Por Juan García
11 de abril de 2024La insulina es una hormona segregada por el páncreas que se libera al torrente sanguíneo para regular el nivel de glucosa presente en la sangre. La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no crea la suficiente insulina (tipo 1) o esta hormona no actúa adecuadamente en el organismo (tipo 2), lo que provoca hiperglucemia, es decir, un exceso de glucosa en sangre.
Desde que hace un siglo se comenzara a producir como terapia para los diabéticos, obteniéndolo de páncreas de animales, la insulina ha sido el aliado por excelencia de los diabéticos para lidiar con esta enfermedad. Sin embargo, la revolución que supuso hace 100 años, más allá de aligerar su difícil proceso de obtención, ha visto pocos avances. Para el doctor del Grupo de Diabetes y Autoinmunidad de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), Colin Dayan, ha llegado el momento de cambiar el abordaje de la diabetes.
Así lo expresó ayer en la conferencia inaugural de la XXXV edición del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), celebrado en Granada del 10 al 13 de abril con la presencia de más de 1.200 profesionales asistentes. El objetivo de este encuentro científico es abordar los avances más prometedores en investigación y someter a debate las posibles soluciones para los problemas clínicos relacionados con la prevención, diagnóstico y tratamiento de los pacientes diabéticos.
En un reciente artículo, el doctor galés apuntaba que “la insulina no proporciona un control glucémico satisfactorio en la mayoría de las personas y sigue habiendo una importante necesidad insatisfecha de nuevos tratamientos para la diabetes tipo 1 (DT1)”
La postura de Dayan a este respecto es la defensa de la necesidad de cambiar el manejo de esta enfermedad mediante el uso de inmunoterapia de bajo riesgo, con el objetivo de preservar la función endógena de las células beta y facilitar sustancialmente el control metabólico. De esta forma, asegura, “la insulina y/o el reemplazo de células beta (células madre o trasplante) deberían considerarse en el futuro terapias de rescate reservadas para presentaciones tardías”.
Dayan recuerda que la DT1 es una enfermedad “autoinmune, más que metabólica” y analiza los riesgos y ventajas de tratarla con inmunoterapia de bajo riesgo en lugar de insulina.
En este sentido, se muestra “entusiasmado con la reciente aprobación del fármaco teplizumab para retrasar la necesidad de insulina entre 2 y 3 años”, sobre todo porque es el inicio de una nueva era; de hecho, “hay al menos otros siete fármacos que también tienen efectos beneficiosos y deberían poder prolongar aún más este período”. A su juicio, “no cabe duda de que ya es posible retrasar la pérdida de células productoras de insulina con bajo riesgo para los pacientes y, además, ahora podemos extender este período de DT1 sin insulina por más y más tiempo”, afirma el experto de la Universidad de Gales.
Actualmente, como la mayoría de las otras enfermedades autoinmunes, la DT1 se puede controlar durante muchos años sin necesidad de insulina, aunque puede ser necesario un tratamiento continuo. “Si entendemos las etapas de la enfermedad, podemos avanzar hacia la ‘DT1 libre de insulina’”, destaca el conferenciante.
Por su parte, el doctor Antonio Pérez, presidente de la SED, destaca que “se están desarrollando nuevas insulinas y sistemas de administración que facilitan este tratamiento en personas con diabetes tipo 1”.
Para los pacientes con diabetes tipo 2, el reciente desarrollo de fármacos antagonistas de receptor de GLP1, como Ozempic o Saxenda, ha supuesto un avance “extraordinario” en el manejo de esta enfermedad, según subraya el doctor Pérez. Sin embargo, los efectos de estos medicamentos sobre la pérdida de peso han llevado a una situación de desabastecimiento provocada por su prescripción inadecuada como método adelgazante para pacientes no diabéticos.
Estos fármacos han modificado en gran medida las estrategias de tratamiento de los pacientes con diabetes tipo 2 ya que, además de su efecto sobre control glucémico sin incrementar el riesgo de hipoglucemia, reducen el peso corporal y tienen efectos beneficiosos en la protección cardiovascular y renal.
El presidente de la SED también apunta a la incorporación de la tecnología, esencialmente la monitorización continua de glucosa, como otra de las claves a destacar en el tratamiento de la hiperglucemia y las comorbilidades asociadas a la diabetes.
Con una incidencia que se ha cuadriplicado en los últimos cuarenta años, la diabetes continúa siendo una amenaza real para la población a nivel mundial, por lo que desde la SED instan a no bajar la guardia frente a esta enfermedad. La alta comorbilidad y la sobrecarga que supone para el sistema sanitario y para los propios pacientes ponen de manifiesto la necesidad encontrar abordajes eficaces y específicos, también de la mano de la medicina de precisión, para esta enfermedad con una incidencia al alza en todo el mundo.