Por Juan García
24 de febrero de 2025El empeoramiento de la salud mental de los menores se hace cada vez más evidente en los servicios de urgencias, con un repunte de la atención por patologías psiquiátricas. En el 21º Congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), los especialistas presentes han constatado un aumento de la demanda asistencial por estos motivos, especialmente en los servicios de urgencias. Abuso de sustancias, conductas suicidas, ansiedad y trastornos de comportamiento y de la conducta alimentaria son los principales motivos, según apuntan desde la AEPAP.
Para los pediatras de AP, el abordaje de los problemas de salud mental es un reto complejo, agravado por la falta de tiempo en consulta por paciente. La doctora Clara Luna Parera, pediatra de AP, destaca la dificultad para abordar uno de los trastornos mentales más prevalentes en la infancia y la adolescencia: la ansiedad. “Las manifestaciones clínicas de la ansiedad en estas etapas de la vida son difíciles de identificar y manejar. Los pediatras de Atención Primaria tenemos un papel crucial en su detección”, apunta la doctora. Cuando estas patologías llegan a urgencias son “situaciones muy complejas, que requieren de un manejo muy específico, con muy poco tiempo por paciente”.
Se considera urgencia psiquiátrica una condición mental que genera el suficiente nivel de estrés para que el paciente, su familia o las personas que estén a su cargo sientan incapacidad para el manejo de la situación, incluso durante pocas horas. “Las patologías que se presentan con mayor frecuencia en nuestras consultas de Atención Primaria son el abuso de sustancias, conductas suicidas, ansiedad y trastornos de comportamiento y de la conducta alimentaria”, asegura la doctora Clara Luna, pediatra de atención primaria del centro de salud Tres Cantos, Madrid.
La prevalencia de los trastornos de ansiedad en la edad pediátrica oscila entre el 10 y el 20%, en función del diseño epidemiológico del estudio, los criterios diagnósticos empleados, los tipos de trastornos de ansiedad incluidos y la edad de los pacientes. La doctora Luna ha expuesto una serie de pautas para el abordaje de este aumento de las urgencias psiquiátricas, destacando la edad como “un factor determinante en la expresión clínica, siendo el miedo, la tristeza, la irritabilidad y las quejas somáticas, síntomas diana que nos deben de hacer sospechar su existencia”.
Las últimas evidencias existentes apuntan a que uno de cada seis adolescentes se autolesiona de manera habitual. Estas pueden producirse por distintos motivos, como alivio o disminución de sentimientos negativos (enfado, ansiedad, tristeza, sentimiento de vacío emocional), autocastigo, expresión de dolor emocional intenso, necesidad de refuerzo social positivo, exposición en redes a contenido que normaliza la autolesión y fomenta la imitación u otras. “Es importante distinguir las autolesiones sin finalidad suicida de las conductas suicidas y entablar una comunicación abierta con el adolescente para que pueda expresar sus emociones en un entorno seguro y con empatía, tratando de que se sienta comprendido, sin ser juzgado o criticado”, asegura la doctora Raquel Jiménez, jefa de sección de Pediatría del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús.
En el congreso también se ha destacado la importancia de la prevención del suicidio, ya que la ideación y conducta suicida se han incrementado de manera “alarmante” en niños y en las etapas precoces de la adolescencia, según señalan desde la AEPAP.
En los últimos años, las urgencias psiquiátricas en la población infantojuvenil se han incrementado progresivamente, especialmente tras la pandemia Covid-19. En un estudio multicéntrico realizado entre los años 2019 y 2021 por la SEUP (Sociedad Española de Urgencias Pediátricas) se encontró un aumento del 122% del diagnóstico intoxicación no accidental por fármacos y de un 56% en suicidio, intento de suicidio o ideación autolítica.
La presencia de trastornos psiquiátricos, en especial de depresión, y de intentos previos, son los factores de riesgo más implicados en la conducta suicida, aunque también influyen factores familiares, personales o sociales y la dificultad en el acceso a servicios de salud mental. “Los pediatras de AP desempeñan un papel esencial en la detección y manejo inicial de la ideación suicida en adolescentes. Debemos ser capaces de identificar signos de alerta, además de intervenir de manera efectiva, implementando estrategias de prevención de suicidio y coordinando el seguimiento con especialistas en salud mental”, ha afirmado la doctora Jiménez.
Entre las señales de alarma que ayudan a identificar el riesgo de suicidio en un adolescente se encuentran la desesperanza, la desconexión social, los cambios repentinos de comportamiento, la presencia constante de emociones negativas o el sentimiento de ser una carga.