Por Gema Puerto
9 de mayo de 2023Ácido y agrio, pero refrescante y, para algunos, lleno de beneficios. El té kombucha, proveniente de Manchuria (China) y extendido por Rusia, Japón y la India, cada día tiene más adeptos en nuestro país. Pero ¿es tan bueno como lo describen?
El té kombucha, también conocido como hongo chino, es una bebida que se elabora agregando cepas específicas de bacterias, levadura y azúcar al té negro o verde, para después dejarla fermentar durante una semana o más. Como explica la nutricionista Sidonia Rolandi, “es un alimento no pasteurizado con microorganismos vivos denominados Symbiotic Culture of Bacteria and Yeast (SCOBY), es decir, un probiótico que mejora la microbiota y el sistema inmune”.
De la misma manera que para hacer un yogur casero es necesario un yogur, o para hacer pan un iniciador o masa madre, para hacer kombucha se necesita una colonia de bacterias de ácido láctico y del acético y levaduras, explica la naturópata, Irene Colmenares, que señala que “al igual que el chucrut o el kéfir, esta bebida está indicada para tener la flora bacteriana sana y la macrobiota equilibrada”.
Existen estudios en ratones de laboratorio que han demostrado que “esta bebida aumenta la supervivencia. Y aunque no tiene ninguna indicación terapéutica para humanos, cuándo se realiza con el té verde, tiene efectos antioxidantes en el hígado”, explica el director de Medicina responsable, el doctor Pedro Gargantilla.
Otras investigaciones también han revelado que el té kombucha tiene efectos curativos para la diabetes en ratas y puede mejorar los marcadores de la enfermedad cardiovascular, el colesterol LDL (el malo) y el colesterol HDL (el bueno). En definitiva, es fuente de vitaminas del grupo B, C, D, E y K y minerales como el hierro y el cinc. Regula también los niveles de colesterol y tiene efecto diurético y normalizador de la presión arterial.
Sin embargo, para la Organización de Consumidores y Usuario (OCU), “no existe evidencia científica que garantice estas propiedades”. El tipo de bacterias y hongos de la bebida puede variar según el tipo de té que se utilice, el tiempo de fermentación e, incluso, los microorganismos que haya presentes en la cocina a la hora de preparar la bebida. Esto, según la OCU, “se debe a que es un conjunto vivo y su composición va cambiando conforme al medio. Por ello, su preparación y la conservación de la colonia requieren unas precauciones higiénicas especiales”.
Por esta razón, y dado que esta bebida no está pasteurizada, el té kombucha no es recomendable para personas que tengan alguna patología intestinal o del sistema inmunológico, mujeres embarazadas que no hayan consumido antes este alimento, mujeres lactantes y niños menores de 5 años. Además, debe consumirse en cantidades moderadas, ya que en exceso puede producir malestar digestivo (diarrea, flatulencia…). Como explica la nutricionista Rolandi, “al ser un alimento no pasteurizado con microorganismos vivos hay que meterlo en nevera, agitarlo antes de beberlo y, al tener una pequeña cantidad de alcohol, (menos del 0.5%) no se recomienda ni a embarazadas, ni a niños.”