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Beneficios y limitaciones de las estatinas, ¿se prescriben demasiado?

Este fármaco que reduce los niveles de colesterol ha sido objeto de controversias acerca de en qué perfiles de pacientes está indicada su prescripción

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Beneficios y limitaciones de las estatinas, ¿se prescriben demasiado?
Freepik

Por Juan García

27 de septiembre de 2024

Las estatinas son una clase de fármacos que inhiben la producción de colesterol en el hígado y, en consecuencia, reducen su concentración en sangre. Dada la relación entre los niveles elevados de colesterol y la aparición de eventos y enfermedades cardiovasculares como ictus e infarto, son unos medicamentos que han contado con una gran popularidad desde su aparición. Sin embargo, hay expertos que señalan que esta popularidad ha sido desmesurada y ha dado lugar a una sobreprescripción de estos fármacos. 

Estos medicamentos aparecieron a mediados de la década de los 70, siendo considerados uno de los grandes avances en el campo de la farmacología en el siglo XX. Desde que se empezaran a comercializar, los estudios en torno al balance de riesgos y beneficios de estos fármacos y los perfiles de pacientes para los que están indicadas no han cesado de aparecer, en una sucesión de evidencias que genera recelos y entusiasmos entre profesionales y pacientes. 

Colesterol, hipercolesterolemia e infarto 

Para entender el efecto de las estatinas, lo primero es comprender qué papel juega el colesterol en nuestro cuerpo. El colesterol es una molécula que, a pesar de contar con connotaciones principalmente negativas a ojos de la opinión pública, desempeña importantes funciones en nuestro organismo. Se trata de un lípido precursor de hormonas y vitaminas que está presente en todas las células del cuerpo. 

No obstante, también representa un peligro potencial para la salud, ya que en niveles elevados (lo que se conoce como hipercolesterolemia) puede conducir a una obstrucción de los vasos sanguíneos que desemboque finalmente en un infarto.

Tradicionalmente, para explicar cómo actúa el colesterol se ha distinguido entre el “bueno” (HDL) y el “malo” (LDL). El cardiólogo José Abellán, señala que esta explicación se fundamenta en “la génesis del infarto”. “El colesterol es una sustancia insoluble en los líquidos, por eso necesita unos transportadores que son el LDL y el HDL. Cuando se produce un infarto, vemos que en las placas de ateroma (las causantes de la obstrucción cardiovascular) se encuentra dentro LDL, mientras que el HDL va por fuera. Es por esto que clásicamente nos ha parecido que hay uno bueno y uno malo”.  

Sobreprescripción y efectos demostrados

El catedrático de Terapéutica y Farmacología clínica en la Universidad Autónoma de Barcelona, Joan Ramón Laporte, se muestra crítico con la prescripción de las estatinas. En su libro “Crónica de una sociedad intoxicada” señala que los criterios de prescripción de estos fármacos se han ido “ensanchando progresivamente” con los años. 

“Su eficacia ha sido exagerada y sus efectos adversos han sido disminuidos. Se prescriben a personas sanas que tienen pocas probabilidades de sufrir una enfermedad del corazón”, considera el farmacólogo. Laporte señala en este sentido las cifras de crecimiento de consumo de este fármaco, con 73 millones de recetas en España en 2022, un 6% más que en 2021. Además, Laporte destaca que “su consumo no ha dejado de aumentar, siendo en la actualidad los fármacos más consumidos del mundo”.

Para el doctor Abellán, la polémica en torno a las estatinas viene por la excesiva fascinación con la que fueron recibidas por la comunidad médica. “Venimos de una situación en la que hace unos años las estatinas parecía que eran la panacea y es posible que se hayan sobreprescrito, pero en los pacientes que tiene indicación sabemos que disminuyen el riesgo de sufrir un infarto”. 

El doctor Gargantilla achaca este “sobredimensionamiento del tratamiento” al hecho de que los doctores se fijen únicamente en los índices de colesterol a la hora de prescribirlas, por lo que recalca la importancia de tener en cuenta otros factores de riesgo. 

Donde las estatinas tienen una mayor eficacia en la prevención del riesgo de infarto es en la denominada prevención secundaria, es decir, para pacientes que ya han sufrido un episodio antes. En cuanto a su prescripción para prevención primaria, es decir, para quienes no tienen antecedentes de infarto, el director médico de Medicina Responsable, el doctor Pedro Gargantilla concluye que son recomendables, pero no siempre. “Con un mismo nivel de colesterol no todo el mundo tiene indicación de tomar estatinas, hay que valorar otra serie de factores de riesgo cardiovascular”, señala el doctor Gargantilla. Para calibrar estos riesgos, el doctor señala que la herramienta más eficaz son las denominadas tablas SCORE que calculan el riesgo de mortalidad cardiovascular a los diez años en base a una serie de factores. 

A propósito de los perfiles para los que están indicadas, un reciente estudio sobre los efectos de las estatinas concluyó que este fármaco no está asociado con la reducción de enfermedades cardiovasculares ni con la mortalidad en personas sanas mayores de 75 años. Sin embargo, Laporte destaca que los mayores de 65 años concentran más de la mitad de estas prescripciones en Cataluña.

Balance riesgo-beneficio

A la hora de determinar en qué pacientes son beneficiosas las estatinas, la clave está en calibrar el balance de riesgos y beneficios. Se sabe que entre los efectos secundarios de estos fármacos se incluyen el dolor muscular y el riesgo de diabetes tipo 2. “Los beneficios de la estatina dependen del riesgo cardiovascular de la persona que lo recibe, en cambio la incidencia de lesión muscular y toxicidad sobre el hígado o diabetes es común. Por tanto, la relación entre sus beneficios y riesgos es más desfavorable en personas con un riesgo cardiovascular bajo”, concluye Laporte.

El doctor Abellán matiza que la ampliación de la prescripción para prevención primaria se realiza con “estatinas de bajo perfil y con un nivel de seguridad alto”. A raíz de esa ampliación, “se popularizó la idea de que prescribirlas en personas que no han sufrido un infarto les protegía de tenerlo, lo cual es cierto, pero en menor medida. Por eso ahí hay que calibrar el riesgo de efectos secundarios”.

Por su parte, el catedrático alude en su libro a una reciente revisión sistemática de análisis clínicos efectuada por la Fundación Cochrane, que concluyó que “la reducción del colesterol LDL (o malo) por estatinas tiene beneficios modestos sobre el infarto de corazón, el ictus y la mortalidad por cualquier causa”. Es decir, que las estatinas son efectivas para reducir el colesterol LDL, pero esto no se traduce en un beneficio relevante para el paciente si no tiene otros factores de riesgo cardiovascular.

Laporte señala que la mayor parte del colesterol se produce en el hígado, mientras que el resto (una cuarta parte) procede de los alimentos que ingerimos, principalmente los de origen animal. En base a ello, desmonta la relación entre la dieta rica en grasas animales y el riesgo de infarto y apunta que las grasas más perjudiciales son las procesadas, presentes en productos como margarinas y bollería. El catedrático argumenta que la industria del azúcar es una de las grandes responsables de fomentar el “mito del colesterol como enemigo de la salud pública” y que explica a su juicio la popularidad excesiva de las estatinas. “Si se nos invita constantemente a prestar atención al colesterol, se nos distrae de examinar otros determinantes de las enfermedades cardiovasculares, como por ejemplo el azúcar, el tabaquismo, el alcohol, el estrés o la clase social”.

Más allá de para qué pacientes están indicadas las estatinas, en lo que coinciden todos los expertos en materia de prevención de riesgo cardiovascular es en la importancia de mantener unos hábitos y un estilo de vida saludable, a través de una alimentación equilibrada y la realización de ejercicio físico de forma regular.



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