Por Juan García
26 de julio de 2024Hoy arrancan los Juegos Olímpicos de París 2024, la cita más especial del mundo del deporte que cada cuatro años congrega a miles de atletas y asistentes en la sede de celebración, y a millones de espectadores frente al televisor. El sueño de tantos deportistas de alcanzar esta competición requiere, además de unas capacidades físicas y de rendimiento deportivo excepcionales, una fortaleza mental que les permita soportar la presión de saber que, en un momento, por cuestión de décimas de segundo, milímetros o puntos conseguidos, se decide el resultado de una oportunidad única en sus carreras.
Para entender cómo funciona la mente de los deportistas de élite, cómo se preparan para estas citas y qué problemas de salud mental pueden enfrentar, Medicina Responsable ha hablado con el experto en psicología deportiva, José Ortiz, de la empresa especializada en psicología del deporte y coaching deportivo Rookiesoul.
Lo primero que cabe preguntarse es qué condiciones reúnen a nivel psicológico estos deportistas para lograr ser los mejores del mundo en su disciplina. Las claves para el psicólogo son tres: capacidad de concentración, focalización en objetivos y tolerancia al estrés y la ansiedad.
La carrera a los Juegos Olímpicos dura cuatro años, lo que implica una preparación a medio y largo plazo. Cuatro años en los que, “en la vida de un adolescente promedio actual, acostumbrado a la inmediatez, pasan muchísimas cosas”. Por eso, el psicólogo apunta que, “de entrada debe tener la capacidad de enfocarse en objetivos a largo plazo y demostrar resiliencia para conseguir poco a poco sus objetivos”. Esto se basa en “una motivación muy intrínseca” que les permita ser capaces de gestionar el “estrés y la ansiedad de la competición”, así como la frustración de no conseguir las marcas previstas.
En definitiva, el experto apunta que son jóvenes “hechos de una pasta especial” que, a diferencia de otros deportistas de élite como los futbolistas, “no tienen los mismos niveles de reconocimiento, fama, ni compensación económica”. A pesar de esta “pasta especial” necesaria para llegar a lo más alto, el psicólogo recuerda que no son “superhéroes ni invencibles”, por lo que también son susceptibles de padecer problemas de salud mental.
En los JJ.OO no existe el concepto de mejorar semana a semana, se dan en un momento muy concreto que puede “cogerte en un buen momento de forma o no, por lo que gestionar esa oportunidad única en la vida requiere de una tolerancia a la ansiedad muy alta”. Ortiz explica que la depresión o el estrés crónico son algunos de los problemas de salud mental en los que pueden caer estos deportistas al “sentir que no llegas o no cumples tras tanto esfuerzo y horas de entrenamiento”.
El sacrificio de preparase para una cita como esta conlleva renunciar a muchos lugares y actitudes de socialización o de desconexión, desde compromisos con seres queridos “hasta salir a tomarse una pizza con amigos”, apunta el psicólogo deportivo. Es por esto que, cuando no se obtienen los resultados esperados, “muchos deportistas acaban cayendo lamentablemente en el coqueteo con sustancias como alcohol y drogas”. Los deportistas buscan así una “sobrecompensación” a través de los excesos de todo lo que no se han podido permitir hasta llegar ahí. Esto deriva en problemas de adicciones que pasan factura a la larga, especialmente una vez que se han retirado.
Otros problemas frecuentes son el insomnio producido por la presión antes de competir y el síndrome de burnout. “Muchos deportistas terminan ‘quemados’ como suele decirse y ya no quieren volver a saber nada del deporte. No vuelven a entrenar en su vida porque el nivel de exigencia es tan alto que al final terminan desligándose completamente”, apunta el especialista.
José Ortiz trabaja con adolescentes, por lo que su experiencia le hace conocer muy de cerca cómo se desarrollan las carreras deportivas y cómo afrontan todos estos retos. “Intentamos trabajar con ellos desde una perspectiva muy global que aprendan y entiendan que son deportistas, por supuesto, pero que también son otras muchas cosas". Por eso les recomienda encarecidamente desarrollar una carrera en paralelo y sacarse una carrera universitaria, ya que “la carrera deportiva dura lo que dura y siempre termina pronto”.
En los últimos años, se han visto varios casos de deportistas que han dado a conocer sus problemas de salud mental, como Andrés Iniesta, o que incluso han terminado abruptamente su carrera por verse sobrepasados a nivel psicológico, como Simon Biles. Son ejemplos de deportistas que, si bien han sufrido personalmente, han permitido que se valore más la labor de los psicólogos deportivos, apunta Ortiz.
El acompañamiento que hacen estos profesionales a los deportistas es un trabajo de largo recorrido “en base a aspectos concretos que pueden ir trabajando en el día a día para mejorar su rendimiento". Por eso, incide en que "no tienen una varita mágica para resolver problemas graves" y que, cuando estos aparecen en estado avanzado en medio de una competición, ya suele ser demasiado tarde.
Entre los más jóvenes, esa concienciación sobre el cuidado del rendimiento mental va calando cada vez más, apunta el psicólogo deportivo, por lo que trabaja con muchos deportistas que “acuden a nosotros no por problemas de salud mental, sino buscando potenciar ciertos aspectos para mejorar su desempeño”. “En una competición como los JJOO, la diferencia entre ganar una medalla o no, que es mínima, muchas veces la marca la gestión mental y la preparación que tengan en este sentido”, concluye Ortiz. Por eso, el especialista cree que, en el futuro, junto a los reconocimientos médicos que se les hacen a los deportistas antes de fichar por un equipo, “es probable que se acompañe de una evaluación a nivel psicológico para ver en qué aspectos pueden mejorar y cuáles son sus fortalezas a nivel mental”.
“Lo que nosotros aportamos son una serie de herramientas para gestionar el cómo competir y cómo salir reforzado de situaciones adversas. Se trata de aprender pautas de la psicología de alto rendimiento o la visualización de cómo conseguir los logros, trabajar la confianza y la resiliencia de forma muy global”, argumenta. También hace hincapié en la importancia de trabajar los valores para tratar de ser “no solo mejor deportista, sino además un tipo de persona que respete el compañerismo y el esfuerzo. No es solo a dónde llego, sino cómo lo hago”.
Con la gran expectación que generan los JJ.OO sobre los deportistas, el psicólogo deportivo recalca que es importante reflexionar sobre lo “crueles que somos en algunas ocasiones como sociedad cuando no se obtienen los resultados esperados”. Por todo ello, en definitiva, se trata de recordar que el espíritu olímpico no comprende solo la forja de los campeones más excelentes del mundo, sino también de aunar a la sociedad en torno a una serie de valores basados en el respeto.