Por Julia Porras
10 de enero de 2024En los últimos años ha aumentado la preocupación por el hecho de que pequeñas partículas conocidas como microplásticos estén apareciendo en todas las partes de la Tierra, desde el hielo polar, hasta el suelo, el agua potable o los alimentos. Estas partículas, que se forman cuando los plásticos se descomponen en trozos cada vez más pequeños, están siendo consumidas por los humanos y otras criaturas, con posibles efectos desconocidos para la salud y el ecosistema. Ahora, un estudio de la Universidad de Columbia ha descubierto que el agua embotellada contiene decenas de miles de fragmentos identificables en cada recipiente.
Utilizando una nueva tecnología, los investigadores han entrado en un mundo plástico completamente nuevo: el poco conocido reino de los nanoplásticos, la generación de microplásticos que se han descompuesto aún más. Por primera vez, han contado e identificado estas diminutas partículas en agua embotellada. Concretamente han descubierto que, en promedio, un litro contiene unos 240.000 fragmentos de plástico detectables, entre 10 y 100 veces más que las estimaciones anteriores, que se basaban principalmente en tamaños más grandes.
El nuevo estudio utiliza una técnica llamada microscopía de dispersión Raman estimulada, que fue coinventada por uno de los autores del estudio, el biofísico Wei Min. Esto implica sondear muestras con dos láseres simultáneos que están sintonizados para hacer resonar moléculas específicas. Centrándose en siete plásticos comunes, los investigadores crearon un algoritmo basado en datos para interpretar los resultados. “Una cosa es detectar, pero otra saber qué estás detectando”, afirmó Min.
Los investigadores probaron tres marcas populares de agua embotellada que se venden en Estados Unidos (se negaron a nombrar cuáles), analizando partículas de plástico de hasta solo 100 nanómetros de tamaño. Descubrieron entre 110.000 y 370.000 fragmentos de plástico en cada litro, el 90% de los cuales eran nanoplásticos; el resto eran microplásticos. También determinaron cuál de los siete plásticos específicos eran y trazaron sus formas, cualidades que podrían ser valiosas en la investigación biomédica.
Uno de los más comunes era el tereftalato de polietileno o PET. Esto no fue sorprendente, ya que de eso están hechas muchas botellas de agua. (También se usa para refrescos embotellados, bebidas deportivas y productos como ketchup y mayonesa). Probablemente ingresa al agua cuando se aprieta la botella o se expone al calor. Un estudio reciente sugiere que muchas partículas ingresan al agua cuando se abre o cierra repetidamente la tapa y pequeñas partículas se desgastan.
Sin embargo, el PET fue superado en número por la poliamida, un tipo de nailon. Irónicamente, explica Beizhan Yan, químico ambiental del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Escuela Climática de Columbia, eso probablemente proviene de filtros de plástico utilizados supuestamente para purificar el agua antes de embotellarla. Otros plásticos comunes que encontraron los investigadores fueron el poliestireno, el cloruro de polivinilo y elmetacrilato de polimetilo, todos utilizados en diversos procesos industriales.
Una idea un tanto inquietante: los siete tipos de plástico que buscaron los investigadores representaron sólo alrededor del 10% de todas las nanopartículas que encontraron en las muestras; no tienen idea de cuáles son los demás. Si todos son nanoplásticos, eso significa que podrían sumar decenas de millones por litro.
La producción mundial de plástico se acerca a los 400 millones de toneladas métricas al año. Más de 30 millones de toneladas se vierten anualmente al agua o a la tierra, y muchos productos fabricados con plásticos, incluidos los textiles sintéticos, desprenden partículas mientras aún están en uso. A diferencia de la materia orgánica natural, la mayoría de los plásticos no se descomponen en sustancias relativamente benignas; simplemente se dividen y se vuelven a dividir en partículas cada vez más pequeñas de la misma composición química. Más allá de las moléculas individuales, no existe límite teórico sobre lo pequeñas que pueden llegar a ser.
Los microplásticos se definen como fragmentos que van desde 5 milímetros (menos de un cuarto de pulgada) hasta 1 micrómetro, que es una millonésima parte de un metro, o 1/25.000 de pulgada (un cabello humano mide aproximadamente 70 micrómetros de ancho). Los nanoplásticos, que son partículas de menos de 1 micrómetro, se miden en milmillonésimas de metro.
Los nanoplásticos son tan pequeños que, a diferencia de los microplásticos, pueden pasar a través de los intestinos y los pulmones directamente al torrente sanguíneo y desde allí viajar a órganos como el corazón y el cerebro. Pueden invadir células individuales y atravesar la placenta hasta los cuerpos de los fetos. Los científicos médicos se apresuran a estudiar los posibles efectos en una amplia variedad de sistemas biológicos.
Los plásticos en el agua embotellada se convirtieron en un problema público en gran medida después de que un estudio de 2018 detectara un promedio de 325 partículas por litro; estudios posteriores multiplicaron ese número y, aunque los científicos sospechaban que había incluso más de los que habían contado hasta el momento, las estimaciones se limitaban a tamaños inferiores a un micrómetro, el límite del nanomundo. "No es inesperado encontrar tanta cantidad de este material", comenta Qian. "La idea es que cuanto más pequeñas se vuelven las cosas, más hay y más fácilmente pueden invadirnos".
El estudio acaba de publicarse en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.