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Esto es lo que pasa en nuestro cerebro cuando comemos sin parar en momentos de estrés

Investigadores australianos han descubierto que el área del cerebro que controla la respuesta de recompensa se “apaga” cuando nos estresamos, lo que fomenta querer comer por placer

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Esto es lo que pasa en nuestro cerebro cuando comemos sin parar en momentos de estrés
Pexels

Por Andrea Rivero

9 de junio de 2023

Cuando pasamos por épocas de mucho estrés nuestra alimentación es una de las grandes damnificadas. Tenemos ganas de comer constantemente, pero, además, lo que comemos no es nada sano. Chocolate, bollería, patatas fritas… El cuerpo nos pide comida basura. Pero ¿por qué ocurre esto? 

Aunque ya se sabía que estas ganas de comer están relacionadas con el sistema de recompensas del cerebro, ahora un equipo de investigadores del Instituto Garvan de Investigación Médica de Sídney, Australia, ha descubierto los procesos cerebrales concretos que llevan a desear antojos poco saludables de forma persistente como consecuencia del estrés crónico. 

Según estos investigadores, el estrés, combinado con la comida “confort” rica en calorías, como la denominan ellos, crea cambios en el cerebro que impulsan a comer más, aumentan los antojos dulces y conducen a un aumento de peso excesivo. El estudio, publicado en la revista científica Neuron, muestra que el estrés anula la respuesta natural del cerebro a la saciedad, lo que genera señales de recompensa continuas que, a su vez, promueven el consumo de alimentos más sabrosos. Todo esto ocurre en la zona del cerebro conocida como habénula lateral, que al activarse debería atenuar estas señales de recompensa. 

De acuerdo con el profesor Herbert Herzog, autor principal del estudio, “nuestros hallazgos revelan que el estrés puede anular una respuesta cerebral natural que disminuye el placer obtenido al comer, lo que significa que el cerebro es continuamente recompensado por comer”. Además, tal y como explica el profesor, el estrés crónico, unido a una dieta alta en calorías, supone un importante perjuicio para la salud, ya que promueve la obesidad

De un cerebro estresado al aumento de peso

Para comprender qué impulsa este hábito, el equipo investigó en modelos de ratones cómo las diferentes áreas del cerebro respondían al estrés crónico bajo diversas dietas. “Descubrimos que, en la habénula lateral, que normalmente está involucrada en apagar la respuesta de recompensa del cerebro, estaba activa en ratones con una dieta alta en grasas a corto plazo para proteger al animal de comer en exceso. Sin embargo, cuando los ratones estaban crónicamente estresados, esta parte del cerebro permanecía en silencio, lo que permitía que las señales de recompensa se mantuvieran activas y fomentaban la alimentación por placer, y ya no respondían a las señales reguladoras de la saciedad”, explica el doctor Kenny Chi Kin Ip, uno de los autores del estudio.

También observaron que una de las causantes principales de esto es la molécula NPY, que se produce de forma natural en respuesta al estrés. Al bloquearla en los roedores, para que no activara las células cerebrales en la habénula lateral en ratones estresados ​​con una dieta rica en grasas, estos, en respuesta, consumieron menos alimentos “confort” y su peso aumento mucho menos.

Los autores indican que sus hallazgos identifican el estrés como un regulador crítico de los hábitos alimenticios que puede anular la capacidad natural del cerebro para equilibrar las necesidades energéticas.  “Esta investigación enfatiza cuánto estrés puede comprometer un metabolismo energético saludable”, explica el profesor Herzog. "Es un recordatorio para evitar un estilo de vida estresante y, lo que es más importante, si se está lidiando con estrés a largo plazo, intentar llevar una dieta saludable y guardar la comida basura".



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