
Por Nuria Cordón
1 de diciembre de 2025A pesar de ser una enfermedad neurológica que afecta a 5,1 millones de personas en España (12% de la población), la migraña continúa siendo una gran desconocida y, en muchas ocasiones, banalizada. Por ello, tanto pacientes como médicos, enfermeros y psicólogos reclaman un objetivo común: visibilizar las dificultades a las que se enfrentan los pacientes para reclamar una atención integral, equitativa y planificada en toda España.
Así se ha puesto de manifiesto en el III Seminario de periodistas, organizado por la compañía farmacéutica Lundbeck, bajo el título “Migraña: una carrera de obstáculos”, donde se ha destacado que, a pesar de ser la tercera enfermedad más prevalente del mundo y la primera causa de discapacidad en adultos menores de 50 años, la realidad asistencial refleja un largo recorrido de obstáculos: el 95% de los pacientes tarda una media de seis años en recibir un diagnóstico y el 40% permanece sin diagnosticar. Además, el acceso a las unidades especializadas de cefaleas y a los tratamientos más innovadores varía significativamente según donde resida el paciente.
“El diagnóstico tardío y las diferencias en el acceso a la atención convierten a la migraña en una enfermedad con muchas retos y necesidades no cubiertas”, señaló el doctor Roberto Belvís, neurólogo y coordinador del Grupo de Estudio de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Para el doctor Belvis, “la migraña es una de las enfermedades neurológicas más incapacitantes y con mayor infra diagnóstico; muchas personas tardan años en obtener un diagnóstico correcto y acceder a una unidad de cefaleas”. Y es que, según el neurólogo, en la carrera de medicina solo se dedican cuatro horas a la migraña por lo que “menos del 40% de los médicos conocen los criterios diagnósticos y muchos pacientes se automedican”.
Esto hace que la enfermedad se cronifique, algo que a juicio del doctor no debería ocurrir. “Si todos esos recursos estuvieran disponibles, no existiría la migraña crónica”. De hecho, según el especialista, “la migraña crónica no debería de existir, es un fracaso del sistema”
Belvís recordó que existen más de 120 tipos de cefaleas en el ser humano, pero la migraña es la más frecuente y representa el 60% de los casos en consulta. Se trata de una enfermedad hereditaria y compleja, sin anomalías estructurales visibles en el cerebro, pero con un procesamiento alterado frente a estímulos como el estrés, el sueño o los cambios ambientales. “El sufrimiento de quienes viven con migraña está infravalorado y, en muchos casos, mal atendido”, afirmó.
La enfermedad presenta tres formas principales (episódica sin aura, con aura y crónica) y suele evolucionar en fases que van más allá del dolor, como el pródromo y el postdromo. Sin embargo, debido al retraso diagnóstico, que alcanza entre seis y siete años, la mayoría de los pacientes van “ciclando a lo largo de su vida y terminan cayendo en la migraña crónica (más de 15 días al mes)”.
El tratamiento, según el doctor, comienza por la educación sanitaria, la identificación de desencadenantes y la corrección de hábitos: regular el sueño, evitar el estrés, realizar ejercicio aeróbico y mantener una alimentación ordenada. A partir de ahí, se aplican analgésicos, triptanes o, más recientemente, ditanes y gepantes. Para la prevención, los anticuerpos monoclonales anti-CGRP han demostrado mayor eficacia y seguridad, aunque su acceso varía según la comunidad autónoma. “La inequidad territorial sigue siendo enorme”.
El impacto de la migraña es devastador, según el neurólogo: es la primera causa de discapacidad en mujeres jóvenes y la sexta en la población general. El 93% sufre un dolor moderado o grave, un 45% ha acudido a urgencias en los últimos seis meses y buena parte oculta sus crisis por miedo a perder oportunidades laborales. De hecho, el presentismo, es decir, el acudir a trabajar sin poder rendir, supone el 89% del coste económico para las empresas. “Es uno de los pacientes que más va a trabajar con su enfermedad”, según el doctor Belvís.
“No es el dolor lo que hace que el paciente de migraña no produzca, es la falta de concentración”, afirmó el neurólogo. Por ello, es importante que las empresas se adapten a los pacientes con medidas muy simples como que el trabajador pueda levantarse de su sitio, que las luces estén adaptadas, disminuir el ruido, poder caminar y trabajar en equipo… “Desarrollando medidas muy baratas aumenta la productividad entre un 29 y 36%”.
El recorrido de las personas con migraña no solo depende del diagnóstico médico, sino también del acompañamiento durante el tratamiento. Para Tania Herrera, enfermera experta en cefaleas en el H.U. Donostia, “las enfermeras somos clave en la educación del paciente, la adherencia al tratamiento y el seguimiento continuado”. Herrera afirmó que la creación de puestos específicos de enfermería en unidades de cefaleas “reduce las visitas a urgencias, mejora la calidad de vida y refuerza la relación profesional-paciente”. Por ello, recordó que incorporar enfermeras expertas en neurología “no es un gasto, sino una inversión que repercute directamente en la eficiencia del sistema y en la satisfacción del paciente”.
El papel de la enfermería no solo se centra en la atención clínica, sino también en la educación del paciente para el manejo de desencadenantes y estrategias de autocuidado, reduciendo así la frecuencia y el impacto de las crisis. “El gran reto es garantizar una atención equitativa, asegurando la presencia de enfermeras expertas en cefalea en todas las consultas monográficas a nivel estatal. Para lograrlo, debemos impulsar la formación avanzada y consolidar nuestra integración en equipos multidisciplinares. Solo así podremos ofrecer una atención de calidad y contribuir de manera efectiva a mejorar la calidad de vida de quienes conviven con migraña”, comentó Tania Herrera.
Las enfermeras especializadas son clave en el seguimiento, la formación del paciente y la reducción de crisis. Sin embargo, apenas hay unidades suficientes. “Es indispensable que haya una enfermera de cefaleas en cada hospital”, reclamó Herrera.
La migraña impacta también en la salud emocional. Según la Sociedad Española de Neurología el 38% de los pacientes con migraña muestran síntomas depresivos de moderados a grave. De igual modo se estima que el 22% sufre ansiedad.
La psicóloga Almudena Mateos recordó que “no se puede hablar de abordaje integral si no se atiende también la dimensión emocional del paciente. La migraña no solo duele en la cabeza, también en la autoestima, en el trabajo y en las relaciones sociales. La salud mental no sólo empeora el curso de la migraña, sino que también va a modular la experiencia fisiológica del dolor”.
En esta línea, Rocio, paciente de migraña, confesó que la enfermedad le ha robado seguridad, vida social y oportunidades laborales desde la adolescencia. Los episodios fueron durante años minimizados o mal interpretados hasta recibir un diagnóstico tardío.
Mateos presentó datos que refuerzan esta relación y por ello insiste en integrar intervenciones psicológicas basadas en la evidencia, como la terapia cognitivo-conductual o terapia de aceptación y compromiso. “El tratamiento psicológico es un componente eficaz del manejo multidisciplinar de la migraña. Resultando crucial para abordar el estrés, la comorbilidad psicológica y las estrategias de afrontamiento desadaptativas, lo que impacta positivamente en la mejora de la calidad de vida y el pronóstico del paciente”, concluye Almudena Mateos.
Y es que, de acuerdo con Mateos, “la relación entre migraña, ansiedad y depresión es bidireccional”.
En este complejo contexto, el papel de las asociaciones también es importante. Eva Ortega, de la Asociación Española de Migraña y Cefalea (AEMICE), destacó su labor tanto en sensibilización social como en el acompañamiento y defensa de los derechos de las personas con migraña.
Las asociaciones son la voz de quienes viven con migraña cada día. Ayudan a derribar estigmas, acompañan en el proceso diagnóstico y trabajan para que la migraña sea reconocida como lo que es: una enfermedad neurológica grave que necesita recursos y planificación. “La prioridad para los próximos años es mejorar de manera decidida la atención sanitaria y social que recibe la población con migraña en nuestro país. Para ello es imprescindible que las autoridades sanitarias impulsen, de una vez por todas, un Plan Nacional de Migraña que marque estándares claros de calidad asistencial, garantice un abordaje homogéneo en todo el país y reconozca el impacto real de la enfermedad también en el ámbito social. Solo así podremos avanzar hacia un modelo que responda a las necesidades de las personas, mejore su calidad de vida y les permita vivir sin que la migraña limite sus oportunidades”, señaló Ortega.