Por Julia Porras
22 de diciembre de 2023¿Cómo acabar el año sin comernos las tradicionales 12 uvas? Sería impensable porque es una tradición arraigada que, además, no cambia con el paso del tiempo, por lo que enseguida incluimos a los más pequeños en este ritual cada 31 de diciembre, mientras las campanadas se suceden una tras otra. Pero hay que tener mucho cuidado. Desde la Asociación Española de Pediatría recuerda que los atragantamientos suponen la tercera causa de muerte no natural en niños menores de cinco años en España.
“Por su tamaño, forma redondeada y piel resbaladiza, las uvas pueden ser causa de atragantamiento y asfixia. A esto se añade el contexto en el que se comen: comer una uva por segundo es arriesgado para niños y adultos. En los niños menores de cinco años el riesgo es aún mayor ya que, a esto, se suma el que no tienen desarrolladas plenamente sus habilidades masticatorias y deglutorias. Por este motivo, si queremos ofrecerlas, estas deben estar cortadas en cuartos longitudinales, sin piel y sin pepitas”, dice la pediatra Carolina Imedio, especialista del Centro Creciendo de Madrid.
Igualmente, continúa la doctora Imedio, “no se recomienda sustituirlas por gominolas, lacasitos o frutos secos, ya que los fragmentos duros que se desprenden al morderlos también pueden obstruir la vía aérea de los pequeños”. Y es que el 50% de los accidentes sucede en presencia de adultos, a causa de despistes, por eso, desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) recuerdan que “hay que tomar medidas preventivas”.
También hay que tener especial cuidado con los mayores de 65 años y las personas con disfagia, ya que tienen dificultades añadidas a la hora de tragar. Por eso en esta época en la que se comen productos diferentes al resto del año, hay que vigilar productos como caramelos duros, peladillas, aceitunas, el jamón y las carnes poco hechas.
A pesar de todo, si ocurre el atragantamiento, lo primero es llamar a emergencia (112) y posteriormente llevar a cabo la maniobra de Heimlich que se puede resumir en tres pasos:
1. Abrazar a la persona por la espalda y rodearle con los brazos alrededor de la cintura.
2. Formar un puño con una mano y colocarlo -con el lado del pulgar- contra el vientre de la persona, justo encima del ombligo y debajo del esternón.
3. Agarrar el puño con la mano que está libre e ir presionando en rápidas compresiones hasta que salga el alimento que ha causado el atragantamiento.
En el caso de los niños, desde la AEP advierten de que nunca debemos zarandearle y hay que animarle a toser. “Si vemos que la tos no es efectiva para expulsar el elemento succionado y, al abrirle la boca, vemos viable extraerlo con las manos, lo hacemos. Si no vemos claro que podemos sacarlo sin empujarlo hacia adentro, o el niño es menor de un año, mejor no intentarlo”. Después hay que echar al niño hacia adelante y darle cinco golpes secos en la espalda, entre los dos omoplatos. Si nada funciona habrá que llevar a cabo la maniobra de Heimlich si el niño es mayor de un año.
Lo mejor es que tengamos precaución para tener la navidad en paz.