Por Pedro Gargantilla, director médico de Medicina Responsable
29 de mayo de 2023El paciente fue el papa Inocencio VIII. Se cuenta que, en 1492, después de disfrutar de una “mala salud de hierro”, entró en coma. En un intento de recuperar el nivel de conciencia, su médico le administró por boca –en ese momento no se conocía la circulación sanguínea y no había jeringas- sangre procedente de tres niños. El resultado fue el esperado: tanto el Papa como los tres forzados donantes fallecieron.