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Día Mundial del Cáncer de Ovario

La detección tardía y su baja incidencia, principales obstáculos en la lucha contra el cáncer de ovario

La oncóloga médica Sara Cristina González explica a Medicina Responsable los principales retos a la hora de detener la progresión de este tipo de tumor

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La detección tardía y su baja incidencia, principales obstáculos en la lucha contra el cáncer de ovario
Freepik

Por Juan García

8 de mayo de 2024

El cáncer de ovario sigue siendo un gran desconocido para gran parte de la población debido a su baja incidencia. Sin embargo, a pesar de representar sólo el 3% de todos los tumores femeninos, es la cuarta causa de muerte por cáncer en la mujer y la primera causa de mortalidad por cáncer ginecológico, según destaca la Asociación Española Contra el Cáncer. Las habituales complicaciones con las que se manifiesta, así como su difícil diagnóstico y elevada mortalidad, hacen necesario impulsar la investigación para avanzar en la lucha que tienen muchas mujeres frente a este tipo de tumor. Para arrojar luz sobre todas estas cuestiones, Medicina Responsable ha entrevistado a la doctora Sara Cristina González (@dbd.cancer), oncóloga médica en el Hospital madrileño La Luz.

El cáncer de ovario aparece habitualmente después de la menopausia, pero puede surgir en mujeres jóvenes con antecedentes familiares de cáncer de mama ya que, como señala la doctora González, se trata de un tumor “muy condicionado por la predisposición genética”. La oncóloga también explica que la evidencia existente revela una mayor incidencia entre mujeres que no han estado embarazadas o que han comenzado a menstruar a edades tempranas. 

Para la doctora, el factor clave del cáncer de ovario es “la ausencia de síntomas en estados iniciales”, por lo que el diagnóstico es tardío en la mayoría de ocasiones, cuando el tumor se encuentra en fase avanzada. La progresión habitual de este cáncer es la extensión por la pelvis y el abdomen hasta alcanzar finalmente el tórax. Cuando el cáncer se encuentra en estado III, el punto más frecuente de detección, “aumenta el perímetro abdominal, se produce estreñimiento grave y se altera el tránsito intestinal, además del dolor”, siendo ya difícil combatirlo.

Los tratamientos más habituales son la combinación de “los antiangiogénicos como el Bevacizumab, que inhiben la producción de vasos sanguíneos del tumor y frenan su crecimiento, con quimioterapia clásica con platinos y taxanos”. La oncóloga destaca que en los últimos años también se han producido avances terapéuticos “sobre todo para los tumores serosos de alto grado”, como son “los inhibidores de PARP, especialmente potentes en personas con mutaciones en BRCA o alteraciones de la recombinación homóloga (es decir, tumores cuya vía de crecimiento es el exceso de reparación del ADN)”. Un caso particular que, para la doctora González, resulta “complejo y fascinante al mismo tiempo”.

El principal reto al que se enfrenta la medicina con esta enfermedad oncológica es “su manera de afectar al abdomen y al tubo digestivo”. Como consecuencia, es frecuente la aparición de líquido abdominal, la ascitis y la alteración del peristaltismo intestinal llevando a veces a la obstrucción intestinal, o el compromiso de la vía urinaria. Por ello, la doctora González subraya la importancia de vigilar “el funcionamiento de los órganos abdominales durante la evolución de la enfermedad para tomar medidas a tiempo”. 

A día de hoy, no existe un programa de cribado para la población general, por lo que la oncóloga recomienda hacer una revisión anual con “una ecografía transvaginal” para comprobar que no se esté desarrollando un tumor. Su baja incidencia hace que sea poco conocido por la población y dificulta la obtención del volumen necesario de pacientes para realizar investigaciones y ensayos clínicos. “Por eso, en líneas generales, la investigación en cualquier enfermedad poco frecuente es un reto, porque hay muy poca gente con la que poder probar los tratamientos nuevos y demostrar que funcionan”, concluye la doctora. 

Efemérides como la de hoy, en la que se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Ovario, sirven para poner sobre la mesa las dificultades a las que se enfrentan los pacientes y la necesidad de apoyo institucional e inversión que necesitan. Para ello, el primer paso es la concienciación social sobre una patología que sigue pasando desapercibida para la mayoría de la población.



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