logo_medicina
Síguenos

La clave del embalsamamiento eclesiástico: así se ha conservado el cuerpo del Papa Francisco

El pontífice pidió no ser embalsamado, por lo que su cuerpo ha sido sometido a un tratamiento temporal para evitar los efectos de la descomposición

Compartir
La clave del embalsamamiento eclesiástico: así se ha conservado el cuerpo del Papa Francisco

Por Clara Arrabal

25 de abril de 2025

Tras la muerte del Papa Francisco en la mañana del lunes 21 de abril, el Vaticano dio comienzo a toda una serie de liturgias y conmemoraciones que durarán hasta su enterramiento.

Desde que se certificó su deceso, el cuerpo ha sido velado en la capilla de la residencia de Santa Marta, ofrecido en una oración privada para los altos cargos de la Curia y trasladado a la Basílica de San Pedro, donde se ha mostrado a los miles de fieles que ya se han acercado a rezar por él.

Pero eso no es todo. Según las normas eclesiásticas, el funeral debe celebrarse entre el cuarto y el sexto día tras su fallecimiento, por lo que el cuerpo del difunto pontífice seguirá expuesto hasta el momento del entierro. Este tendrá lugar el próximo sábado, 26 de abril, en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, por lo que será trasladado en procesión desde el Vaticano hasta este lugar.

Por todo ello, y ante tanta exposición social y mediática, es de vital importancia preparar el cuerpo del pontífice para que pueda resistir sin mostrar signos de descomposición hasta ser enterrado.

No será embalsamado

Antes de su muerte, el Papa Francisco dejó múltiples indicaciones de cómo proceder en los actos litúrgicos tras su muerte, así como la ubicación de su sepulcro o la forma de preservar su cuerpo.

Entre algunas de sus voluntades, el pontífice pidió expresamente no ser embalsamado, un último alegato que también realizaron Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI o Pío XII. De hecho, el cuerpo de este último se sometió a una técnica de conservación experimental que fracasó e hizo que su rostro se descompusiese con mayor celeridad y su tórax explotara ante todos los fieles, fruto de los gases que el organismo produce después de morir.

Ante un suceso tan trágico, la mayoría de los papas han sido sometidos al proceso de embalsamamiento tradicional, aunque los últimos pontífices han rechazado este método y han optado por una conservación temporal con la que, una vez enterrados, su cuerpo pudiera degradarse de manera natural. Es el caso del último pontífice.

El Papa Francisco

Para preservar su cuerpo sin utilizar la técnica del embalsamamiento, los expertos han concluido que su preparación ha podido llevarse a cabo a través de un sistema de inyección mecánica por el cual la sangre se drena.

Para ello, se le ha administrado una solución química con la que la sangre coagulada es desplazada para evitar la pronta descomposición del cuerpo. Este compuesto podría tener elementos como el formaldehido, correctores de pH, colorantes o anticoagulantes que podrían frenar los procesos naturales de descomposición (emanación de gases nocivos, olor a putrefacción o pérdida de líquidos corporales).

Además, el cuerpo del pontífice ha sido sometido a una cuidadosa limpieza, a masajes musculares para evitar la rigidez y a los diferentes tratamientos de los tanatomaquilladores para frenar los síntomas del rigor mortis y el deterioro de los tejidos.

El formol y otros productos

Tradicionalmente se ha utilizado el formol para preservar los cadáveres. Este se aplica disuelto al 5% en agua para frenar el crecimiento de microorganismos, ya que es un eficaz fungicida, bactericida y biocida.

Sin embargo, para el Papa Francisco se ha utilizado un compuesto llamado Fluytan, que se aplica directamente sobre el cuerpo, según ha declarado Andrea Fantozzi, presidente de la Asociación Italiana de Tanatopraxia. 



Te puede interesar
asisa-renueva-su-consejo-de-administracion-1647937693763
ASISA renueva su Consejo de Administración
dr.-adrian-juanes.-dignidad-ante-la-muerte-1651143110288
Dr. Adrián Juanes. Dignidad ante la muerte
oms-preve-millones-nuevos-casos-cancer
La OMS prevé 35 millones de nuevos casos de cáncer en 2050