Por Clara Arrabal
28 de agosto de 2025Un tomate con aceite y sal en el pueblo, el mejor snack del verano: natural, fresco, saludable y delicioso. O eso pensábamos, pues la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desmentido dicha creencia: la sal es uno de los alimentos con el que más nos excedemos en la cocina, lo que puede provocar graves problemas para la salud.
En España, este problema se agrava, pues consumimos el doble de la cantidad recomendada, como ha afirmado la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Sin embargo, hay buenas noticias: reducir el consumo de sal es una de las medidas más sencillas, de bajo coste y eficaces. Solo basta con acciones sencillas y cotidianas como quitar el salero de la mesa durante la comida.
El sodio es un nutriente esencial, necesario para el mantenimiento del volumen plasmático, el equilibro ácido-básico, la transmisión de impulsos nerviosos y el buen funcionamiento de las células. Sin embargo, un consumo excesivo de este puede provocar alteraciones en el organismo. De hecho, las dietas altas en sodio provocan el aumento de la tensión arterial, el cáncer gástrico, la obesidad, la osteoporosis, enfermedades cardiovasculares y renales, o el síndrome de Ménière, una enfermedad que afecta al oído interno.
Según la OMS, 1,89 millones de muertes al año en todo el mundo están asociadas al consumo excesivo de sodio, por lo que ha elaborado una guía destinada a los gobiernos para reducir su ingesta. Esta contempla acciones como la reducción del contenido de sodio en los alimentos, el uso de un etiquetado en la parte frontal de los envases, campañas en los medios de comunicación y compras y servicios públicos de alimentos.
Para los adultos, la OMS recomienda una ingesta de menos de 5 gramos diarios de sal, que es el equivalente a poco menos de una cucharadita. En el caso de los niños de dos a 15 años, es aconsejable ajustar la dosis del adulto a la baja en función de sus necesidades energéticas de aquellos, a excepción de los bebés en el periodo de lactancia materna exclusiva o complementaria con alimentación habitual (de cero a 24 meses).
Además, recalca que toda la sal que se consuma debe ser yodada, es decir, fortificada con yodo; ya que esta es fundamental para el buen desarrollo del cerebro del feto y del niño; así como para optimizar las funciones mentales de todas las personas, independientemente de su edad.
A pesar de que todos los grupos de edad rebasan el límite de sal recomendado por las autoridades, algunos países, debido a factores culturales, lo hacen en mayor cantidad. Es el caso de España, que consume el doble de lo aconsejado, según los datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Esta afirma que los españoles consumimos de media 9,8 gramos al día, aunque la Fundación Española del Corazón afirma que solo necesitamos 1,25 gramos.
En España, 11 millones de personas padecen de hipertensión arterial. De hecho, según la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), el 48% de los pacientes que se atienden en las consultas de Atención Primaria padecen esta patología.
A diferencia que otras medidas para ajustar la alimentación a los parámetros de salud, la reducción de sal es una de las acciones más eficaces, de bajo coste y sencillas. En este caso, no hace falta seguir dietas estrictas ni ser restrictivos en exceso.
Las medidas más efectivas son, según la OMS, comer alimentos frescos y mínimamente procesados, elegir productos bajos en sodio, cocinar con poca sal añadida, optar por sustituir este alimento con especias y hierbas que puedan dar sabor a los productos, limitar el uso de salsas y aderezos, así como productos instantáneos comerciales; y retirando el salero de la mesa para evitar echar más al plato ya terminado.