
Por Clara Arrabal
9 de diciembre de 2025"¡Es ridículo!", ha exclamado Donald Trump al ser preguntado por el calendario vacunal infantil de Estados Unidos. "Muchos padres y científicos han cuestionado su eficacia, ¡y yo también!", continúa, en otra de sus declaraciones más controvertidas y que han vuelto a desatar la indignación entre la comunidad internacional por cuestionar una estrategia de prevención avalada por miles de organizaciones y asociaciones científicas. Y es que este golpe a la salud no se ha quedado en meras palabras, sino que el presidente de los Estados Unidos ha ido mucho más allá: ha ordenado una "revisión exhaustiva" a nivel federal de las pautas de vacunación infantil para "alinearlas con otras prácticas mejores" y "ajustarlas a la evidencia científica".
"Acabo de firmar un memorando presidencial que ordena al Departamento de Salud y Servicios Humanos que acelere una evaluación exhaustiva de los calendarios de vacunación de otros países del mundo y armonice mejor el estadounidense para que se base en el criterio de referencia de la ciencia y el sentido común", ha anunciado el mandatario en una publicación en su red social, Truth Social.
Según este, países como Japón o Canadá recomiendan menos vacunas infantiles que EE.UU., pues el plan americano "ha exigido durante mucho tiempo hasta 72 inyecciones para bebés perfectamente sanos". Sin embargo, esta información no se corresponde exactamente a la realidad, pues la estrategia de prevención a la que hace referencia Donald Trump contempla la vacunación de los adolescentes hasta 18 años, muchas de las dosis son de refuerzo y la cantidad de estas depende de la salud, el contexto, las decisiones médicas o la epidemiología de cada paciente.
Esta nueva decisión del mandatario está generando gran preocupación entre la comunidad científica, y algunas sociedades ya han advertido que emprenderán acciones legales contra sus políticas. De hecho, la Academia Americana de Pediatría, junto con otros grupos de investigación, ya interpusieron una demanda a la Administración Trump el pasado mes de mayo, cuando se anunció la eliminación de la vacuna contra el Covid-19 de las recomendaciones de los Centros de Control de las Enfermedades y Prevención de los Estados Unidos (CDC) para niños sanos y mujeres embarazadas.
Esta nueva medida llega apenas horas después de que un comité asesor de los CDC eliminase su histórica recomendación, vigente desde el año 1991, de vacunar contra la hepatitis B a los recién nacidos, decisión que Donald Trump ha calificado como "excelente".
"En su gran mayoría no corren riesgo de contraerla al tratarse de una enfermedad que se transmite principalmente por vía sexual o a través de agujas contaminadas", ha argumentado; aunque la evidencia científica avala que esta inyección debe inocularse tras el nacimiento porque puede contagiarse durante el parto y porque es muy eficaz en las edades tempranas, cuando el sistema inmune todavía está en desarrollo y el bebé tiene más riesgo de infectarse por contacto de fluidos humanos incluso en el entorno doméstico, como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero el calendario vacunal infantil y la inyección contra la hepatits B no han sido los únicos objetivos políticos de Donald Trump. Desde que comenzó su andadura en la Casa Blanca, este, asesorado por el secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr.; ha liderado una batalla sin precedentes contra la salud pública, basándose en teorías conspiratorias y movimientos antivacunas que la comunidad científica rechaza.
Entre sus últimas y más polémicas medidas, Kennedy Jr. despidió el pasado mes de junio a 17 expertos de la comisión por un presunto "conflicto de intereses" y los reemplazó por afines a las posturas de la Administración de Donald Trump. Además, el Gobierno estadounidense nombró al subsecretario del Departamento de Sanidad, Jim O'Neill, al frente de los CDC en sustitución de Susana Monarez, a quien acusó de mentir después de que ella denunciara haber recibido presiones para aceptar sus narrativas antivacunas.
Respecto a la relación entre las vacunas y el autismo, ambos mandatarios han sido acusados de difundir falsas teorías que desacreditan la evidencia científica. También han cancelado contratos públicos de millones de dólares destinados al desarrollo de vacunas de ARN mensajero, han ordenado cambios significativos en las webs oficiales que pueden dar lugar a errores o hipótesis falsas e incluso el propio Donald Trump ha llegado a asegurar que "no hay vacuna que sea segura y eficaz para todas las personas", según The Guardian. Todo ello ha provocado la aparición de brotes epidémicos recientes y los expertos ya avisan de que la inmunidad colectiva puede estar en peligro si los mensajes negacionistas calan en la sociedad americana.