Por Andrea Rivero
17 de octubre de 2023El cáncer de mama será el cáncer con mayor incidencia en las mujeres de nuestro país a lo largo de todo 2023, con una estimación de 35.001 nuevos casos, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Es un problema de Salud Pública de primera magnitud porque afecta a millones de mujeres (y algunos varones) en todo el mundo y, lamentablemente, se ha consolidado como una de las principales causas de muerte por cáncer en el género femenino. Su alta incidencia también ha favorecido la investigación preclínica y clínica y que se desarrollen más técnicas de vanguardia para su diagnóstico y tratamiento, como, por ejemplo, la biopsia líquida.
El estudio de la biopsia de tejido del tumor mamario es fundamental y representa el estándar para el diagnóstico del cáncer de mama. Esta biopsia proporciona información detallada sobre la estructura del tumor, su grado de agresividad y la expresión de receptores hormonales (estrógenos y progesterona) y HER2 (Receptor del factor de crecimiento Epidérmico Humano 2), que son cruciales para conocer la historia natural de la enfermedad y planificar el tratamiento. Hasta hace pocos años este análisis solo se realizaba en una muestra de tejido obtenida mediante una biopsia o una cirugía. Sin embargo, hoy en día la secuenciación genómica del ADN tumoral se puede hacer a partir del ADN que circula libremente en la sangre de la paciente con cáncer, lo que se conoce como biopsia líquida.
Según el doctor José Ángel García Sáenz, oncólogo médico y especialista en cáncer de mama de la Unidad de Tumores de Mama del Servicio de Oncología Médica del Hospital Ruber Internacional, “la secuenciación del ADN tumoral para identificar mutaciones específicas asociadas al cáncer de mama, como las mutaciones en los genes PIK3CA, HER2, BRCA, ESR1, MSI o NTRK, nos ayudan a establecer la historia natural de la enfermedad (pronóstico), determinar su agresividad y también nos permite individualizar el tratamiento estableciendo qué agentes terapéuticos y su secuencia son los más adecuados (predictivo) para su tratamiento".
Se trata de una técnica no invasiva que permite analizar biomarcadores y mutaciones génicas en el ADN circulante presente en la sangre periférica. En el contexto del cáncer de mama, el ADN circulante (ctDNA) se refiere específicamente al ADN tumoral circulante liberado por las células tumorales en el torrente sanguíneo. El ctDNA tiene su origen en las células tumorales primarias o en las células tumorales de las metástasis. A medida que las células tumorales proliferan liberan fragmentos de su ADN en la sangre por fenómenos de apoptosis celular, necrosis o secreción autocrina, que pueden ser detectados a partir de una muestra de sangre y secuenciados para detectar mutaciones. “La idea es identificar dianas potencialmente accionables, clasificadas como de categoría I en la Guía ESCAT de la Sociedad Europea de Oncología Médica. Estas mutaciones o dianas de categoría I son las dianas para las que hay un agente terapéutico aprobado que puede modificar la evolución natural de la enfermedad", explica el doctor García Sáenz.
Al ser un procedimiento mínimamente invasivo, una venopunción, la biopsia líquida es una excelente herramienta para realizar un seguimiento continuo de la enfermedad a lo largo del tiempo, ya que se pueden realizar extracciones periódicas para evaluar la respuesta al tratamiento y conocer su evolución.
Aunque los niveles de ctDNA pueden variar mucho entre las pacientes, los niveles en una paciente individual a lo largo del tiempo se correlacionan con los cambios en la carga tumoral y la respuesta al tratamiento. En este sentido, como indica el especialista, “la biopsia líquida puede usarse para monitorizar la enfermedad, de forma complementaria a la evaluación clínica y radiológica. Si se observa una disminución significativa o un aclaramiento total de la carga de ctDNA, esto sugiere una respuesta positiva al tratamiento. Sin embargo, en el caso de que se detecten aumentos en el ctDNA o se identifiquen nuevas mutaciones de resistencia, habría que cambiar la estrategia terapéutica".
Estos datos permiten al médico anticipar el nuevo pronóstico del cáncer e identificar a aquellas pacientes que no se están beneficiando del tratamiento de forma precoz. “Si en los primeros 15 días tras iniciar el tratamiento en cáncer de mama metastásico se produce un aclaramiento de ctDNA respecto a la determinación basal, es muy probable que el control de la enfermedad sea duradero. Pero si no se produce es probable que estemos ante una progresión clínica inminente. Por ejemplo, en el caso de que detectemos una diana clínicamente accionable, como el gen PIK3CA, podemos plantear un tratamiento específico frente a la proteína PI3K”, señala el especialista del Hospital Ruber Internacional.
Pese a su potencial en el abordaje integral del cáncer de mama, la biopsia líquida solo empieza a utilizarse de forma asistencial en el cáncer de mama metastásico para conocer su perfil molecular y obtener información pronóstica y predictiva. Sin embargo, existen numerosas investigaciones que apuntan a nuevas aplicaciones clínicas, como por ejemplo en etapas iniciales de la enfermedad.