Por Clara Arrabal
23 de septiembre de 2025Donald Trump ha vuelto a irrumpir en el mundo de la salud con otra de sus polémicas. Como ya ha informado Medicina Responsable, el magnate y presidente de Estados Unidos ha planteado una supuesta relación entre el consumo de paracetamol durante el embarazo y un mayor riesgo de que los niños desarrollen trastornos del espectro autista; y ha anunciado, a su vez, que su gobierno presentará “uno de los mayores avances médicos de la historia del país”. Este se refiere al consumo de leucovorina (o ácido folínico) para tratar el autismo, cuya aprobación se ha anunciado este 22 de septiembre por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
Sin embargo, expertos de todo el mundo no han tardado en hacerse eco de estas declaraciones y desmentirlas. “No hay evidencia científica que vincule una exposición al paracetamol en el útero con el desarrollo de trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo, tal y como ha sugerido Donald Trump", se ha pronunciado la Agencia Europea del Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés). "El paracetamol sigue siendo una opción importante para tratar el dolor o la fiebre en mujeres embarazadas. Nuestro consejo se basa en una evaluación rigurosa de los datos científicos disponibles y no hemos encontrado evidencia alguna", ha declarado el director médico de la EMA, Steffen Thirstrup.
Además, el organismo ha recordado que en 2019 revisó aquellos estudios disponibles que investigaron el desarrollo neurológico de los niños expuestos al paracetamol en el útero, hallando que los resultados no eran concluyentes y que no se podía establecer ningún vínculo al respecto.
En España, estas declaraciones también han hecho saltar las alarmas de los profesionales. Una de las primeras en pronunciarse sobre el tema ha sido la ministra de Sanidad, Mónica García, quien ha declarado que “no hay ninguna evidencia al respecto y mucho menos con el paracetamol. Esto pone en alerta a las mujeres embarazadas que tienen dentro de su arsenal terapéutico para tratar el dolor el paracetamol, como uno de los fármacos más seguros”. Además, ha calificado de “grave e irresponsable” esta afirmación y ha denunciado que se trata de un caso de “pseudociencia promovida desde la pseudopolítica”.
Por su parte, el Consejo General de Farmacéuticos se ha pronunciado en la línea de García. “No existe evidencia científica suficiente. Debemos transmitir un mensaje de calma frente al alarmismo generado por las últimas noticias”, ha declarado Carlos Fernández, responsable el área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos. También ha incidido en la necesidad de confiar en el sistema europeo de farmacovigilancia, que es "muy garantista y vela por la seguridad de los medicamentos antes y después de la autorización de estos". "Las agencias reguladoras, en nuestro caso la EMA, dispone de toda la información de reacciones adversas notificadas por profesionales, pacientes, industria, e incluso de otros estudios publicados, de manera rápida y eficiente, lo que permite analizar todas estas señales en conjunto. Hasta la fecha, no se ha propuesto una modificación o precaución adicional con la evidencia existente a nivel europeo", ha detallado.
En el caso de la Confederación Autismo España, que también ha “desmentido rotundamente la relación entre esta patología y el paracetamol”, se ha centrado en contraargumentar uno de los discursos más polémicos de Trump: el incremento “meteórico” de casos de autismo. “Basándose en la evidencia científica, el aumento en las tasas de diagnóstico en las últimas décadas se debe a una mejor identificación, mayor conciencia social y profesional y mejor acceso a servicios clínicos y educativos en muchos países”, ha explicado la entidad. Y, a este respecto, ha añadido que, mientras que en Europa hay una prevalencia de un caso de autismo por cada 100 personas, en Estados Unidos los últimos datos apuntan a uno de cada 31 niños. “La diferencia se debe a que estas cifras se obtienen de estudios de cribado que solo estiman la frecuencia de casos posibles dentro de una población”.
Tras las declaraciones de Donald Trump, la FDA anunció mediante un comunicado oficial que ha iniciado un proceso de aprobación de los comprimidos de leucovorina cálcica para pacientes con deficiencia cerebral de folato. “Se ha observado que las personas con deficiencia cerebral de folato presentan retrasos en el desarrollo con características autistas, convulsiones y problemas de movimiento y coordinación”, indicaban, por lo que la actualización del uso del fármaco, discutida por la comunidad científica, autorizará el tratamiento de niños con trastorno del espectro autista.
“Esto es preocupante”, apunta Dawn Adams, catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia) a Science Media Centre España (SMC). “En primer lugar, porque la investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación. En segundo, porque el autismo no es algo que necesite tratamiento o cura, es una diferencia en el desarrollo neurológico. Cuando lo enmarcamos como una condición que necesita ‘arreglarse’, corremos el riesgo de aumentar el estigma al que ya se enfrentan las personas autistas”, añade.
Por su parte, el profesor de investigación sobre el Autismo Angela Wright Bennett en el Kids Research Institute Australia, Andrew Whitehouse, hace hincapié en que las pruebas científicas para indicar leucovorina contra el autismo “son débiles”. “Algunos ensayos a pequeña escala sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, pero están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes. En este momento, la ciencia no se acerca al nivel necesario para recomendar la leucovorina en el tratamiento clínico del autismo. El campo carece de ensayos a gran escala, multicéntricos y rigurosamente controlados que puedan confirmar si los beneficios son reales, reproducibles y significativos en la vida cotidiana”, concluye.