Por Nuria Cordón
9 de enero de 2023Su nombre es Cristina Caramés. Es médico y ha conseguido algo que no era nada sencillo en el mundo de la salud. A través de la aplicación de las nuevas tecnologías, esta especialista en Oncología Médica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, en Madrid, ha logrado poner al paciente en el centro del sistema sanitario con un único objetivo: mejorar su calidad de vida.
La doctora Caramés coordina desde hace varios años el proyecto HOPE (Hospital de Día Personalizado), un proyecto pionero en nuestro país que busca algo de gran valor para el paciente de cáncer: reducir de forma notable el tiempo que ha de esperar para recibir su tratamiento de quimioterapia en el hospital de día oncológico. Un tiempo que, gracias a la implementación de mejoras en el proceso de todos los profesionales sanitarios implicados, al trabajo interdisciplinar y al aprovechamiento de las ventajas que aporta la innovación tecnológica, se ha convertido en un bien muy preciado para ellos. Tanto es así que el proyecto ha permitido que una sesión de quimioterapia en la Fundación Jiménez Diaz dure solo dos o tres horas, frente a las 12 o 13 que solían pasar los enfermos hace unos años. “Cuando otros conocidos me explicaban el tiempo que tardaban en sus sesiones de quimio, yo les contaba mi experiencia, y les decía que entraba a las 10 y salía a la una”, explica una de las pacientes del hospital. “Fue cuando me enteré de que estaba dentro del proyecto”.
HOPE es lo último en innovación asistencial. El paciente no se mueve por el hospital. Es el propio hospital el que se mueve en torno a él, situándole en el centro del proceso de atención con todas las ventajas que aporta la innovación tecnológica. Así, frente a la organización tradicional en la que el enfermo ha de pasar por diferentes áreas asistenciales antes de recibir el tratamiento oncológico (realización de análisis de sangre, espera del resultado, visita a la consulta de la enfermera y el oncólogo, preparación del tratamiento por parte del servicio de Farmacia o dispensación de la medicación), acumulando esperas y tiempos muertos, con HOPE son los profesionales sanitarios y el equipamiento clínico los que se movilizan. De esta forma, el enfermo tiene una sola cita en el Hospital de Día, y en el mismo sillón en el que recibe el tratamiento se le realiza la extracción, se comprueba la normalidad de los parámetros de la analítica y se evalúa, con los máximos estándares de seguridad, su estado clínico con carácter previo a la administración del tratamiento prescrito por el oncólogo. "El proyecto sitúa al paciente en el centro del proceso de atención, teniendo muy presente la importancia del trabajo interdisciplinar y las ventajas que aporta la innovación tecnológica, creándose una unidad de práctica integrada, cuyo objetivo es crear un modelo de atención basado en valor", detalla la doctora Caramés. En definitiva, "nos preocupa no solo que se cure, sino que el tratamiento interfiera lo mínimo en su vida cotidiana; para ello, el proyecto se centra en proporcionar al paciente el mayor confort y agilidad en su tratamiento con los máximos niveles de seguridad, con la consecuencia inmediata de una evidente mejora en su calidad de vida".
Para poder llevar a cabo todo este proceso, HOPE incorpora cuatro aspectos fundamentales: una correcta recogida de datos clínicos en consonancia con la evidencia científica y los programas de calidad de mayor reconocimiento internacional y la estandarización del proceso, a fin de reducir los errores derivados de la variabilidad individual; los sistemas "point of care" en el Hospital de Día para obtener los resultados del análisis de sangre en menos de cinco minutos; la automatización de la solicitud de prestaciones y las citaciones para unificar cuatro citas en una; y la integración del Portal del Paciente, una aplicación de desarrollo propio, con la historia clínica electrónica, que permite al enfermo comunicarse con el equipo médico o de enfermería desde dónde desee hacerlo y siempre que lo necesite. Para esto último, el paciente cuenta con una herramienta de apoyo permanente, un chatbot que le permite estar conectado las 24 horas con su médico a fin de obtener una respuesta inmediata a través del móvil a cualquier problema que se le presente. Además, ante un caso de gravedad, puede contactar directamente con él para que acuda al hospital de manera urgente o coger cita preferente con su oncólogo. “La tecnología ha aportado grandes ventajas a la medicina y HOPE es un ejemplo de ello”, explica uno de los pacientes. Es más, “la tecnología nos hace el regalo de HOPE”. Aunque el proyecto se inició con pacientes de cáncer de mama metastásico, en la actualidad ya se utilizando para pacientes con tumores digestivos, de pulmón, melanoma, uroteliales y ginecológicos, entre otros.
HOPE ha llegado para quedarse, para normalizar el abordaje de la enfermedad, para poder convivir mejor con ella. Es, en definitiva, esperanza, tiempo y respeto para el paciente, es una dosis de apoyo, de sentir que se le ayuda a ganar pequeñas batallas al cáncer y que cuenta con las mejores herramientas en el camino para derrotarle.
Por ello, el proyecto no se detiene en este punto. De cara al futuro, incorporará un apoyo a domicilio, estructurado e individualizado, que facilitará al paciente información personalizada sobre recomendaciones de su autocuidado. Entre otros aspectos, utilizará herramientas PROMs (de medición de los resultados reportados por los pacientes) y PREMs (de medición de la experiencia vivida durante su proceso) y se proporcionará al enfermo información útil para manejar los posibles síntomas relacionados con su tratamiento. De esta forma, y a través del Portal del Paciente, podrá informar a su equipo médico sobre algunos de estos síntomas potencialmente graves, cuyo conocimiento en tiempo real permitirá a los facultativos responder a esa necesidad de forma precoz, anticipándose y evitando complicaciones. "Además de mejorar su salud, buscamos una participación muy activa de los enfermos que redunde en la sostenibilidad del sistema, impulsando una investigación e innovación en procesos asistenciales que puedan medirse a través del impacto en salud, y potenciando la docencia y el desarrollo de competencias digitales en beneficio de una atención de calidad", explica la doctora Caramés.
Tal y como lo definen algunos de los pacientes de la Fundación Jiménez Díaz, HOPE es “fuerza, energía, naturalidad. Es luz, esperanza. Es una ventana que se abre”.