Por Virginia Delgado
24 de mayo de 2024“Es el director de orquesta que marca el ritmo al que funcionan nuestros órganos”. Así define la doctora Nuria García de la Torre, endocrinóloga de adultos en Centro Creciendo Madrid, a la glándula tiroides. Una descripción muy apropiada, ya que este pequeño órgano, que se encuentra delante del cuello, segrega hormonas que afectan a casi todos los órganos del cuerpo y controlan muchas de sus funciones. “Regulan la velocidad a la que suceden los procesos químicos de nuestro organismo. Por eso, influyen en la frecuencia y contractilidad cardiacas, el ritmo intestinal, la regulación de la temperatura, el metabolismo del colesterol, el consumo de calorías, el ciclo menstrual, el sueño, el ánimo…entre otras muchas funciones”.
El 25 de mayo, fecha en la que se celebra el Día Internacional del Tiroides, en muchos países se llevan a cabo campañas para dar a conocer las alteraciones que puede sufrir esta glándula y concienciar de la importancia de reconocer sus síntomas. No obstante, los expertos señalan que la sociedad cada vez es más conocedora de ello. “No creo que la disfunción tiroidea sea desconocida. En los más de 20 años que llevo ejerciendo la endocrinología, he visto una progresión clara hacia una mayor concienciación sobre su importancia. Cada vez se determina la función tiroidea con más frecuencia, tanto en analíticas de control rutinarias en los médicos de atención primaria, como por parte de otros especialistas como cardiólogos, gastroenterólogos, neurólogos, psiquiatras… Esto ha hecho que la población sea más consciente de que la disfunción tiroidea es frecuente y de la necesidad de valorarla ante una gran variedad de síntomas”, añade la doctora.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España 38.726 personas tienen problemas de tiroides. Lo que implica, aproximadamente, el 10% de la población. No obstante, se estima que la prevalencia de la disfunción tiroidea no diagnosticada en nuestro país es del 6,71%. Por sexos, es entre cinco y ocho veces más frecuente en mujeres que en hombres.
La similitud de sus síntomas con los de otras enfermedades hace que muchos afectados no sepan que viven con alguna alteración de la tiroides. Por ello, como señala la endocrinóloga Nuria García de la Torre, además de prestarla atención cuando aparezca un indicio sugerente, “es importante controlarla cuando se haga una analítica general”.
Respecto a la época de nuestra vida en la que tenemos que controlar más la glándula tiroides, la doctora indica que “es vital” durante los procesos de desarrollo. “En este momento, hay que asegurar una suficiencia de hormonas tiroideas. Por eso, a los recién nacidos se les mide el nivel de TSH (hormona estimulante de la tiroides) en la prueba del talón, y a todas las embarazas se les determina la función tiroidea en la analítica del primer trimestre de gestación. Las hormonas tiroideas son indispensables para el desarrollo adecuado del sistema nervioso fetal y del niño”, explica.
Tanto el exceso de su producción como su déficit producen enfermedades. En el primer caso, se denomina hipertiroidismo y, en el segundo, hipotiroidismo. Otras dolencias son el bocio, que aparece cuando la tiroides se agranda en exceso; la tiroiditis, ocasionada por su hinchazón; los bultos o nódulos y el cáncer. En lo que se refiere a los síntomas, si se padece hipertiroidismo, hay una aceleración generalizada en nuestro organismo. “Hay un aumento de frecuencia cardiaca con palpitaciones, diarrea, pérdida de peso, intolerancia al calor y sudoración, insomnio, nerviosismo, temblores… Por el contrario, si la producción de hormonas tiroideas es insuficiente (hipotiroidismo), hay un enlentecimiento generalizado de nuestras funciones; cansancio, niebla mental, estreñimiento, intolerancia al frío, hinchazón, leve ganancia de peso…”, señala la doctora.
Aunque depende del estado del paciente, las complicaciones cardiacas del hipertiroidismo son las que pueden comprometer la vida del paciente. “Esta dolencia aumenta el riesgo de arritmias, en particular, de la fibrilación auricular que puede producir eventos tromboembólicos”, añade la endocrinóloga García de la Torre. En cuanto al hipotiroidismo, explica que la sintomatología suele establecerse de forma más progresiva y que, en la actualidad, es inusual ver cuadros severos que puedan causar la muerte. “Sí son muy importantes las consecuencias del hipotiroidismo congénito o del materno durante la gestación, ya que pueden producir alteraciones cognitivas y neurológicas en los bebés”, subraya.
Para cuidar nuestra tiroides, los profesionales de la salud recomiendan una ingesta suficiente de yodo, ya que es este el mineral con el que se fabrican las hormonas tiroideas y nuestro cuerpo no lo produce. “Debemos recibir su aporte a través de la dieta. Para garantizar un consumo adecuado, se recomienda que la sal que se utilice sea la de mesa yodada”, comenta la doctora. En cuanto a los embarazos, García de la Torre recomienda un incremento de su consumo antes y durante, porque es en esta etapa cuando aumenta la producción de hormonas tiroideas. “También, se aconseja la suplementación en las mujeres que dan lactancia materna, para que la tiroides del bebé reciba un aporte suficiente de yodo. Por el contrario, en caso de hipertiroidismo debe evitarse la sal yodada y otros alimentos muy ricos en este mineral, como las algas. Así, se contrarresta la producción excesiva de hormonas tiroideas”, concluye la endocrinóloga de adultos en Centro Creciendo Madrid.