Por Andrea Martín
8 de noviembre de 2023Un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha identificado una proteína clave en el proceso de formación del corazón. Se trata de la proteína Neuregulina-1 (Nrg1) y es la encargada del fascinante viaje que transforma el corazón como estructura delicada hacia un órgano fuerte y palpitante.
Los hallazgos, publicados en la revista “Circulation Research”, no solo resaltan las vías a través de las cuales se forma el corazón humano, sino que, además, ofrecen pistas esenciales para futuros avances médicos. Así lo asegura el doctor José Luis de la Pompa, jefe del Laboratorio de Señalización Intercelular en el Desarrollo y la Enfermedad Cardiovascular en el CNIC. “Al comprender estos procesos fundamentales, los científicos se acercan un paso más para resolver los misterios del corazón humano y para promover corazones más saludables”.
El corazón es el motor de nuestro cuerpo y, para funcionar de forma correcta, depende de partes especializadas. Uno de estos componentes son los ventrículos, cámaras esenciales del corazón y responsables de sus latidos rítmicos, que desempeñan un papel crucial al bombear sangre a lo largo de toda nuestra vida.
Desde hace tiempo, los científicos sienten una profunda curiosidad por cómo estas cámaras vitales, inicialmente estructuradas como finas capas llamadas trabéculas, crecen y maduran hasta convertirse en las sólidas estructuras que mantienen nuestros corazones latiendo.
Las trabéculas, explica Joaquín Grego-Bessa, primer autor del estudio, son como el armazón del corazón, proporcionando soporte a medida que crece. “Pensemos en ellas como proyecciones pequeñas y primitivas que forman la base del corazón”. Comprender cómo estas estructuras evolucionan hacia ventrículos maduros tiene un inmenso potencial para la medicina regenerativa, ofreciendo posibles perspectivas sobre condiciones relacionadas con el corazón y tratamientos.
En el estudio los investigadores identificaron cómo la proteína Nrg1 guía la formación de las trabéculas. “Esta actúa como un director de orquesta que coordina una sinfonía de eventos dentro de las células cardíacas”, explica Donal MacGrogan, coautor senior de este estudio. Además, añade que éstas “influyen en la forma en la que las células cardíacas se dividen y forman trabéculas, asegurándose de que crezcan en la dirección correcta”.
Los científicos lo imaginan como una mano guía que moldea la arquitectura del corazón. En la investigación se observó que, “cuando se alteraron los niveles de Nrg1, las células cardíacas se comportaron de manera diferente, lo que causó irregularidades en su estructura y función. Estos cambios son similares a un tropiezo en el proceso de crecimiento del corazón, lo que podría provocar problemas cardíacos en esa persona en el futuro”, señala MacGrogan.
El doctor de la Pompa subraya que comprender cómo funciona Nrg1 no es solo una búsqueda intelectual, sino que “podría allanar el camino para tratamientos revolucionarios en el futuro. De esta manera, se podrían desbloquear nuevas estrategias para reparar corazones dañados”.