Un tercio de los jóvenes de 12 a 13 años ya ha probado el alcohol

La Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre drogas ha elaborado, por primera vez, un estudio piloto sobre el consumo de alcohol, tabaco y posibles adicciones comportamentales en menores de 12 y 13 años. Este estudio se ha publicado como una extensión de la “Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES)” con estudiantes de 14 a 18 años que se realiza cada dos años y que en 2023 alcanzó la XIV edición. El objetivo de esta investigación es analizar los patrones de consumo y frente a adicciones de una franja de edad sobre la que hasta el momento no se tenían datos oficiales. “Esperábamos conductas más prudentes en esta franja de edad”, afirma el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre drogas, Joan Ramón Villalbí, aunque reconoce que las cifras de consumo son reducidas.

Con una muestra de 8.000 jóvenes, el estudio se centra en el consumo de tabaco y alcohol, así como otras conductas con potencial adictivo, excluyendo las sustancias ilegales, por una “adaptación al público al que se destina”, a diferencia del ESTUDES. Si bien se observan cifras reducidas en comparación con los adolescentes de entre 14 y 18 años, del estudio se extraen algunos datos llamativos. Así, se encuentra que un 34.6% de los jóvenes de 12 a 13 años reconoce haber probado el alcohol, algo que obtienen mayoritariamente en comercios de barrio o a través de sus familiares. Según el estudio, el nivel de consumo de alcohol de los progenitores es un factor determinante a la hora de que sus hijos reproduzcan estos hábitos. Otro aspecto que influye notablemente es el hecho de salir de noche. Un 8.3% de los encuestados reconoció haber hecho botellón y un 7.2% haberse emborrachado a lo largo del último año. Estas cifras se duplican en la franja comprendida entre los 14 y los 18.

Una habitual y peligrosa combinación son el alcohol con las bebidas energéticas. Un 37,7% de los estudiantes de 12 y 13 años declararon haber tomado algún tipo de bebida energética en los últimos 30 días y uno de cada diez lo había mezclado con alcohol. Un consumo que, en ambos casos, presenta unos índices superiores entre los chicos que entre las chicas.

Los cigarrillos electrónicos: “la puerta de entrada” al tabaco

En cuanto al tabaco, más de un 8% reconocer haber probado los cigarrillos, siendo solo un 1% los que se declaran consumidores habituales. Un consumo que aumenta considerablemente con la edad, quintuplicándose en los jóvenes de 14 a 18 años. Si bien se trata de un consumo más extendido entre las chicas, desde delegación de gobierno apuntan que son los chicos los que hacen un uso más intensivo de tabaco con un mayor número de cigarrillos fumados.

Las cifras más llamativas se observan en lo relativo al uso de cigarrillos electrónicos, donde un 25% de los jóvenes encuestados declaró haberlos probado. Un 9.5% adicional había hecho uso de pipas de agua tales como cachimbas o shishas. Una cifra “nada despreciable” para Villalbí, que considera los cigarrillos electrónicos como “la puerta de entrada al consumo de cigarrillos”.

Adicciones comportamentales y valoración de los riesgos

Se constata un uso muy extendido de videojuegos en esta franja de edad, algo que va disminuyendo ligeramente con la edad. En un 6% de los encuestados se detectó un trastorno por uso de videojuegos, siendo un porcentaje bastante superior en el caso de los chicos (9%). Por su parte, las chicas, conforme van creciendo, pasan a usar más internet en lugar de videojuegos, lo que explica que estas experimenten en mayor medida usos problemáticos de la web, siendo la media global de un 14% (un 18% en el caso de las chicas). Por otro lado, casi uno de cada diez encuestados afirmó haber jugado con dinero online en los últimos 12 meses, una cifra algo superior en el caso del juego de azar con dinero de manera presencial.

El nivel de concienciación sobre los riesgos del consumo habitual de tabaco y alcohol es muy elevado, con un amplio consenso en cuanto al daño que pueden provocar estas sustancias. Esta percepción, en el caso del alcohol, disminuye a medida que cumplen años.

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