Por Sergio Díaz
27 de septiembre de 2024Las familias con un nivel socioeconómico bajo tienen una peor calidad del sueño y sufren más trastornos relacionados como insomnio y somnolencia diurna, según un estudio realizado por la Alianza por el Sueño e IKEA. El informe destaca que factores como los ingresos, el nivel educativo, el género y los roles sociales y laborales influyen directamente en la cantidad y calidad del sueño.
De acuerdo con los datos del informe, el 58% de los niños de barrios desfavorecidos tienen un sueño de mala calidad, lo que afecta a su rendimiento académico y a su desarrollo cognitivo. Asimismo, el 38,5% de los adolescentes españoles presenta problemas de sueño, lo que repercute en su rendimiento escolar y bienestar emocional. “Vivir en un barrio desfavorecido, caracterizado por altos índices de desempleo, bajos recursos económicos y un bajo nivel educativo, es un factor de riesgo para que los niños sufran apnea del sueño, y/o insomnio, según estudios epidemiológicos. Además, una mayor incidencia de alergias, asma, inflamación y obesidad y multiplica por tres la probabilidad de sufrir trastornos mentales. Por ello recordamos la importancia de educar en hábitos de higiene del sueño, y en acudir a un profesional sanitario y no automedicarse sin supervisión de un profesional sanitario”, explica la doctora Silvia Gismera, miembro del grupo de Sostenibilidad, Economía y Empresa de la Alianza por el Sueño.
En el informe se observa la estrecha relación entre el poder adquisitivo y la calidad del sueño. “El porcentaje de personas con un nivel adquisitivo bajo que duermen menos de cinco horas duplica a las de nivel medio y alto. Además, se ve que las personas de nivel socioeconómico bajo y medio tienen más dificultades para conciliar el sueño. Esto se puede deber a múltiples factores, desde mayores preocupaciones que impiden una rápida conciliación, hasta condiciones ambientales menos favorecedoras para conciliar el sueño como puede ser el calor o el ruido”, explica Álvaro Rol, líder del área de Insights de IKEA en España.
Según la investigación, la falta de sueño afecta a la salud y a la productividad, por lo que limita las oportunidades de mejorar las condiciones de vida. De hecho, a menor formación académica, mayor prevalencia de insomnio. “El nivel educativo impacta directamente en la calidad del sueño de la persona. De esta forma las personas con niveles de estudio inferiores tienen mayor probabilidad de sufrir trastornos del sueño como insomnio y apnea tanto en la calidad como en la cantidad, lo que repercute en su salud física y mental, en sus relaciones personales y en su desarrollo profesional impidiendo tener mejor funcionalidad diurna que le permita acceder a mejores condiciones socioeconómicas”, afirma el doctor Carlos Egea, coordinador del grupo sanitario de la Alianza por el Sueño.
El informe señala, además, que la falta de sueño conlleva un coste económico significativo, derivado de sus efectos negativos sobre la salud, el bienestar, la seguridad y la productividad. El insomnio hace perder a los españoles 10.703 millones de euros anuales.