Educar en nutrición desde la infancia, clave para evitar problemas de salud en el futuro

Obesidad, colesterol alto, hipertensión arterial, diabetes, deficiencia de hierro… son enfermedades que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), tienen su origen en la alimentación. Algunas de estas enfermedades afectan, cada vez más, a los más pequeños. De hecho, la prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España es de un 14,2%, una de las más altas de Europa, y esto a su vez se asocia a un mayor índice de diabetes. Los expertos coinciden: implicar a los niños en su alimentación es esencial para que se conviertan en adultos sanos en el futuro. 

“Es muy importante educar a los niños desde la infancia a que sepan cosas sobre cómo alimentarse correctamente”, explica la nutricionista-dietista María del Mar Silva. “Esto es así por varias razones. La primera es porque es un tema de supervivencia, los seres humanos tenemos que cocinar nuestra propia comida y no podemos depender de que otros lo hagan para nosotros”. Según indica Silva, las personas que cocinan para vender no tienen que saber qué necesita nuestro cuerpo y no se preocupan por nuestra salud, “de eso tenemos que responsabilizarnos nosotros mismos”. Pero no se trata solo de cocinar, también es importante implicarlos en la compra de alimentos y en la elaboración de menús.

Educar sobre la enorme cantidad de alimentos y comidas disponibles es indispensable porque los pequeños no saben si son saludables o no. Tal y como expone la nutricionista, “hay alimentos que no son comida, son cosas de comer. Tenemos que tener un sentido crítico de la alimentación y tenemos que saber cómo elegir nuestros alimentos para que nuestro cuerpo funcione correctamente y evitemos enfermedades producidas por una mala alimentación”. Los niños tienen que comprender que comer sano ayuda a llegar con buena salud y composición corporal a la vejez.

¿Por qué educar en nutrición desde la infancia?

Los seres humanos aprendemos a través de la práctica y la repetición y, en el caso de la alimentación y la comida, también. “Aprendemos viendo como comen los demás”, añade Silva. En los hogares donde no se sigue una alimentación saludable será más difícil que los más pequeños aprendan a comer bien y, probablemente, en el futuro, presenten problemas de salud relacionados con esto. “Si enseñas a comer a una persona desde su infancia es muy probable que las decisiones alimentarias que tome sean correctas”.

Está comprobado que implicar a los niños en la preparación de alimentos hace que se alimenten mejor, que sean menos proclives a rechazar alimentos que no conocen y que desarrollen mayor gusto por los alimentos más saludables. “Las clases de cocina deberían ser transversales y estar desde el minuto cero en los colegios, adaptándolas a las edades de los niños. Los más pequeños podrían pelar naranjas o coger uvas para luego comérselas y, cuando ya son más mayores, pueden participar en la preparación de algunos platos”, concluye la nutricionista. 

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