Un compuesto del café, clave para envejecer de forma saludable

Café expreso, con leche, capuchino, cortado… El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo y, en España, es un esencial mañanero para muchas personas. De hecho, según el último informe de la International Coffee Organization (ICO), en nuestro país se consume de media cuatro kilos de café por persona al año. Ahora, una nueva investigación, realizada por el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Alimentación, IMDEA Alimentación, con la participación del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA de Valencia, ha mostrado que el harmol, una sustancia presente en el café, mejora la función del músculo esquelético y los parámetros metabólicos asociados con la calidad de vida durante el envejecimiento.

“El envejecimiento de la población es, sin lugar a dudas, un gran éxito. Hemos conseguido aumentar la expectativa de vida más en los últimos 100 años que en los 2.000 años anteriores, especialmente en nuestro país, que se sitúa junto a Japón y Suiza como el tercer país con una mayor longevidad. Sin embargo, el envejecimiento de la población es también un gran reto porque no hemos sido capaces de alargar la expectativa de vida con buena salud. Se calcula que actualmente pasamos un 20% de nuestra vida enfermos. De hecho, el principal factor de riesgo para casi todas las enfermedades crónicas es el envejecimiento”, explica la doctora M.ª Carmen Gómez Cabrera, investigadora de INCLIVA. 

El harmol pertenece a la familia de las betacarbolinas, ya conocidas por sus efectos neurológicos, y está presente no solo en el café, sino también en carnes, pescados y cereales, así como en las hojas de tabaco. En este estudio se utilizaron dosis que no mostraron ninguna toxicidad y muy escasos efectos sobre el sistema nervioso central, en concordancia con su escasa capacidad para cruzar la barrera hematoencefálica y, por tanto, alcanzar el cerebro.

Lo que ocurre al envejecer

Cuando nos hacemos mayores el envejecimiento muscular, la disfunción mitocondrial, que ocasiona la aparición y progresión del deterioro funcional asociado a la sarcopenia (pérdida de masa y potencia muscular), y el síndrome geriátrico de la fragilidad son las características que más nos debilitan. Los investigadores comprobaron que el harmol era capaz de activar en las células unas vías de señalización capaces de mejorar las mitocondrias y los parámetros metabólicos asociados con la calidad de vida durante el envejecimiento. “Con el harmol hemos descubierto que este efecto de mejora mitocondrial lo llevan a cabo las células mediante mecanismos parecidos a los que nos hacen sentir más felices, ya que comparten las mismas proteínas diana. Esto abre un campo de investigación muy interesante sobre la asociación entre el estado psicológico y el envejecimiento”, añade el doctor Pablo J. Fernánzdes-Marcos, responsable del proyecto. 

La investigación en materia de envejecimiento ha avanzado mucho en los últimos 30 años. Tras una primera fase, predominantemente descriptiva, en la que se estudiaba lo qué ocurre cuando envejecemos, se ha evolucionado a una fase en la que se están estudiando los mecanismos moleculares por los que envejecemos. “Actualmente, afrontamos una fase de intervención en la que no pretendemos curar el envejecimiento, sino modularlo”, concluye la doctora Gómez Cabrera. 

 

---