Las secuelas del cáncer de mama de las que nadie habla

Según los últimos datos recogidos por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2023 se diagnosticarán 35.001 nuevos casos de cáncer de mama, siendo este tipo de tumor el más frecuente entre las mujeres en nuestro país, por delante del cáncer colorrectal, de pulmón, cuerpo uterino, tiroides y páncreas. En España, aproximadamente el 30% de los cánceres diagnosticados en mujeres se originan en la mama y es ya el tumor más diagnosticado del mundo, superando por primera vez al cáncer de pulmón, según datos publicados en 2021 por el Centro de Investigaciones sobre el cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).

En cuanto a la tasa de incidencia, los expertos estiman 132 casos por cada 100.000 habitantes y la probabilidad estimada de desarrollar cáncer de mama siendo mujer es de una de cada ocho. Este tipo de tumor suele aparecer entre los 35 y los 80 años, aunque la franja de los 45-65 es la de mayor incidencia, al ser el momento en el que se producen los cambios hormonales en los períodos de peri y post menopausia, una curva de incidencia que continúa aumentando a medida que la mujer envejece.

En la mayoría de los casos el tratamiento pasa por cirugía y quimioterapia, que suele dejar secuelas físicas importantes en las pacientes. “Siempre se habla de las secuelas más conocidas, las que más se ven, la caída del cabello, la pérdida de cejas y pestañas, pero hay otras secuelas que no se ven y afectan de un modo grave a las pacientes, incluso tiempo después de haber pasado por la quimio”, afirma la doctora Cristina Sánchez Cendra, oncóloga en el Hospital Universitario de Guadalajara.

La quimioterapia puede provocar muchas y variadas secuelas, las más conocidas, además de la caída del cabello, son los problemas gastrointestinales, las nauseas o la diarrea e incluso el daño neuronal que puede llegar a producir problemas cognitivos e incluso depresión. Esta última “no solo es debida a tener cáncer, sino a la propia toxicidad de la quimioterapia y al daño neuronal que puede provocar”. Además, la quimio puede ser tóxica para el corazón y otros órganos como el hígado o el riñón. “La quimio provoca anemia, bajada de defensas y de plaquetas, entre otras cosas”, asegura la doctora Sánchez.

Si atendemos a la calidad de vida de las pacientes hay otra secuela de la que no se suele hablar y que, sin embargo, puede provocar problemas graves de autoestima, ya que tiene repercusiones en su salud sexual y reproductiva. Hablamos, de la atrofia vulvar, provocada por la quimio, que es la sequedad de la vagina. “La vagina tiene mucosas y la quimio suele afectar a las mucosas del cuerpo, las gastrointestinales, las de los ojos, por lo tanto, a la vagina también le afecta”, dice Sánchez. En la vagina, de hecho, es muy frecuente que aparezcan porque las células que se regeneran en esta parte son de crecimiento rápido y “ese es el objetivo principal de la quimio, las células que se regeneran rápido”, explica la doctora Sánchez. Esta sequedad de la vagina provoca picor, escozor o tendencia a infecciones y, “por supuesto, dolor, que se produce durante las relaciones sexuales y se conoce como dispareunia”, aclara Sánchez. Afortunadamente esta secuela puede revertirse con una buena pauta nutricional y evitando irritantes, “pero si persiste, porque altera la flora vaginal, hay que tratar con probióticos y medicamentos de uso tópico”. .

En cuanto a los problemas de fertilidad que provoca la quimioterapia en mujeres tratadas con ella en edad fértil, son muy frecuentes porque la quimio “favorece la eliminación de las células reproductivas y la capacidad de quedarse embarazada se reduce o se anula. Por eso a las pacientes se les suele recomendar la congelación de óvulos antes de iniciar el tratamiento, si es posible”, concluye la doctora Sánchez.

 

 

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