Por Lucía de Mingo
23 de marzo de 2023Del año 2021 a 2022 el número de enfermeras que se han ido a trabajar a otro país se ha duplicado, pasando de 572 a 1.100. Pero lo más alarmante es que, durante los dos primeros meses de este año, se han ido una cuarta parte del total de las que emigraron en el año 2022, es decir, ya alcanzan las 286.
La razón de esta fuga de enfermeras no es otra que, según el Consejo General de Enfermería (CGE), la precariedad laboral que vive el sector, más en concreto, la temporalidad. Esta no baja del 30% y en algunas Comunidades Autónomas llega al 40%, cuando el Gobierno tiene como objetivo disminuirla al 8%. Por ello, desde el CGE recalcan que la temporalidad “no está justificada en ningún caso”, siendo el motivo económico la principal razón de este tipo de contratos. “Las enfermeras temporales no tienen los mismos derechos retributivos que las fijas, ni trienios, ni carrera profesional… ni siquiera las guardias se cobran igual cuando el trabajo es el mismo”.
La temporalidad no afecta sólo a quienes tienen este tipo de contratos sino también al resto de profesionales, además de que pone en riesgo la propia seguridad del paciente. Por un lado, las enfermeras viven enlazando contratos, muchas veces de días e incluso horas, y ven cómo su vida personal se ve afectada, ya que les resulta casi imposible conciliar. De hecho, renunciar a un contrato, que a veces se ofrece de un día para otro, supone una penalización que las lleva directamente al último puesto de la bolsa de empleo, independientemente del motivo por el que se rechace.
Muchos de estos trabajadores temporales ven cómo pasan de una unidad a otra sin importar si tienen o no la experiencia requerida y sin tener la figura de un tutor que los acompañe. Esto les genera estrés, inseguridad y ansiedad. “La norma dice que en determinados servicios el personal de nueva incorporación tiene que estar tutorizado, por ejemplo, en neonatología crítica, donde hablamos de pacientes muy vulnerables. La realidad es que esto no se está haciendo, no hay tales tutores”, denuncia el presidente del CGE, Florentino Pérez Raya.
Además, los profesionales que no son temporales también sufren las consecuencias de no contar con compañeros fijos y la rotación continua. La temporalidad dificulta el trabajo de las enfermeras que, en su día a día, tienen que hacer frente a una importante carga de trabajo, derivada precisamente de la falta de personal.
Como consecuencia directa de esta situación, el 80% del colectivo se encuentra en una situación de estrés mantenido, el 75% padece ansiedad y el 33% depresión. Por ello, Pérez Raya afirma que no es de extrañar que “muchos profesionales se estén planteando irse o directamente abandonar la profesión para dedicarse a otra cosa”.
Desde el Consejo reclaman con urgencia que el Ministerio y las Administraciones de las distintas Comunidades Autónomas estabilicen e incrementen las plantillas de acuerdo con las necesidades de la población.