Doulas: límites y riesgos del "acompañamiento" a las embarazadas

Doula: persona generalmente mujer, que presta orientación y apoyo físico y emocional a otra persona en algunos momentos de su vida, especialmente a una mujer durante el embarazo, el parto y el posparto. En algunos países de América es una profesión reglada. 

Esta es la nueva definición que recoge la Real Academia de la Lengua Española (RAE) tras la polémica surgida por la inclusión de este término en la última edición del diccionario y que despertó la indignación del sector de la enfermería con una primera definición de esta figura como “persona capacitada para prestar asistencia durante el embarazo”, que ha sido rectificada. Desde el Consejo General de Enfermería (CGE) promovieron una campaña para hacer rectificar al organismo que vela por el correcto uso de la lengua española, una reivindicación que ha tenido resultados con esta nueva definición en la que se recoge el acompañamiento emocional como su función, en lugar de la "asistencia durante el embarazo", algo para lo que no están capacitadas.  

La postura del CGE es favorable a esta nueva definición, si bien critican que aún siga apareciendo partera como sinónimo de doula, algo que consideran peligroso dado que induce a confusión. Dando (casi) por zanjada esta controversia semántica, la vocal matrona del CGE y presidenta del Colegio de Enfermería de Alicante, Monserrat Angulo, afirma en declaraciones a Medicina Responsable que el verdadero problema tiene un trasfondo a nivel social. “El peligro que conlleva es que ellas atiendan o hagan cosas que no les corresponde. Es decir, que atiendan a las mujeres en un proceso de parto sin el profesional adecuado al lado”. “No todas las que se denominan doulas actúan mal, pero sí que hay algunas que cometen intrusismo porque engañan a las mujeres diciendo que pueden hacer cosas que no les competen. Eso sí que representa un peligro para la madre y el recién nacido”, señala la matrona.

Qué es una doula

Las doulas son una figura con escasa presencia en España. “Si cuento con las manos, me sobran dedos para contar las que llevamos años ejerciendo de forma continuada”, reconoce Beatriz Fernández, presidenta de la Asociación Española de Doulas. No existe una formación oficial que regule este perfil y la asociación supera por poco la treintena de miembros. 

La doula es consciente de la importancia de conocer bien los límites de su cometido, el cual define como “acompañante emocional en la maternidad. Una doula ni trata, ni hace intervención, ni aconseja, ni guía. Acompaña”, explica la presidenta de esta asociación. Esta labor de acompañamiento la entiende como “recoger lo que necesita la embarazada o sus familiares, sus necesidades emocionales, aportando espacios de confianza, apoyo y escucha”. Esta doula acompaña a una media de 15 mujeres al año, en casos como de duelo perinatal o situaciones personales que no son “las convencionales de una familia estructurada”. Su relación con las usuarias, que no pacientes, varía mucho en función del perfil, llegando a prolongar el contacto durante largas temporadas: “En algún caso he estado con una usuaria durante años. He empezado con el duelo por la pérdida de un bebé, luego problemas de fertilidad y más tarde parto y posparto”, comenta Fernández. 

¿Una figura innecesaria?

La cuestión competencial de las matronas no deja lugar a dudas, pues viene recogida en el BOE en la formación de especialista en obstetricia y ginecología. No obstante, la vocal matrona del CGE denuncia que se han dado casos de intromisión en las funciones por parte de doulas: “Episodios conflictivos hay. Generalmente lo hacen a espaldas porque son una figura que no está reconocida ni regulada”. Así, advierte de los peligros de que denLas matronas, por su parte, son una figura profesional con una formación de seis años y un examen previo a los dos últimos cursos. Fernández, por su parte, se desmarca de estas situaciones: “Hay un código ético muy estricto. La matrona o un psicólogo es responsable de tu salud, yo no. Esto hay que tenerlo muy claro, si no estaríamos engañando a las embarazadas”. 

Angulo considera que se trata de una figura “innecesaria”, ya que “en estos momentos las profesiones sanitarias ya abarcan todo el proceso, tanto para el apoyo emocional como la asistencia al embarazo, el parto y el posparto. Además de las matronas, hay otros profesionales como psicólogos, ginecólogos o fisioterapeutas. No es necesario que creemos más figuras que puedan confundir a la sociedad”. Frente a esto, la doula argumenta que “somos un derecho de la mujer. Punto final. Si la mujer quiere, debe poder ser acompañada por una doula. No le podemos presuponer a la mujer una incapacidad para decidir”.

“No es cierto que seamos el enemigo de ningún profesional sanitario. Para nosotras las matronas son uno de los profesionales más valiosos”, señala la presidenta de la asociación española de doulas. “Lo que más repito yo es ‘habla con la matrona, habla con el pediatra’. Con las usuarias muchas veces comparto el BOE que regula las funciones de la matrona para que ellas lo valoren”, afirma Fernández. 

¿Es necesario regularlo?

La matrona considera que podría hacerse una regulación “para que al menos tuvieran una formación reglada” y evitar así episodios conflictivos, algo en lo que discrepa la doula. “El problema es desde dónde habría que regularla, no es cierto que seamos una figura que tengamos que estar reguladas a nivel sanitario porque no nos atañen esas funciones. Los acompañamientos se dan sobre todo en entornos domésticos”, argumenta Fernández, quien añade que en la mayoría de los casos en los que ejerce como doula no está presente en el parto. “Si la embarazada se siente cómoda con el apoyo de su familia y ya hay personal sanitario competente, yo no pinto nada ahí”, explica.  

Aunque la cuestión semántica pueda parecer un asunto menor, la correcta definición de las funciones de cada perfil, con precisión a la hora de escoger las palabras, resulta crucial para que a nivel social se entienda qué papel desempeña cada una y no se produzcan confusiones.

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