Por Andrea Rivero
8 de agosto de 2023Un estudio dirigido por investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, ha buscado una explicación de por qué el consumo de alcohol, de leve a moderado, puede estar asociado a un menor riesgo de enfermedad cardiaca. Y la respuesta que encontraron fue que el alcohol, en cantidades controladas, está asociado con reducciones, a largo plazo, en la señalización del estrés en el cerebro, lo que puede explicar el descenso en el riesgo de enfermedad cardíaca.
De acuerdo con el autor principal del estudio, el cardiólogo Ahmed Tawakol, “no estamos defendiendo el uso de alcohol para reducir el riesgo de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares, ya que su consumo sí tiene otros efectos preocupantes en la salud". Lo que buscaba el equipo era entender cómo se relacionaba su consumo a una reducción de las enfermedades cardiovasculares, como han demostrado muchos otros estudios que, sin embargo, no han podido encontrar por qué ocurre esto. “Al encontrar el mecanismo, el objetivo ahora sería encontrar otros enfoques que pudieran replicar o inducir estos efectos cardíacos protectores del alcohol sin sus efectos adversos".
La primera parte del estudio, que se ha publicado en la revista científica Journal of the American College of Cardiology, incluía datos de más de 50.000 personas y evaluó la relación entre el consumo leve/moderado de alcohol y los ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, teniendo en cuenta una variedad de factores genéticos, clínicos, de estilo de vida y socioeconómicos. En este primer punto, los investigadores encontraron que el consumo ligero/moderado de alcohol se asoció con una reducción sustancial en el riesgo de eventos cardiovasculares, incluso después de tener en cuenta esos otros factores.
Posteriormente, estudiaron a un grupo más pequeño, de 754 personas, que se habían sometido previamente a imágenes cerebrales PET/CT para determinar el efecto de este consumo en la actividad de la red neuronal relacionada con el estrés en reposo. Las imágenes del cerebro mostraron una reducción de la señalización del estrés en la amígdala, la región del cerebro asociada con las respuestas al estrés, en los individuos que bebían de forma ligera a moderada en comparación con los que se abstenían. “Encontramos que los cambios cerebrales en los bebedores leves a moderados explican una parte significativa de los efectos cardíacos protectores”, añade Tawakol.
Estos resultados muestran por primera vez que el consumo de alcohol de leve a moderado tiene efectos neurobiológicos a largo plazo en la amortiguación de la actividad en la amígdala, lo que puede tener un impacto significativo en el sistema cardiovascular. “Cuando la amígdala está demasiado alerta, el sistema nervioso simpático se intensifica, lo que eleva la presión arterial y aumenta la frecuencia cardíaca, desencadenando la liberación de células inflamatorias”, aclara el cardiólogo. “Si el estrés es crónico, el resultado es hipertensión, aumento de la inflamación y un riesgo sustancial de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares”.
Los autores resaltan que, en ningún caso, están fomentando el consumo de alcohol. Su estudio también mostró que cualquier cantidad de alcohol aumenta el riesgo de cáncer y, además, si se bebían más de 14 vasos a la semana el riesgo de ataque cardiaco comenzaba a aumentar y la actividad cerebral general disminuía, lo que puede estar relacionado problemas cognitivos.
Ahora, la investigación debe centrarse en encontrar nuevas intervenciones que reduzcan la actividad de estrés del cerebro sin los efectos nocivos del alcohol. Actualmente están estudiando el efecto del ejercicio, las intervenciones de reducción del estrés como la meditación y las terapias farmacológicas en las redes neuronales asociadas al estrés y cómo podrían inducir beneficios cardiovasculares.