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Día Mundial del Médico de Familia

Cuando la vocación llama al médico de familia: “Estamos aquí para ayudar, escuchar y acompañar”

La joven doctora Helia Madrona siempre lo ha tenido claro: "En un momento duro de mi vida, mi médico de familia me demostró que es un profesional que se preocupa más allá de la enfermedad"

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Cuando la vocación llama al médico de familia: “Estamos aquí para ayudar, escuchar y acompañar”
Helia Madrona es médico de familia en el centro de salud Luis Vives de Alcalá de Henares (Madrid)

Por Nuria Cordón

19 de mayo de 2024

Hace un par de semanas, a la consulta de la doctora Helia Madrona, médico de familia en el centro de salud Luis Vives de Alcalá de Henares (Madrid), llegó una de sus pacientes habituales. Estaba muy preocupada por una erupción cutánea que le había salido en las piernas sin una causa aparente. “Le pregunté si había tomado nueva medicación o si podían haber sido las medias, pero nada parecía ser la causa”, comenta la doctora Madrona, miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Al conocerla desde hace tiempo y ver que la mujer estaba muy agobiada, “le pregunté qué le pasaba y me comentó que estaba muy preocupada porque era la comunión de su nieta y no sabía si se iba a encontrar bien para ese día”. Como quedaba una semana para el evento, la doctora la citó cada 48 horas para comprobar cómo iba haciendo efecto el tratamiento y acompañarla en el proceso. Es decir, en esa semana “vino a mi consulta el lunes, el miércoles y el viernes”.

La paciente, según la doctora Madrona, mejoró “espectacularmente” y, unos días después de la comunión de su nieta, y sin cita previa, se presentó en la consulta, acompañada de su hija y con un regalo, para agradecer la atención especial que la doctora había tenido con ella. “Me comentó emocionada que había sido uno de los mejores días de su vida y que lo había disfrutado mucho, a pesar de que uno de sus mayores temores cuando empezó a encontrarse mal fue el terminar siendo una carga para su familia en un día tan especial”. Al final, “me dieron las gracias y nos dimos un abrazo emocionadas”.

Para la doctora Madrona, casos como el de esta mujer le dan sentido a una profesión, la de médico de familia que, en su caso, es totalmente vocacional. “En un momento duro de mi vida, cuando mi madre pasó por una enfermedad complicada, mi médico de familia me ayudó mucho y me demostró que es un profesional que se preocupa más allá de la enfermedad del paciente. Somos los únicos que tratamos pacientes sanos, podemos promover la salud y el autocuidado y el poder prevenir la enfermedad también es maravilloso”. 

Según la joven médico, el paciente de Atención Primaria es especial. “Conoces su vida, sus problemas. Mi paciente no es solo Juan, es su madre, su padre, sus hijos… es un abordaje integral. Por ejemplo, si no ha venido a la consulta, sé que al vivir en un tercero sin ascensor probablemente se encuentre peor y no haya podido salir. La relación que estableces con tus pacientes es incluso de acompañamiento”.

Ese acompañamiento se refleja en las muchas horas que los médicos de Atención Primaria dedican a sus pacientes. Sin embargo, hay carencias en el sistema que llevan a estos profesionales a la frustración, como es el caso de la falta de recursos para la salud mental. “Somos el primer punto de contacto donde una persona pide ayuda. Detrás de cada paciente hay una historia y algunas no son nada fáciles y sientes la impotencia de un sistema que no funciona en esta materia”, explica la doctora. “A veces somos psicólogos, psiquiatras… somos como un confesionario ya que se atreven a verbalizar cosas que en otros sitios no expresan, porque saben que no soy juez, no les voy a juzgar, pero te frustras porque eres consciente de que no hay equipos suficientes para afrontarlo. Esta es una de las cosas que más nos está desgastando”. Sin embargo, “ahí estamos para nuestros pacientes y cuando les ayudamos es muy satisfactorio”.

La doctora recuerda emocionada el caso de una chica rumana que llegó a su consulta hace dos años. “Vino a España sin soporte familiar, en condiciones muy malas, con un cuadro de insomnio. Empezamos a hablar con ella y le pautamos una medicación. Me llamó la atención que estaba muy delgada, por lo que también había que tener en cuenta la alimentación, pero todo esto no lo puedes hacer en una sola consulta porque conseguirías abrumarla”. En una de las consultas, la doctora le preguntó si había barajado el suicido y la mujer le dijo que sí. “Me dijo que tenía miedo porque tenia la medicación a su alcance para suicidarse, así que decidí que sería yo la que le pautaría la medicación. Estuvo viniendo un mes y medio todos los días para que yo le diera la pastilla. Cuando reconoció que estaba mejor, ganó peso y apetito, le dimos la medicación para toda la semana hasta que dijo que era capaz de autogestionarse”. Eso, es “muy satisfactorio porque la enfermera y yo éramos su único soporte en España”.

Los MIR no quieren la medicina de familia

Con solo 30 años, Helia Madrona no es un caso muy común entre los jóvenes médicos que acaban de salir de la facultad y que tienen que elegir la especialidad MIR, De hecho, en la última convocatoria MIR, y a pesar de la necesidad de profesionales en Atención Primaria, se quedaron sin cubrir 246 plazas de Medicina Familiar y Comunitaria, de las 2.492 que se ofertaron. Una especialidad que, a pesar de que desde las instituciones públicas se intenta incentivar su atractivo con diferentes medidas como complementos salariales, cada año deja sin cubrir parte de sus plazas. 

Para la doctora Madrona, es evidente que hay una serie de problemas a los que nos enfrentamos diariamente los médicos de Atención Primaria y que tenemos que revindicar, como la “carga burocrática a la que tenemos que hacer frente cada jornada, como las bajas, incluso las que no hemos tratado nosotros, o los informes de salud (para oposiciones, colegios, DGT, etc.), pero no podemos solo decir lo malo, porque eso no ayuda a atraer médicos. No todos estamos tan mal, depende de con quién hables, pero lo que tengo claro es que es una especialidad muy desconocida”. Para esta médico de familia, “la imagen que se ha quedado de nosotros es muy anticuada, y no es así, manejamos pruebas muy innovadoras, tenemos mucha tecnología a nuestra disposición y de todos los pacientes que vemos a la semana, sólo derivamos uno o dos al hospital, el resto lo resolvemos nosotros en la consulta de Atención Primaria”.

“Estoy cansada de fomentar esta situación, porque hay cosas que están muy mal, pero yo hago mi trabajo y con los pocos recursos que tengo consigo muchas cosas”, reivindica.

Ocho minutos por paciente

Helia Madrona compagina su trabajo como médico de familia en el centro de salud con las urgencias en un Centro de Atención Continuada. Cuando le toca consulta, llega a las 7:50 de la mañana, unos minutos antes para poder encender el ordenador, y ponerse al día con sus colegas. Desde las 8 de la mañana ya tiene consulta ininterrumpida con sus pacientes que, tras las huelgas de los sanitarios en Madrid del año pasado, consiguieron que fueran 30 + 4 en un día. Esto quiere decir que dan cita a 30 pacientes y dejan cuatro para urgencias, lo que supone una media de ocho minutos para atender a cada uno.

¿Es este tiempo suficiente para ver a los pacientes? Según la joven doctora, “tenemos la sensación de que siempre es poco tiempo, porque te encantaría explicarles mucho más, pero como no podemos hacer otra cosa, podemos compensar. Hay algunos pacientes que son crónicos y los citamos nosotros, y esos son más sencillos y requieren menos tiempo, pero el resto no sabes qué tipo de consulta será. Unos pueden ser rápidos, como una infección de orina, y otros más complejos y con 10 minutos vas apurado, porque tienen una dolencia, con un antecedente médico que hay analizar, pruebas, un tratamiento que no interfiera con otra medicación… pero, al final, compensamos unos con otros”.

Las enfermedades más comunes en un centro de primaria son las patologías crónicas como las respiratorias (EPOC) o cardiovasculares (hipertensión, diabetes…), aunque depende de la edad y de la zona. “Yo trabajo en una zona más envejecida con pacientes con un nivel sociocultural distinto. Algunos de ellos no han podido ir a la escuela, de hecho, algunos no saben leer”. Para explicarles el tratamiento, la doctora tiene una técnica simple pero eficaz: “Les dibujo la pauta: un sol para la mañana, una taza de café para la tarde y la luna para la noche”.

Toda esta dedicación y atención hace que los pacientes vean en el médico de familia algo más que un profesional. Ven un apoyo y un confidente. “Estamos aquí para ayudar, escuchar, acompañar, y cuando ves que te ganas su confianza, es muy bonito”, concluye la joven doctora.



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