Por Medicina Responsable
6 de octubre de 2025Con la finalidad de reconocer a una persona del ámbito de la investigación y de la ciencia, cuyo trabajo haya contribuido de manera trascendental a la mejora de la salud de las personas, se ha convocado el Premio Internacional de Ciencias Médicas Doctor Juan Abarca.
También conocido como Abarca Prize, en su quinta edición, ha recaído en el científico neerlandés Hans Clevers, profesor de Genética Molecular en la Universidad de Utrecht, impulsor del Instituto de Biología Humana (IHB) y, anteriormente, director de Investigación Farmacéutica y Desarrollo Temprano de Roche (pRED). Además, se le ha distinguido en el grupo en el Instituto Hubrecht (KNAW) en Utrecht y en el Centro Princesa Máxima en Utrecht de Oncología Pediátrica.
El científico ha sido galardonado por su investigación y desarrollo pionero de la tecnología de los organoides, que consiste en cultivar en el laboratorio células madre o muestras de tejido para crear estructuras tridimensionales (3D) miniaturizadas que imitan la forma y función de órganos humanos reales.
Se trata de una de las herramientas más prometedoras de la biomedicina contemporánea que transformarán tanto la investigación biomédica como la práctica clínica, acercándonos a una atención médica más precisa, eficaz, humana y personalizada.
Clevers comenzó su carrera como postdoctorado estudiando células inmunes en el Instituto de Cáncer Dana-Farber en Boston. Consiguió su primer trabajo en el departamento de inmunología clínica de UMCU en 1989, donde rápidamente se convirtió en jefe de departamento. La mayor parte del trabajo fue clínico, como el diagnóstico de leucemia y los análisis de sangre para trasplantes.
En sus primeros estudios, identificó una molécula clave, el factor de transcripción específico de células T 1 (TCF-1), que indica a las células inmunitarias conocidas como linfocitos T que proliferen. Más tarde, descubrió que TCF-1 es parte de la familia Wnt más grande de moléculas de señalización que es importante no solo para las respuestas inmunes, sino también para el desarrollo embrionario y la reparación de tejidos. En 1997, su equipo de laboratorio descubrió que los ratones que carecían del gen para una de esas señales, TCF-4, no desarrollaron bolsas en su revestimiento intestinal llamadas criptas. Poco después, un estudio con Bert Vogelstein en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, mostró que TCF-4 también ayuda a iniciar el cáncer de colon humano.
Impactado por el hallazgo, el científico premiado con el Abarca Prize cambió su enfoque del sistema inmunológico al intestino y comenzó a buscar células madre intestinales. En 2007, junto a su equipo, lograba identificar un tipo de célula madre en el intestino que era capaz de alumbrar a todas las demás células intestinales. Con la nutrición adecuada, su equipo convenció a esas células madre para que se convirtieran en una versión 3D del tamaño de la punta de un lápiz del intestino del que provienen. El miniintestino era funcionalmente similar al intestino y estaba repleto de todos sus principales tipos de células: un organoide.
Ese descubrimiento marcaba el comienzo de una auténtica revolución en el campo de la biomedicina. Desde entonces, Clevers y otros investigadores han cultivado organoides de muchos otros órganos, incluidos el estómago, el páncreas, el cerebro y el hígado. Fáciles de manipular, identifican cómo se desarrollan las lesiones de los tejidos y las reparan. También, han cultivado organoides a partir de muestras de tumores, creando minitumores que han usado para estudiar cómo se desarrolla el cáncer y probar medicamentos.