Consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha

Cuando conocí a don Jesús Fernández Sanz, sólo tenía bigote. Fue hace año y medio, cuando Ernesto Sáenz de Buruaga le hizo la primera entrevista. En esos dieciocho meses -periodo de dos embarazos- algunas personas han tenido algún niño, y el consejero de Sanidad ha tenido una barba. Pido perdón, de antemano, al Ministerio de Sanidad por mencionar lo de los embarazos, porque he observado que, en los últimos meses, de lo que más de habla en ámbitos ministeriales es de abortos.

Los bigotes no pueden contemplarse en solitario, y deben armonizarse con el rostro. Y, naturalmente, el protagonismo del bigote se ha diluido, porque pasa a ser un componente más del conjunto.

Sin llevar a cabo grandes investigaciones, me he enterado de que la barba no ha sido un acto personal, sino una petición de su hija, lo que nos advierte de un padre complaciente y capaz de dar la cara por su familia, o, en este caso, de ocultarla bajo la barba.

Pues bien, mientras el antiguo bigote solitario reforzaba la empatía de su expresión, y estimulaba a confesarle cualquier debilidad, la barba lo ha amortiguado un tanto, aunque se recupera con la afabilidad de su mirada.

Clásico vestuario, y discreto, incluso la corbata, una de esas corbatas para pasar inadvertidas, y que jamás se pondría el millonario, hijo de millonario, Donald Trump. Pero la discreción no se somete a la comodidad y los puños de la camisa van sujetos con gemelos, acaso la concesión a los mocasines para evitar el engorro de los cordones.

Es cierto, como ha insinuado Sáenz de Buruaga, al principio, que en alguna respuesta pueden adornarse con una elegante media verónica, pero sus respuestas son claras y profesionales, lo cual es de agradecer en una persona que tiene un máster de veteranía en política.

Sus manos explicativas forman dos semiesferas, que parecen sujetar el balón de la vida, o se estrechan los dedos como metáfora para reclamar abrazos, o se sujetan sobre las yemas, reconociendo que hay opiniones enfrentadas, y que los frentes deben ser suaves, como las yemas. 
Me agradó conocerle. No he cambiado de opinión. A pesar de que, ahora, lleva barba. Pero todos hacemos cualquier cosa por una hija. Déle la enhorabuena por tener un padre como usted. 

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