cerebral, daños en las neuronas, convulsiones, pérdidas de conocimiento e incluso podemos morir. Es una urgencia vital y hay que actuar con enfriamientos, mediante inmersión en agua fría, y poniendo agua en las axilas y en el cuello”.

Los mayores y niños son los más vulnerables a sufrir los efectos del calor excesivo en el cerebro. Los primeros porque no tienen los mecanismos de autorregulación definidos y los segundos por tenerlos alterados. “También lo son las personas que toman diuréticos, porque producen pérdida de líquidos y más deshidratación, y las que tienen recetados fármacos antihipertensivos, ya que causan más bajada de tensión arterial y, en casos extremos, pérdidas de conocimiento”, comenta el neurólogo.

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