Por Julia Porras
24 de noviembre de 2023Hace unos días Italia anunciaba que los menores de 18 años no podrán navegar por Internet sin un control parental. El objetivo principal es prevenir el acceso de los niños a publicaciones en las que se muestre pornografía, violencia, uso de armas, mensajes de odio o discriminación, juegos de azar, páginas que contribuyan a fomentar los trastornos alimenticios o páginas relacionadas con sectas. Además, esta medida impedirá a los niños navegar en modo oculto por internet.
Este control lo harán las operadoras de telefonía móvil, aunque tiene una limitación, solo podrán actuar sobre las tarjetas SIM registradas a nombre de un menor.
Los expertos llevan años alertando de los peligros del uso de los teléfonos móviles por parte de los menores, por lo que esta medida llevada a cabo por Italia puede extenderse a otros países de la Unión Europea con el fin de proteger a los menores de estos peligros. Pero, ¿es necesario controlar, por ley, el acceso a diversos contenidos peligrosos a los menores desde sus teléfonos móviles? Muchos sectores de la sociedad: educativos, sanitarios y grupos de familias, alertan desde hace tiempo de la necesidad de un control más allá de lo parental. Tarea complicada si tenemos en cuenta que casi el 20% de los niños españoles menores de 10 años ya tiene móvil, un porcentaje que aumenta hasta el 25% a los 12 años, según el estudio del XII Barómetro de las Familias en España de la fundación The Family Watch.
En nuestro país, por ejemplo, un movimiento que prendió en Cataluña, “Adolescencia sin móvil”, creado por familias preocupas por la relación tóxica de sus hijos con las tecnologías, ha cogido cada vez más adeptos y se está extendiendo por todo el territorio. Pero falta legislación y normativa al respecto.
Desde el centro Creciendo de Madrid, además aclaran que “el menor tiene que saber que cuando se le regala un móvil, en realidad no es suyo, sino que es de la familia y debe ser controlado por sus padres”. La doctora Gema Tesorero, Pediatra, Neonatóloga y Coordinadora Médica en Centro Creciendo Madrid, recuerda las claves para su buen uso.
Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría (AEP), mediante su grupo trabajo de Salud Digital del Comité de Promoción de la Salud, hacen hincapié en estas y otras consideraciones sobre este uso y abuso de las pantallas por parte de los menores.
El mensaje principal es que el uso del móvil si una instrucción previa y sin un control por parte de los padres tiene efectos muy negativos para la salud, afectando a la parte física, mental, sexual y social. “En la infancia y en la adolescencia también afecta al neurodesarrollo y al aprendizaje”, afirman desde la AEP. “Es peligroso que los niños tengan acceso libre a todos los contenidos, poque son vulnerables y aún no saben gestionar ni digerir lo que ven. No son conscientes de dónde están entrando, o de la información que reciben o de quién puede estar viendo sus publicaciones en redes”, dice la psicóloga Elena Daprá.
Por otro lado, es importante destacar el peso que tiene la edad a la que se empieza a usar el dispositivo. De hecho, para Daprá, “antes de los dos años el niño no debe usar ningún tipo de tecnología, con cinco años como máximo una hora y a partir de ocho como mucho dos horas, siempre que no use ya la tecnología en el ámbito escolar, si es así, en su tiempo de ocio el niño debe jugar con otros niños, interactuar”.
Además, deben existir límites para su empleo en el hogar y la finalidad de uso, el tipo de dispositivo y de contenido que se visualiza, el acompañamiento que hacen los padres y madres a los niños mientras usan los dispositivos, los momentos y los lugares en los que se utilicen o la madurez de cada niño o niña al comenzar a usar las pantallas. Pensar que “sólo instaurando una prohibición el problema del uso inadecuado de los teléfonos móviles se va a resolver, puede hacer que no se haga hincapié por parte de las familias y las instituciones en estos otros factores”, argumentan desde la AEP.
Por estas razones, la AEP sí considera necesario que se desarrolle una normativa que exija a las aplicaciones dirigidas a niños el cumplimiento de ciertas obligaciones. Por ejemplo, que vengan acompañadas de recomendaciones de acuerdo con la edad de los usuarios, de tiempo de uso que no exceda el tiempo aconsejable para cada grupo de edad, que no puedan utilizar los datos de menores para personalizar publicidad, etc. Igualmente, consideran que se deben instaurar medidas para que se cumpla la regulación actual en cuanto a la limitación de edad en el uso de las redes sociales y que se desarrollen sistemas para que exista una limitación real de acceso por parte de los menores a contenido adulto. Esto es necesario porque “no todas las familias tienen la capacidad ni el nivel educativo para proteger en la misma medida a sus hijos, de hecho, es esta una situación que afecta en mayor medida a las de entornos más desfavorecidos”, advierten desde la AEP. Además, en algunos casos, el abuso de pantallas puede llevar a provocar en el niño, “adicción, poco o ningún control de la ira, escaso control de la frustración, ansiedad e incluso depresión”, apunta Daprá. Es decir, un auténtico problema de salud mental.
Por eso, lo fundamental es reducir el impacto negativo de los medios digitales sobre la salud infanto-juvenil y esto precisa de educación y formación tanto en la infancia y en la adolescencia, como a los padres, a los educadores y a la sociedad en general, que deben apoyarse en la evidencia científica más actualizada. Pero para protegerles, “es necesaria una acción colectiva y consensuada entre progenitores, centros escolares e instituciones encargadas de la protección a la infancia, las empresas tecnológicas y la sociedad en general”, apuntan.
“La clave es aprender a hacer un uso saludable de los dispositivos digitales a cualquier edad”, concluyen desde la AEP.