
Por Medicina Responsable
31 de octubre de 2025El científico neerlandés Hans Clevers ha recibido este jueves el Premio Internacional de Ciencias Médicas Doctor Juan Abarca, también conocido como “Abarca Prize”.
Con este galardón, se reconoce su trayectoria investigadora y el desarrollo pionero de la tecnología de los organoides, que consiste en cultivar en el laboratorio células madre o muestras de tejido para crear estructuras tridimensionales (3D) miniaturizadas que imitan la forma y función de órganos humanos reales.
En el acto de entrega, Clevers, profesor de Genética Molecular en la Universidad de Utrecht, impulsor del Instituto de Biología Humana (IHB) y, anteriormente, director de Investigación Farmacéutica y Desarrollo Temprano de Roche (pRED), ha manifestado que, además de celebrar un premio, “se celebra una forma de entender la medicina como un acto de servicio, esperanza y respeto por la vida. Lo recibo con inmenso honor y una responsabilidad y lo asumo con humildad y gratitud”.
También, ha subrayado que los avances científicos son posibles gracias al esfuerzo conjunto de muchos profesionales. "No he hecho esto solo. La ciencia es una actividad profundamente colaborativa. Este premio pertenece a los brillantes, dedicados y valientes jóvenes científicos que han pasado por mis laboratorios, algunos de los cuales siguen allí hoy, trabajando día tras día incansablemente en el próximo avance de los organoides. Esta tecnología –ha añadido- es una esperanza para los pacientes de todo el mundo, hoy y en el futuro. Mis equipos y yo vamos a trabajar para seguir siendo dignos merecedores de esta confianza".
La Ministra de Sanidad, Mónica García, ha sido la encargada de entregar el premio y, tras ello, ha destacado la importancia de la ciencia y la investigación a la hora de impulsar el progreso y la calidad de la sanidad. "La cantidad de personalidades, profesionales y amigos de la ciencia que hoy nos acompañan en esta quinta edición nos recuerda algo esencial, que los premios, más allá de las fotos, sirven para recordarnos que la ciencia importa, que la investigación importa y que detrás de cada gran hallazgo siempre hay alguien que se atrevió a mirar donde nadie más miraba”, ha manifestado.
Clevers comenzó su carrera como postdoctorado estudiando células inmunes en el Instituto de Cáncer Dana-Farber en Boston. Consiguió su primer trabajo en el departamento de inmunología clínica de UMCU en 1989, donde rápidamente se convirtió en jefe de departamento. La mayor parte del trabajo fue clínico, como el diagnóstico de leucemia y los análisis de sangre para trasplantes.
En sus primeros estudios, identificó una molécula clave, el factor de transcripción específico de células T 1 (TCF-1), que indica a las células inmunitarias conocidas como linfocitos T que proliferen. Más tarde, descubrió que TCF-1 es parte de la familia Wnt más grande de moléculas de señalización que es importante no solo para las respuestas inmunes, sino también para el desarrollo embrionario y la reparación de tejidos. En 1997, su equipo de laboratorio descubrió que los ratones que carecían del gen para una de esas señales, TCF-4, no desarrollaron bolsas en su revestimiento intestinal llamadas criptas. Poco después, un estudio con Bert Vogelstein en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, mostró que TCF-4 también ayuda a iniciar el cáncer de colon humano.
Impactado por el hallazgo, el científico premiado con el Abarca Prize cambió su enfoque del sistema inmunológico al intestino y comenzó a buscar células madre intestinales. En 2007, junto a su equipo, lograba identificar un tipo de célula madre en el intestino que era capaz de alumbrar a todas las demás células intestinales. Con la nutrición adecuada, su equipo convenció a esas células madre para que se convirtieran en una versión 3D del tamaño de la punta de un lápiz del intestino del que provienen. El miniintestino era funcionalmente similar al intestino y estaba repleto de todos sus principales tipos de células: un organoide.
Ese descubrimiento marcaba el comienzo de una auténtica revolución en el campo de la biomedicina. Desde entonces, Clevers y otros investigadores han cultivado organoides de muchos otros órganos, incluidos el estómago, el páncreas, el cerebro y el hígado. Fáciles de manipular, identifican cómo se desarrollan las lesiones de los tejidos y las reparan. También, han cultivado organoides a partir de muestras de tumores, creando minitumores que han usado para estudiar cómo se desarrolla el cáncer y probar medicamentos.