Por Sergio Díaz
23 de octubre de 2024La enterocolitis inducida por proteínas es una enfermedad poco conocida, pero que plantea grandes retos para los especialistas en alergias. Aunque se descubrió por primera vez en las décadas de 1960 y 1970, su diagnóstico sigue siendo complicado, y muchos casos permanecen sin detectarse, tanto en niños como en adultos.
Se trata de una afección rara, con una incidencia estimada de 0,7 casos por cada 1.000 niños. Afecta mayormente a la población infantil, desde recién nacidos hasta los cuatro años. Sin embargo, en los últimos años se ha comenzado a diagnosticar también en adultos, lo que sugiere que es una enfermedad infradiagnosticada.
La enterocolitis inducida por proteínas es una reacción adversa que se desencadena al consumir ciertos alimentos, afectando principalmente el sistema digestivo. A diferencia de las alergias alimentarias comunes, no está mediada por inmunoglobulina E (IgE), lo que significa que las pruebas habituales de alergia, como los prick-tests (pruebas cutáneas) o análisis de sangre, suelen dar negativo. Esto complica su diagnóstico, ya que los síntomas pueden confundirse con otras afecciones digestivas.
Los síntomas suelen aparecer después de la ingesta del alimento implicado, y empeoran con cada exposición. En los bebés y niños pequeños, los síntomas incluyen irritabilidad, llanto (probablemente por dolor abdominal), vómitos, diarrea y decaimiento general. En los adultos, los síntomas más comunes son vómitos, diarrea y malestar general.
En los niños, los alimentos más frecuentemente asociados con esta patología son los que se introducen primero en su dieta, como la leche, el huevo y el pescado. Sin embargo, se han reportado casos relacionados con otros alimentos.
El diagnóstico no es sencillo debido a la ausencia de pruebas claras que confirmen la enfermedad. Los especialistas deben basarse en una evaluación clínica detallada y un seguimiento cuidadoso de los síntomas tras la ingesta de ciertos alimentos. Es fundamental consultar a un alergólogo ante cualquier sospecha.
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento consiste en evitar completamente el alimento que provoca la reacción. En los lactantes que no toleran la leche, por ejemplo, es necesario usar fórmulas especiales con proteínas hidrolizadas, que son más fáciles de digerir.
En los niños, la mayoría de los pacientes tienden a superar esta afección antes de los 5 años. Sin embargo, en los adultos, la enfermedad suele ser más persistente. Los pacientes deben someterse a controles periódicos con su alergólogo para evaluar si la enfermedad ha evolucionado hacia una alergia mediada por inmunoglobulina E, lo que permitiría un manejo diferente del problema.