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Día Mundial sin Tabaco

Allan Sam: "Mucha gente tiene problemas de salud asociados al tabaco, pero no lo sabe"

El jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid, habla sobre los efectos del tabaco en la población y los nuevos dispositivos electrónicos

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Allan Sam: "Mucha gente tiene problemas de salud asociados al tabaco, pero no lo sabe"

Por Nuria Cordón

30 de mayo de 2023

El tabaquismo está considerado por la Organización Mundial de la Salud como una epidemia que mata hasta a la mitad de las personas que lo consumen. De hecho, cada año, más de ocho millones de personas fallecen a causa del tabaco, de las cuales, siete millones se deben al consumo directo y alrededor de 1,2 millones son consecuencia de la exposición de los no fumadores al humo ajeno.

A pesar de que en los últimos años ha habido una mayor conciencia social contra el tabaco, sobre todo tras la ley Antitabaco de hace 16 años, aún sigue siendo un problema que, lejos de desaparecer, corre el riesgo de incrementarse debido a la aparición de nuevas formas de consumir nicotina, como los cigarrillos electrónicos o los vapeadores, y que han adelantado la edad de inicio. De todo ello hablamos con el doctor Allan Sam, jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid que, desde el año 2014, atiende a pacientes con enfermedades respiratorias y ayuda a cientos de fumadores a dejar de fumar.

El tabaquismo es un problema 100% prevenible, pero aún falta conciencia a nivel social…

Cada vez tenemos más. Es verdad que estamos por detrás de lo que debería ser. Si a una persona que no está en el sector sanitario le dices que el tabaco produce más de 50.000 muertes al año solo en España, seguramente te va a decir que es mentira, porque hemos normalizado fumar. La gente lleva fumando desde los tiempos de la colonia y los lobbies del tabaco han hecho muy bien su trabajo. Han transmitido muy bien esa experiencia de sexualización, de placer, de persona inteligente o socialmente aceptada. Por otro lado, el cine también ha ayudado a idealizar ese perfil de fumador o, incluso, la independencia del adolescente que empieza a fumar como un acto de rebeldía. Todo eso ha hecho que normalicemos el tabaco. Pero cada vez está peor visto.

¿Existen diferencias de consumo de tabaco por zonas geográficas o, incluso, por países?

El tabaquismo, aunque irónicamente es algo que cuesta dinero, está muy asociado a un perfil socioeconómico y educativo más bajo. A menor nivel educativo, más tabaquismo. No se ha podido establecer si es por la falta de información sobre el daño que el tabaco puede hacer, pero sí se ha demostrado que, en países en vías de desarrollo, los niveles de tabaquismo activo superan los dos paquetes diarios, mientras que, en los países desarrollados, lo que más tratamos los profesionales sanitarios son a exfumadores, principalmente con edades de 65 a 75 años y cuyas enfermedades asociadas al tabaco son el enfisema o el cáncer de pulmón. En cambio, en los países en vías de desarrollo, las enfermedades asociadas al tabaco son el ictus y el infarto. Por explicarlo desde el punto de vista de la salud, las enfermedades agudas se encuentran en países donde se fuma más, y que generarán un problema más adelante, y las enfermedades crónicas están en aquellos donde se fumó más en el pasado, pero la esperanza de vida es más alta. Vamos a dos velocidades en cuanto al tabaquismo en el mundo. 

¿Detrás de cuántas enfermedades puede estar el consumo de tabaco? 

Muchas. Primero está la enfermedad coronaria, es decir, todos los accidentes cardiovasculares, como ictus e infartos. Por otro lado, el cáncer de pulmón, que es el que más personas mata en el mundo. Además, el 92% de los cánceres de pulmón que diagnosticamos están íntimamente asociados al tabaco, es decir, nueve de cada diez. Por último, la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), como la bronquitis crónica y el enfisema pulmonar, también son enfermedades asociadas. Pero hay muchas más. Están las enfermedades gastrointestinales como la gastritis o las úlceras, el cáncer de laringe, cáncer de vejiga o de las vías urinarias, la disminución de peso al nacer y retraso en el crecimiento de neonatos que vienen de madres que fuman o la impotencia en el barón. Allí donde pongas el ojo en un cuerpo humano, el tabaco tiene un efecto dañino. 

¿Cuál es el perfil de una persona con tabaquismo en la actualidad?

Ahora tenemos más incidencia en adolescentes o mujeres jóvenes. Esa dinámica se ha invertido. Si hablamos de épocas de antes de la revolución sexual, la balanza estaba en nueve fumadores hombres por una mujer. Desde mediados de la década de los 60, ha ido creciendo el número de mujeres fumadoras y disminuyendo el de los hombres. Y últimamente, en menores de veinticinco años, incluso menores de dieciocho, donde también fuman más las mujeres. Se empieza antes y de forma más intensiva. 

¿Qué probabilidad tiene una persona que lleva más de 15 años fumando de desarrollar un cáncer de pulmón?

Hay que tener en cuenta que en España hay casi nueve millones de fumadores, pero sólo diagnosticamos algo más de 35.000 casos de cáncer de pulmón al año. Esto quiere decir que hay muchas más variables aparte del tabaco, como poblacionales, genéticas o propias de la persona, ya que no todo el mundo fuma las mismas cantidades y no a todos les produce la misma inflamación. Las variables son muchas. Aun así, no sólo se trata de cáncer, también tenemos mucha enfermedad pulmonar asociada al tabaco, como bronquitis crónica, enfisema, de los cuales tenemos un infradiagnóstico muy importante porque la gente suele normalizar los síntomas. De hecho, se estima que hay hasta un 70% de personas infradiagnosticadas en estadios iniciales de EPOC. Hay mucha gente que tiene problemas de salud asociados al tabaco, pero no lo sabe y va a pasar un tiempo hasta que se enteren. 

En los últimos años ha habido una mayor conciencia contra el tabaco, pero sigue siendo un problema mundial. ¿Habría que endurecer las medidas a nivel institucional?

Todo lo que se pueda hacer, sería positivo, el problema es que las prohibiciones siempre sientan mal dentro de una sociedad donde consideramos que tenemos muchos derechos, pero pocas obligaciones. Aun así, desde el punto de vista social, cada vez está peor visto, no sólo por las leyes. Cada vez estamos más concienciados, el problema es que lo hemos asociado al cigarrillo, y esto la industria lo sabe desde hace más de 15 años y han virado hacia las nuevas formas de consumo de nicotina. Hablamos de los nuevos dispositivos electrónicos. Se nos ha pintado un mundo de color de rosa donde los vapeadores, el consumo alternativo de nicotina, son menos malos, pero sabemos los problemas que genera porque la población lleva cientos de años fumando. Probablemente, dentro de 50 o 70 años nos llevemos las manos a la cabeza preguntándonos cómo permitimos que existieran los vapeadores. Tristemente, los adolescentes ahora son el principal mercado del sector, porque están consumiendo algo que genera dependencia, adicción, que no está mal visto socialmente y que lo venden como algo que no genera tos, fatiga, olor, etc. Hasta ahora, la sociedad sólo ha visto ventajas en ellos frente al tabaco. Solo en Japón los vapeadores ya son el 25% del mercado de nicotina y, en España, aunque vamos por detrás, las estadísticas hablan de que un 10% de los menores de 14 años ya ha probado el vapeador. Es una locura que la edad media de inicio de vapeadores este en los 13 años. Aunque en un futuro el tabaco será algo residual, nos encontraremos con otro problema: el vapeador. 

Pero, hasta hace poco, estos dispositivos eran un instrumento para dejar de fumar…

Sí, el vapeador se inventó como un mecanismo para abandonar el tabaco. La idea inicial era que fuera uno de los muchos tratamientos para abandonar el cigarrillo. El problema es que no es inocuo, con él se consume nicotina, una droga que genera adicción. Tristemente no vemos a la nicotina como una droga. No está mal visto fumar. Por ejemplo, está peor visto ver a una persona en un banco en la calle beber un litro de cerveza que fumando, cuando el tabaquismo genera más muertes y más problemas que el alcoholismo. 

En el mismo momento que una persona deja de fumar ¿reduce sus probabilidades de tener alguna de las enfermedades mencionadas?  

Desde el minuto uno. Todos los productos que van asociados al tabaco generan inflamación a nivel celular. En el momento que nosotros dejamos de generar esa inflamación a nivel celular, experimentamos cambios. Por ejemplo, en mujeres, reduce la producción de hormonas femeninas, que se vuelven a normalizar. También, desde los primeros días, baja la frecuencia cardíaca o se disminuye la tensión arterial, a las dos semanas ya recuperas parte del olfato y del gusto, progresivamente la situación cardiovascular va mejorando y cada día que pasa, cada mes que pasa y cada año que pasa, los riesgos de desarrollar enfermedades asociadas al tabaco van disminuyendo. Es verdad que muchos de estos riesgos son a largo plazo, como las enfermedades oncológicas. En este aspecto, una persona tiene que estar entre 12 y 13 años sin fumar para alcanzar el nivel de riesgo de un no fumador, que tampoco es cero. Cuanto antes lo dejas, mejor resultado tienes a largo plazo.

¿Qué opina de los nuevos medicamentos para dejar de fumar, como Todacitan? 

Estos fármacos están funcionando muy bien. Pero tenemos que ser bastante claros a quién se los prescribimos. Dejar de fumar genera ansiedad, porque hemos tenido cierta dependencia física y psicológica del tabaco, y los tratamientos para dejarlo tienen que ser un todo, es decir, no sólo tienen que estar disponibles los fármacos, tiene que haber cierto componente de consejo, de acompañamiento, de que la persona sepa que lo tiene que lograr, ponerse metas… no es tan fácil como tomarse una pastilla. Este nuevo fármaco tiene ciertas competencias dentro de los receptores de la nicotina, por lo que las personas que lo toman consiguen cierto olvido por fumar, porque esos receptores están cubiertos por el fármaco. Es decir, si los receptores fueran una cerradura, el fármaco es como una llave que se parece a la nicotina, pero no lo es, y al tener esa cerradura ocupada, el cerebro no te pide nicotina. Son fármacos muy seguros. Aun así, hay un grupo de personas que no lo deberían de tomarlos, por ejemplo, los que han tenido enfermedades cardiovasculares recientes, infarto o ictus, o mujeres embarazadas o en lactancia. 

¿Se manejan cifras de fracaso en pacientes que intentan dejar de fumar?

Es complicado tener cifras porque depende de muchas variables; del consumo previo, de cuantas veces se ha intentado. Habitualmente, en el primer intento tenemos recaídas de hasta el 70%. Si lo extrapolamos a otros números, te puedo decir que ocho de cada diez fumadores han intentado dejar de fumar al menos una vez en su vida. Algunos lo dejan una vez y es para toda la vida. Otros necesitan dos o tres intentos. Es verdad que, a mayor consumo o más tiempo de haber fumado, mayor es la tasa de recaída, pero, en general, la mayoría necesita dos o tres intentos. Lo que sí está comprobado es que cuando tenemos un soporte médico psicológico y farmacológico de por medio, esas tasas disminuyen muchísimo. 

¿Podemos pensar en una sociedad libre de tabaco en el futuro?

Si y no. Si miras a las dos primeras marcas tabacaleras mundiales, resulta que son las mayores accionistas de los vapeadpores y de los calentadores de tabaco. Se han dado cuenta de que la forma en la que la gente ve al fumador ha cambiado y ¿qué mejor que ser tú mismo la propia alternativa para tener a la gente enganchada a la nicotina? El consumo de cigarrillos será cada vez menor, cada vez tiene más impacto en las políticas antitabaco, pero esas políticas no las estamos aplicando de igual manera en estos nuevos dispositivos. Y no podemos cambiar algo malo por algo que creemos menos malo. Las tabacaleras han cambiado su concepto: el tabaco tradicional está situado en personas más mayores. Si esas personas quieren abandonar, hay un paso intermedio, los calentadores de tabaco, y, en población joven, los vapeadores. Tienen cubiertas las tres ramas del mercado y tienen a toda la población que consume nicotina presa de una adicción. 



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