
Por Juan García
11 de diciembre de 2025Las resistencias antibióticas se han convertido en un problema de primer orden que los expertos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) no dudan en calificar de una epidemia global, que solo en España es responsable de unos 24.000 fallecimientos al año. Las bacterias han evolucionado para esquivar la acción de los antibióticos convencionales, un sector farmacológico caracterizado por la falta de avances en los últimos años. En este contexto de urgente necesidad de nuevas respuestas a esta amenaza, desde la Sociedad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) destacan el potencial de una prometedora alternativa: la terapia de fagos.
Según ha explicado la vocal de la junta directiva de SEIMC, la doctora María del Mar Tomás, en el marco del IV Encuentro SEIMC con Comunicadores Sanitarios, estas terapias biológicas permiten ofrecer una respuesta basada en medicina de precisión, reduciendo la toxicidad que generan los antibióticos y con un coste no muy elevado, si se cuenta con la infraestructura necesaria para desarrollarlo.
También llamada fagoterapia, estos tratamientos existen desde comienzos del siglo XX, pero que quedó desplazada por la irrupción de los antibióticos, debido a su eficacia y menor complejidad de uso y producción. Ahora, en un contexto donde estos fármacos están perdiendo su eficacia, esta técnica que emplea virus para atacar de forma selectiva las bacterias que causan infecciones, ha vuelto a la palestra de la industria farmacéutica como una opción con gran potencial, especialmente para infecciones crónicas.
Su mecanismo de acción actúa como adyuvante de los antibióticos para potenciar su eficacia, dirigiéndose a una bacteria específica y evitando así los efectos adversos de los antibióticos convencionales. “Los antibióticos actúan frente a todo tipo de bacterias, actúan sobre toda la flora. Los fagos actúan sobre la bacteria q hayas caracterizado, evita alteraciones microbioma”, ilustra la representante de SEIMC.
Entre sus aplicaciones, la doctora Tomás enfatiza su valor frente a infecciones crónicas, como la fibrosis quística o las provocadas por patógenos multirresistentes. En una revisión de un centenar de estudios internacionales, estas terapias han mostrado una eficacia clínica del 77%, logrando una erradicación microbiológica bacteriana del 85% en sinergia con los antibióticos.
Los fagos son unos virus presentes en el ambiente, desde aguas residuales al estiércol, y a través de su caracterización fenotípica, para determinar qué bacteria o grupo de bacterias logra erradicar. Estos fagos se agrupan en colecciones, que se purifican para que cumplan con los estrictos requisitos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Actualmente su aplicación en España se limita a ensayos clínicos internacionales en hospitales como el Virgen Macarena de Sevilla o el de A Coruña, para uso compasivo en pacientes sin alternativa terapéutica. No obstante, desde la SEIMC recalcan la necesidad de una regulación a nivel nacional para su implementación. Una de las carencias actuales la de evidencia científica, por lo que Tomás advierte la necesidad de más estudios farmacocinéticos para obtener más información sobre cómo administrarlos y en cuántas dosis.
Este es un campo donde EE.UU. lleva una clara ventaja a Europa, por la puesta en marcha de más ensayos, aunque apunta el ejemplo de países como Francia, donde han creado una red de instituciones para su uso compasivo en más de 300 casos.
La vicepresidenta de SEIMC, la doctora Patricia Ruiz, ha subrayado la “revolución tecnológica” que está posibilitando la microbiología clínica aplicada al diagnóstico. Así, las nuevas técnicas de diagnóstico molecular, ya instauradas en buena parte de los hospitales de nuestro país, están permitiendo agilizar el proceso de detección precisa de infecciones y su caracterización.
No obstante, para garantizar su acceso equitativo, desde esta entidad subrayan la necesidad de contar con servicios de atención continuada en microbiología clínica “Las infecciones no esperan para avanzar. Por cada hora adicional que se tarda en aplicar un tratamiento óptimo, la mortalidad aumenta un 8% en el caso de la sepsis. En el caso de la meningitis, es una infección que puede tener graves consecuencias si no se administra el tratamiento”, apuntado la vicepresidenta de SEIMC para subrayar la necesidad de avanzar en la implantación de estos servicios.